“Alguno
no llega jamás a ser hombre,
y
sigue siendo rana, ardilla u hormiga.
Otro
es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez.
Pero
cada uno es un impulso de Dios hacia el hombre”.
Herman
Hesse
En
una afamada obra teatral de J.M.Barrie el protagonista principal es el célebre
personaje Peter Pan (PP), el niño que no quería crecer y huye a la tierra del
“Nunca Jamás”, en busca de diversiones sin fin y eterna juventud. Incapaz de
enfrentar el dolor de la separación y el abandono, dice PP: “Si crecer duele
así, yo no quiero saber nada con eso”. Elude, entonces, enfrentarse a sí mismo
y al mundo externo refugiándose en el mítico país del “Nunca Jamás”, donde será
niño eterno. El Dr. Dan Kiley, escoge esa figura para describir el cuadro que
suele producirse en la adolescencia, consistente en resistir la vida adulta y
tratar de retener la infancia. Esa actitud puede hacerse crónica, persistiendo
en la adultez por medio de un patrón de comportamien¬tos caracterizado por la
inmadurez afectiva.
En
el mundo del desarrollo biogenético se conoce un fenómeno parecido a la
negación del crecimiento humana con el nombre de “neotenia”. Se manifiesta en
ciertos animales que conser-van las características larvarias durante todo su
ciclo vital o quedan detenidos en estadios precoces del desarrollo. Son ejemplos
de tales fenómenos los casos de evolución embrionaria retardada por factores
ambientales adversos o casos como el del ojolote, un anfibio urodelo que
realiza toda su vida en la fase de larva, sin experimentar metamorfosis alguna.
Según
el Dr. Kiley hay ciertas características que presentan las personas y aún las
familias de quienes tienden a quedar detenidos en el comportamiento infantil.
“Los padres pertenecen, generalmente, a una clase socioeconómica de nivel medio
y suelen no conformar una pareja consolidada. El hijo -Peter es varón- siente a
su padre como alguien inalcanzable pero compite con él. El vínculo defectuoso
paterno-filial puede llevar a quien padece este síndrome a caer en la droga. El
sujeto PP tendrá dificultades en el amor porque le es difícil entregarse y
comprometerse. El miedo a la libertad se relaciona con este síndrome, ya que
tomar las riendas de la propia vida implica el riesgo de equivocarse, sin la
posibilidad de tener a quien culpar por esta situación”.
Según
el Dr. Kiley, el hombre PP, puede describirse en las siguientes diez
características:
1)
No es confiable, cuando más se lo necesita, desaparece;
2)
Se olvida o dilata permanentemente las demandas o exigencias de la realidad;
3)
Iracundo, tiene accesos de cólera cuando se ven frustrados sus deseos y
fantasías;
4)
Indefenso, parece abrumado por los problemas e incapacitado para resolverlos,
frecuentemente recurre a la droga o al alcohol en busca de soluciones mágicas;
5)
Digno de compasión, su debilidad mueve a los demás a prestarle ayuda;
6)
Narcisista, sólo piensa en sí mismo, indiferente con los otros;
7)
Sentimientos de culpa, parece arrepentido y deseoso de reparar los daños;
8)
Dependiente emocional, reclama ayuda y se apoya en los otros;
9)
Manipulador, nunca se sabe con certeza si es sincero o lo hace para conseguir
sus fines egoístas;
10)
Reservado, oculta sus sentimientos profundos con una apariencia de
"muchachito juguetón".
Algunas
características del Síndrome PP, se observa en muchas adolescentes y mujeres adultas,
que se angustian intensamente cuando cumplen años y buscan mágicamente evitar
la fecha o negar la edad. También se aprecia en personas adultas, de ambos
sexos, especialmente cuando se acercan o atraviesan la frontera de los 40, que
tratan de parecer jóvenes, vistiendo y actuando como adolescentes, adoptando
gestos y comportamientos extemporáneos.
Un
caso de SPP que tratamos recientemente fue el de Ricardo (44 años, casado, 2
hijos), quién después de varias experiencias traumáticas sufridas en internaciones
penitenciarias y psiquiátricas, se distanció de su esposa, empezó a usar jeans,
tenis de marca y remeras juveniles, empezando a salir con los hijos
veinteañeros a bailes, fiestas, saunas y otros divertimentos del mismo estilo.
En la necesidad de sentirse jovial y potente consumió cocaína y abusó del
alcohol, además de conseguir una novia de 21 años, con la cual protagonizó un
apasionado romance en diferentes escenarios turísticos del país. Por supuesto,
los resultados fueron nefastos. Cuando la señora se enteró, cayó en una crisis
depresiva que la obligó a internarse. El matrimonio de 25 años de convivencia
se hizo añicos. Los hijos se enojaron con el padre por los dolores causados a
la madre y lo abandonaron en medio de críticas y actos violentos. Entonces,
Ricardo, culposo, angustiado, confundido, quedó atado a la droga y al alcohol,
experimentando una situación de ambivalencia desgastante, al oscilar entre la
esposa que buscaba recuperar y la amante que no deseaba abandonar. Así, Peter
Pan, vive desgarrado entre el pasado deseado al cual se aferra y el futuro
temido del cual huye.
El
coraje de ser
“El
desarrollo de todas nuestras facultades es el primer deber que tenemos
para
con Dios y nuestros prójimos.
Nadie
que no crezca diariamente en capacidad y utilidad,
Está
cumpliendo el propósito de la vida”.
Elena
de White (1960, 309)
Paul
Tillich escribió un libro inspirador que tituló: "Ser es llegar a
ser". Quiso significar que una persona no es únicamente el resultado de su
historia, de lo sido hasta ese momento, sino, en mayor medida, de lo que quiere
ser, de lo que aspira a lograr. Es posible que las experiencias de la vida o la
educación de la infancia hayan construido creencias o pensamientos negativos,
sin embargo, aún así el cambio es posible. Hay que aprender a ser todo lo que
uno puede ser. Para ello es importante meditar, desarrollar al máximo nuestras
aptitudes y recursos, descubrir el plan de Dios para mi vida. Es forzoso decir
que el camino de la felicidad pasa por el desarrollo personal, por asumir una
actitud realista, por aprender a dar y recibir en forma madura, amar a los
demás sin olvidarse de uno mismo y depender del poder de Dios no de los
hombres, porque se necesita ayuda divina para superar el Síndrome de Peter Pan.
En
el Monte de las Olivas, Cristo hablando de su regreso a la tierra, narró
aquella conocida pará-bola del patrón que teniendo que viajar lejos, entregó a
sus empleados una cantidad de bienes. A uno le dio cinco, a otros dos y al
último uno. Cuando regresó tiempo después, pidió cuenta de lo hecho con su
dinero, felicitando a los dos primeros administradores porque habían
multiplicado sus bienes, pero al tercero, que temeroso y cobarde había guardado
el dinero sin usarlo, lo condenó al sufrimiento eterno. La lección enseña a
cultivar las habilidades y “talentos”. Lo que no se usa se atrofia y por el contrario
aquello que se ejercita crece. Comentando Elena de White (1960, 342) el tema,
declara: “Dios nos tiene por responsables de todo lo que llegaríamos a ser por
medio del uso debido de nuestros talentos. Seremos juzgados de acuerdo con lo
que debiéramos haber hecho, pero no efectuamos por no haber usado nuestras
facultades para glorificar a Dios”. Agrega que la ociosidad “es la mayor
maldición que aflige a nuestro mundo”. Se refiere a la ociosidad de no asumir
la propia existencia, en forma consciente y responsable, para cultivar la
personalidad y desarrollar una vida productiva, fecunda y útil para Dios y
nuestros allegados.
Considerando
el carácter trascendente de este imperativo divino al crecimiento en todas las
esferas del ser, ¿por qué, pues, no ser más perceptivos a las voces del cambio?
¿Por qué permanecer aferrados al ayer como víctimas del uniformismo
conservador? ¿Por qué no aprovechar cada oportunidad para cultivarnos
mentalmente y espiritualmente? ¿Por que no pedirle a Dios que nos de ideales, coraje
y fe en el porvenir?
Por
Dr. Mario Pereyra
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