miércoles, 15 de octubre de 2014

EL SÍNDROME DE PETER PAN

“Alguno no llega jamás a ser hombre,
y sigue siendo rana, ardilla u hormiga.
Otro es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez.
Pero cada uno es un impulso de Dios hacia el hombre”.
Herman Hesse
En una afamada obra teatral de J.M.Barrie el protagonista principal es el célebre personaje Peter Pan (PP), el niño que no quería crecer y huye a la tierra del “Nunca Jamás”, en busca de diversiones sin fin y eterna juventud. Incapaz de enfrentar el dolor de la separación y el abandono, dice PP: “Si crecer duele así, yo no quiero saber nada con eso”. Elude, entonces, enfrentarse a sí mismo y al mundo externo refugiándose en el mítico país del “Nunca Jamás”, donde será niño eterno. El Dr. Dan Kiley, escoge esa figura para describir el cuadro que suele producirse en la adolescencia, consistente en resistir la vida adulta y tratar de retener la infancia. Esa actitud puede hacerse crónica, persistiendo en la adultez por medio de un patrón de comportamien¬tos caracterizado por la inmadurez afectiva.
En el mundo del desarrollo biogenético se conoce un fenómeno parecido a la negación del crecimiento humana con el nombre de “neotenia”. Se manifiesta en ciertos animales que conser-van las características larvarias durante todo su ciclo vital o quedan detenidos en estadios precoces del desarrollo. Son ejemplos de tales fenómenos los casos de evolución embrionaria retardada por factores ambientales adversos o casos como el del ojolote, un anfibio urodelo que realiza toda su vida en la fase de larva, sin experimentar metamorfosis alguna.
Según el Dr. Kiley hay ciertas características que presentan las personas y aún las familias de quienes tienden a quedar detenidos en el comportamiento infantil. “Los padres pertenecen, generalmente, a una clase socioeconómica de nivel medio y suelen no conformar una pareja consolidada. El hijo -Peter es varón- siente a su padre como alguien inalcanzable pero compite con él. El vínculo defectuoso paterno-filial puede llevar a quien padece este síndrome a caer en la droga. El sujeto PP tendrá dificultades en el amor porque le es difícil entregarse y comprometerse. El miedo a la libertad se relaciona con este síndrome, ya que tomar las riendas de la propia vida implica el riesgo de equivocarse, sin la posibilidad de tener a quien culpar por esta situación”.
Según el Dr. Kiley, el hombre PP, puede describirse en las siguientes diez características:
1) No es confiable, cuando más se lo necesita, desaparece;
2) Se olvida o dilata permanentemente las demandas o exigencias de la realidad;
3) Iracundo, tiene accesos de cólera cuando se ven frustrados sus deseos y fantasías;
4) Indefenso, parece abrumado por los problemas e incapacitado para resolverlos, frecuentemente recurre a la droga o al alcohol en busca de soluciones mágicas;
5) Digno de compasión, su debilidad mueve a los demás a prestarle ayuda;
6) Narcisista, sólo piensa en sí mismo, indiferente con los otros;
7) Sentimientos de culpa, parece arrepentido y deseoso de reparar los daños;
8) Dependiente emocional, reclama ayuda y se apoya en los otros;
9) Manipulador, nunca se sabe con certeza si es sincero o lo hace para conseguir sus fines egoístas;
10) Reservado, oculta sus sentimientos profundos con una apariencia de "muchachito juguetón".
Algunas características del Síndrome PP, se observa en muchas adolescentes y mujeres adultas, que se angustian intensamente cuando cumplen años y buscan mágicamente evitar la fecha o negar la edad. También se aprecia en personas adultas, de ambos sexos, especialmente cuando se acercan o atraviesan la frontera de los 40, que tratan de parecer jóvenes, vistiendo y actuando como adolescentes, adoptando gestos y comportamientos extemporáneos.
Un caso de SPP que tratamos recientemente fue el de Ricardo (44 años, casado, 2 hijos), quién después de varias experiencias traumáticas sufridas en internaciones penitenciarias y psiquiátricas, se distanció de su esposa, empezó a usar jeans, tenis de marca y remeras juveniles, empezando a salir con los hijos veinteañeros a bailes, fiestas, saunas y otros divertimentos del mismo estilo. En la necesidad de sentirse jovial y potente consumió cocaína y abusó del alcohol, además de conseguir una novia de 21 años, con la cual protagonizó un apasionado romance en diferentes escenarios turísticos del país. Por supuesto, los resultados fueron nefastos. Cuando la señora se enteró, cayó en una crisis depresiva que la obligó a internarse. El matrimonio de 25 años de convivencia se hizo añicos. Los hijos se enojaron con el padre por los dolores causados a la madre y lo abandonaron en medio de críticas y actos violentos. Entonces, Ricardo, culposo, angustiado, confundido, quedó atado a la droga y al alcohol, experimentando una situación de ambivalencia desgastante, al oscilar entre la esposa que buscaba recuperar y la amante que no deseaba abandonar. Así, Peter Pan, vive desgarrado entre el pasado deseado al cual se aferra y el futuro temido del cual huye.
El coraje de ser
“El desarrollo de todas nuestras facultades es el primer deber que tenemos
para con Dios y nuestros prójimos.
Nadie que no crezca diariamente en capacidad y utilidad,
Está cumpliendo el propósito de la vida”.
Elena de White (1960, 309)
Paul Tillich escribió un libro inspirador que tituló: "Ser es llegar a ser". Quiso significar que una persona no es únicamente el resultado de su historia, de lo sido hasta ese momento, sino, en mayor medida, de lo que quiere ser, de lo que aspira a lograr. Es posible que las experiencias de la vida o la educación de la infancia hayan construido creencias o pensamientos negativos, sin embargo, aún así el cambio es posible. Hay que aprender a ser todo lo que uno puede ser. Para ello es importante meditar, desarrollar al máximo nuestras aptitudes y recursos, descubrir el plan de Dios para mi vida. Es forzoso decir que el camino de la felicidad pasa por el desarrollo personal, por asumir una actitud realista, por aprender a dar y recibir en forma madura, amar a los demás sin olvidarse de uno mismo y depender del poder de Dios no de los hombres, porque se necesita ayuda divina para superar el Síndrome de Peter Pan.
En el Monte de las Olivas, Cristo hablando de su regreso a la tierra, narró aquella conocida pará-bola del patrón que teniendo que viajar lejos, entregó a sus empleados una cantidad de bienes. A uno le dio cinco, a otros dos y al último uno. Cuando regresó tiempo después, pidió cuenta de lo hecho con su dinero, felicitando a los dos primeros administradores porque habían multiplicado sus bienes, pero al tercero, que temeroso y cobarde había guardado el dinero sin usarlo, lo condenó al sufrimiento eterno. La lección enseña a cultivar las habilidades y “talentos”. Lo que no se usa se atrofia y por el contrario aquello que se ejercita crece. Comentando Elena de White (1960, 342) el tema, declara: “Dios nos tiene por responsables de todo lo que llegaríamos a ser por medio del uso debido de nuestros talentos. Seremos juzgados de acuerdo con lo que debiéramos haber hecho, pero no efectuamos por no haber usado nuestras facultades para glorificar a Dios”. Agrega que la ociosidad “es la mayor maldición que aflige a nuestro mundo”. Se refiere a la ociosidad de no asumir la propia existencia, en forma consciente y responsable, para cultivar la personalidad y desarrollar una vida productiva, fecunda y útil para Dios y nuestros allegados.
Considerando el carácter trascendente de este imperativo divino al crecimiento en todas las esferas del ser, ¿por qué, pues, no ser más perceptivos a las voces del cambio? ¿Por qué permanecer aferrados al ayer como víctimas del uniformismo conservador? ¿Por qué no aprovechar cada oportunidad para cultivarnos mentalmente y espiritualmente? ¿Por que no pedirle a Dios que nos de ideales, coraje y fe en el porvenir?

Por Dr. Mario Pereyra

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