POEMARIO



José Vicente Giner
Pétalos del Pensamiento.
Poemario Cristiano

El río
(Alegoría de la vida)
Nace el río en la montaña
para morir en la mar.
Y aunque su vida es tan corta,
él no deja de cantar.
Yo quisiera ser poeta
y con mi tinta grabar
mil versos y cien estrofas
para poderle cantar.
Y murmurando en su cauce
lentamente el río va,
hazañas de mil guerreros
que ya nunca olvidará.
Barcos que le navegaron,
puentes cernieron sobre él.
Sus aguas llevan historia
amarga y dulce a la vez.
Sonríe el río, sonríe,
aunque divisa la mar.
Muchos creen que allí muere
pero llega a descansar.

El Señor me dio la vida
El Señor me dio la vida
y por Él yo la conservo.
El Señor me dio mi cuerpo
y por Él yo lo preservo.
El Señor me dio los ojos
para poder admirar
las maravillas del mundo
que a los hombres quiso dar.
Depositó en mi alma
la esperanza, la bondad,
y un raudal de sentimientos
para que pudiera amar.
En el mar puso sus peces
y en la tierra sembró paz,
y con los brazos abiertos
hizo la humanidad.
Sus palabras me edifican,
y su ejemplo me da fe.
Nos dice cómo tratarnos
y el correcto proceder.
Si esta noche al acostarte
oras pidiéndole fe,
te concederá su gracia
y regalará su bien.

Porque Dios quiere
Caminaba y me paré
por ver las cosas que habían;
buscando ansioso respuesta
al sentido de mi vida.
Vi la ladera cercana:
Unas violetas lozanas
diéronme una deducción,
al ver que a tierra se asían
y que el viento impetuoso
en ir y venir podía
ajarlas y arrebatarlas.
Y sin embargo oreaba,
acariciando sus pétalos,
silbando nanas de amores,
sin llegar a lastimarlas.
Y yo sé que bien podía...
Y sé yo que no quería...
Al igual que dichas flores
yo me hallo asido a la vida,
y sé bien que si Dios quiere
permite en mi cuerpo espinas,
vacíos o soledades...
También sé que si Dios quiere
le da a mi cuerpo la muerte.
Sin embargo... ¡Me da vida!
Si Dios quiere mi existencia,
¿qué reprochar a esta vida?
¿No es más que suficiente
el mero hecho de vivirla?

El llanto de Cristo
¿Quién lanza esa queja
de dolor y humillación,
en este ambiente de hostilidad,
cuando tú y yo nos odiamos?
¿Quién pide,
con voz de estar cansado,
un retazo de amor sincero
en esta fría guerra de egoísmo?
¿Quién pierde la sangre
que corre por nuestros suelos,
teñida de suplicio,
con forma de resignación?
Tú y yo lo sabemos...
Sin embargo seguimos
en este trecho del mundo,
oyendo plañir a un Hombre,
acumulando el sollozo
de su inevitable dolor
en el umbral de nuestra cobardía.
Tú y yo lo sabemos...
Y sin embargo dejamos
que llore Cristo y que sangre.

Criatura hermosa
Criatura hermosa...
Dos niñas hay, dos ojitos,
en tu carita esperando
que salga el sol, que se ponga,
que vuelva a lucir
y que pinte con sus rayos
los espejitos que hay en ti.
Churumbel florido...
Tienes dos rojas rosas
en tus mejillas tiernas,
esperando que unas manos
de jardinero amoroso
las acaricie... ¡Las bese!
Pequeño es tu corazón...
Dentro, ¡oh! Jesús vierte
el agua que ha de regarlo.

¡Espérame!
Si vas a donde hay manos
que acarician tiernamente
el cabello de los niños,
que cogen piedras
para construir casas,
que amasan trigo,
que se estrechan
con otras manos,
que señalan el buen camino...
Si vas a un lugar
donde todavía existen flores,
y arroyos de aguas cristalinas,
y molinos de viento,
y ancianos que toman el sol,
y pájaros de colores,
y mujeres y hombres
que no se ruborizan
de ser lo que son,
y que aspiran a más,
y que anhelan tener a Dios
en sus corazones.
Si vas allí, caminante,
¡espérame! ¡Voy contigo!


Las manos
Las manos pueden construir casas,
pero también derrumbarlas...
Las manos pueden acariciar un rostro,
pero también abofetearlo...
Las manos pueden salvar vidas,
pero también truncarlas...
Las manos pueden estrecharse fraternalmente,
pero también alejarse por el odio...
Las manos pueden trabajar la tierra,
pero también herirla...
Las manos pueden ofrecer flores,
pero también espinas...
Las manos pueden llevar mensajes de amor,
pero también cartas asesinas...
Las manos pueden usar un arado,
pero también un arma...
¡Benditas las manos bienhechoras!

Cristo
Cristo, algo nuevo ha nacido,
y en mi alma ha florecido
y ha brotado para ti.
Riega, jardinero de mi vida,
la razón de mi existencia,
que no se muera jamás.
Tú que has dado a los gorriones
su canción y mil rumbos a sus alas,
que de mí la fragancia
de tu amor nunca se vaya.
Tal vez, algún hombre oiga mi canto,
se sienta conmigo alegre
y quiera ser de tu jardín.
Quiero descargar en ti mis penas,
llantos y tribulaciones,
para lograr así tu paz.
Coronaste mi esperanza de valor,
diste fuego a mis palabras,
y con voz de estar alegre
me dijiste: ¡Ama!
Cristo, seguirte por siempre quiero,
proclamando tu Evangelio
que trae la paz al corazón.
Dame las fuerzas que yo no tengo,
susténtame con tu Espíritu,
que pueda a otros ayudar.
¡Qué gran dicha siento hoy dentro de mí
porque sé que no estoy solo!
Tus promesas son seguras
y estarás siempre conmigo.

Si descubrís
Si descubrís
que cada día que pasa
deja en vuestros corazones
un nuevo sentimiento de amor;
y tenéis la seguridad
de que ayer os querías
mucho menos que hoy.
Si presentís que vuestro amor
es auténticamente hermoso
y que no se sostiene gracias
a lo material
sino a lo espiritual.
Si sabéis disculparos
las pequeñas faltas
de cada día,
sin guardaros rencor.
Si creéis que realmente
merece la pena
construirlo todo juntos...
Entonces, llenaos de gozo.
Habéis depositado vuestro
granito de arena
en la inmensa playa del amor.



No te fijes en el color
No te fijes en el color de la piel
ni tampoco en la nación del que te habla.
Ama como amó Jesús,
sin distinguir a la gente.
Y vendrá aquel día en que, juntos,
sin rencores, convivamos hermanados,
todos juntos hermanados y con Dios.
Por encima del color se encuentra el corazón,
no midamos la distancia del amor.
A los ojos del bueno Dios
todos somos semejantes.
Derrumbemos las barreras del color. (Bis)
(Al final: Derrumbemos las barreras con amor).
Son injustas las barreras del color,
marginar a los que son de otras naciones.
Tal vez no son como tú, pero son tus semejantes.
Y vendrá aquel día en que, juntos,
sin fronteras, convivamos hermanados,
todos juntos, hermanados y con Dios.
Cuando todos aprendamos a querer
y miremos más allá de lo que vemos,
el mensaje de Jesús, realidad será en nosotros.
Y vendrá aquel día en que, juntos,
sin más guerras, convivamos hermanados,
todos juntos, hermanados y con Dios.

Sin Cristo nada somos
¡Qué poco somos
lejos de Cristo!
Polvo que levanta el viento,
granos de arena,
puntos en el Universo...
Somos terreno árido,
flor marchita,
cieno.
Pero al lado de Jesús
crecemos
como olmos:
recios,
firmes...
Somos nieve
en las cumbres,
rumor en las praderas,
viento que acaricia
el agua mansa.
¡Qué poco somos
lejos de Cristo!
Llanto,
miedo,
oscuridad;
somos hojas marchitas,
piedras toscas,
espinas,
abrojos.
Estamos vacíos...
No hay fruto en nosotros.
Somos muertos.
Pero al lado de Jesús
todo cambia.
Brillamos,
tenemos eco,
hay calor
en nuestras manos;
serenos son los latidos
de nuestro corazón.
¡Con Cristo Jesús
podemos!
Él nos da la fuerza
que vence
e inspira
los cantos más bellos.
¡Con el Señor
venceremos!
Sin Cristo,
nada seremos.

Orando
Esperanza de oro,
camino infinito,
orando en la noche
te quiero alcanzar.
Ascua triunfante
en mis adentros,
aurora de mis anhelos,
Señor y dueño de mi vida.
Ente en cada rincón
de mi cuerpo,
orando en la noche
te quiero alcanzar.
Perfume en el nenúfar,
brisa del anochecer.
Melodía hermosa,
voz esplendorosa,
orando en la noche
te quiero alcanzar.
Tú has colmado mi vida
de esperanza.
Diste rumbo a mis pasos,
llegaste a morir por mí.
¡Te amo, Jesús!
y orando en la noche
te quiero agradecer.

Se necesitan obreros
(Apoc. 1:7)
Se necesitan obreros
para la mies,
si tú eres uno, ¡alístate!
porque el Maestro te pagará bien.
Cristo vendrá
en las nubes de los cielos
y todo ojo le verá.
Veranlo también
los que le traspasaron,
todo linaje le verá.
La vida eterna es la moneda
que Él te dará.
No la desprecies, ¡acéptala!
sólo te exige tu fidelidad.
Alegrémonos, regocijémonos,
porque pronto vendrá el Salvador.
Proclamemos este mensaje:
“¡Cristo viene ya!”.


En la viña del Señor
En la viña del Señor
ricos y pobres cantarán.
No excluirán a nadie, no.
Los redimidos gozarán.
No habrán llantos ni dolor,
ni discriminaciones.
Oprimidos y opresores
ya no existirán allí.
Los lagos y las montañas,
las flores y los animales,
todo aquello que Dios dará,
nadie lo destruirá.
Nuestro precioso Jesús
estará a nuestro lado
y arpas áureas Él nos dará
y todos pulsaremos
acordes de amor.

Retoño
Retoño en tu cuna,
plácida sonrisa,
tiernas manecitas
que buscan calor.
Retoño en tu cuna,
lleno de ternura,
cálidos bracitos
que buscan amor.
Retoño en tu cuna,
quién te diera besos
impregnando todo
con limpio candor.
Retoño en tu cuna,
regalo del cielo,
dulce melodía
toca el corazón.
Retoño en tu cuna,
quédate en silencio,
todo dormidito
que te cuida Dios.


Dos caminos
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13-14).

Hay dos caminos en la vida: El camino ancho y el camino estrecho.
El camino ancho
El camino ancho aparentemente es muy atractivo,
pero conduce a la depravación del ser humano.
En este camino se escuchan carcajadas, hay fiestas, bullicio... Pasa por las tabernas medio iluminadas,
donde se hacinan hombres ebrios y mal olientes.
Pasa por los clubs nocturnos donde el vicio es el dueño
y apresa con sus brazos suaves y kilométricos
a todos los que allí se encuentran.
Pasa por callejones oscuros, donde se hallan tres o
cuatro jóvenes pinchándose la dosis de droga habitual.
Pasa también por mansiones lujosas,
repletas de riquezas, por casa de ladrones y asesinos,
de mentirosos, perezosos, irrespetuosos, indecisos, amigos egoístas, traicioneros...
El camino ancho te lleva a la perdición.
El camino ancho conduce a la muerte.
En este camino no se encuentra a Dios,
solamente a falsos profetas, engañadores, que quieren
atraparte con sus sofismas. Son lisonjeros, dulces,
amables, pero por dentro están podridos.
Satán es el constructor del ancho camino,
y él se las ideará, si andas por allí,
para que te drogues,
para que te emborraches,
para que fumes,
para que odies a tu prójimo,
para que engañes a tus padres,
para que critiques a los demás,
para que no te esfuerces
y permanezcas siempre
en el lodo del pecado; para que no pienses,
para que logres tu “libertad” y así caer,
sin que tú te des cuenta,
en la más penosa esclavitud.
Sentirás muy a menudo angustia, miedo, inseguridad,
enfermedad, hastío de ti mismo, ganas de morirte.
Pasarás de todo, pero todo lo que gire en derredor tuyo
no pasará de ti, sino que acabará
hundiéndote en la desesperación,
en la indiferencia, en el ateísmo.
Sonreirás, pero acabarás llorando.
Gozarás sin freno, a tope, pero terminarás arruinando
tu salud y tu vida.
El camino ancho se estrecha en tu mente
y a la postre, tus pasos, titubearán y no hallarás
donde reposar, porque en el camino ancho no hay paz,
No hay luz...
Te preguntarás: “¿Dónde está el amor?”.
Y te contestarán:
“¡En ti mismo!” “¡Todo el camino ancho es amor!”.
Pero esto no es cierto. El amor no se halla en el
camino ancho. Sólo hay rencores, envidias y celos.
Actores y actrices que hacen ver que aman,
pero sus corazones están llenos de sequedad.
En el camino ancho hay música estridente
que excita la mente, sexo depravado, guerras, abortos,
trampas comerciales, mentiras piadosas,
religión de adorno.
En este camino no se encuentra a Dios,
ni su ley se nombra; a costa de pisotearla
se consiguen puestos en el mundo, fama, riqueza y poder.
Joven, si no lo sabes te diré que en el camino ancho
acabas muriéndote... de asco, de soledad,
alejado de Dios y sin encontrar nunca la felicidad.
Yo quiero contarte la dicha que siento de andar por
el camino estrecho e invitarte a que tú me acompañes.

El camino estrecho
El camino estrecho aparentemente no tiene atractivo.
La puerta de entrada es angosta.
En el camino estrecho hay tormentas,
lluvias torrenciales, vientos huracanados... Pero luego
sale el arco iris y una brisa suave acaricia tu rostro.
Por el camino estrecho andan los que anhelan
ser humildes, los pacientes, hombres esforzados,
que se superan día a día, que luchan contra sí mismos,
sin tregua, con verdadero celo.
Que cuando todo les falla, doblan sus rodillas
y elevan una súplica al cielo.
Hay sudor en el camino estrecho; fruto del esfuerzo
que desarrollan los valientes caminantes
para llegar a su destino.
También hay sangre, porque en la vereda nacen rosas
y al quererlas coger se clavan las espinas.
El camino estrecho te lleva a la Nueva Jerusalén.
El camino estrecho conduce a la vida.
En este camino se encuentra a Dios.
Jesús es el constructor del estrecho camino,
y él te ayudará para que no te drogues,
para que no te emborraches,
para que no fumes,
para que ames a tu prójimo,
para que seas buen hijo...
Jesús te enseñará a pensar, a discernir entre lo bueno
y lo malo, y así poder aceptar una cosa
y rechazar otra.
Hay perfecta libertad en el camino estrecho,
Hay perfecta libertad en el camino estrecho,
porque no se hallan en él cuerdas que te atan al mundo.
Sentirás, a veces, fatiga, dudas... pero bastará
con que implores a Dios para que se ilumine
el horizonte oscuro de tu vida.
Hay en el camino estrecho ganas de vivir
y de comunicar a los demás la alegría que sientes;
fuentes de aguas cristalinas en las cuales beberás
y jamás volverás a tener sed.
Llorarás, pero acabarás riendo.
Sufrirás, pero todo terminará felizmente.
El camino estrecho se ensancha en tu mente,
y las dificultades que en él se hallan te ennoblecen,
te moldean, te hacen hombre...
En el camino estrecho encontrarás buenos samaritanos,
con las manos extendidas y miradas bondadosas.
Pídeles un favor y estarán dispuestos a concedértelo.
El amor se halla en el camino estrecho.
Hay respeto humano, misericordia, fe en Dios
y amor a su santa ley, la cual rige
en el camino estrecho.
El camino estrecho conduce a la felicidad.
Y aunque caminarlo cuesta, cada pisada nos
acerca más al triunfo final.
Joven, si no lo sabes te diré que en el camino estrecho
acabas logrando lo que anhelas... ¡La vida eterna!
Nunca se te agotará la dicha, sino que irá en aumento.
Si andas por el camino ancho... ¡Piénsatelo!
Tienes a un Buen Amigo esperándote en la puerta
del estrecho camino y con su mano te invita
a que lo andes.
¡Anímate! ¡No te arrepentirás!

El reino de Dios
El reino de Dios se acerca,
aceptemos la cruz.
Desechemos las tinieblas,
busquemos siempre la luz.
¡Cuánto anhelo la gloria
que en el cielo hallaré.
Conseguiré la victoria
y a Cristo yo alabaré!
Lo que nos parece un sueño
pronto será realidad.
Seamos siempre sinceros
proclamando la verdad.
Aquel día veremos
cara a cara a Jesús,
con su amante rostro
irradiando su luz.
Acabarán los llantos
sufrimiento no habrá,
delicias miles tendremos
en la nueva ciudad.
Gozar no será un sueño
será una realidad.
Con Cristo reinaremos
por toda la eternidad.

El Buen Pastor
El buen Pastor vino aquí para buscarnos
y llevarnos con ternura a su redil.
Su gran amor desplegó para encontrarnos
y su vida la perdió por ti y por mí.
¿Qué prueba más, qué prueba más
puedo pedir, Señor,
Para caer postrado a tus pies?
Con gratitud, con gratitud
quiero pagar, Señor,
esta deuda que tengo con Jesús.
Al tropezar nuestros pies en el pecado
la manada silenciosa se alejó.
Jesús nos vio sollozar desesperados,
conmovido, trono y gloria Él dejó.
Viniste aquí para amar a los perdidos
En la noche o con sol abrasador
no te importó rastrear por los caminos,
de tus hijos, el quejido abrumador.
Agradecer a Jesús por redimirnos,
deseamos al cantar esta canción.
Concédenos la dicha de conducirnos
a tus pastos abundantes de Sión.


La voz de Jesús
(Canción de cuna)
“Con su amor, con su amor,
Jesucristo me llena,
y su voz me será
siempre consolación”.
“Nada soy, nada soy,
lejos de mi Maestro.
Quiero estar, quiero estar,
cerca de mi Jesús”.
Duérmete, duérmete,
retoño felizmente,
que tus sueños, muy pronto,
muy profundos serán.
Si la voz, si la voz,
del Deseado tú escuchas,
tus ojos pequeñitos
pronto se cerrarán.
Crecerás, crecerás,
pronto serás muy grande;
y Jesús, tu Señor,
cuidará tu corazón.


Me levantaré
Recitado: Lucas 15:11-20
Me levantaré e iré a mi Padre,
frío no tendré, me vestirá.
Muy lejos anduve, quemé lo que recibí,
mi conciencia no tiene paz.
Gozo, gozo siente mi corazón,
porque el Padre me ofrece su perdón. (Bis)
Me levantaré e iré a mi Padre
y confesaré que yo pequé.
No quiero gastar lo que con tanto dolor
has ganado tú para mí.
Me levantaré e iré a mi Padre
y regresaré hoy a mi hogar.
¡Qué felicidad, estar en casa otra vez,
y su abrazo poder sentir!

El perfume de María
Yo quiero verter
el perfume de María
en tus santos pies
como ella hiciera un día.
Yo quiero, Señor,
aferrarme de tu vida,
y en el Getsemaní
velar junto a ti,
compartir tu agonía.
Yo quiero, Señor,
en mis fuerzas no confiar,
con Pedro, el apóstol,
por mis pecados llorar.
Anhelo, Señor,
recibir de ti alegría,
tener el valor
de no ser infiel
ni negarte ningún día.
Yo quiero, Señor,
acompañarte al Calvario,
y bajo tus pies
confesar mi indignidad.
Yo quiero, mi Dios,
como aquel ladrón, perdón,
y junto a la cruz
destierra mi yo,
salva mi vida perdida.


Dormimos
Mi vida se apaga lentamente
en el candil.
Mis años transcurren
raudamente cual ciclón.
El hombre joven se pierde,
pujando están las arrugas.
¿Perecemos? No.
Dormimos para despertar un día.
Es como el grano enterrado
que pronto germinará.
Es como el eco que vuelve
cuando le das voz al viento.
Hondo y frío antagonismo:
Vida y muerte,
muerte y vida...
Morir para resucitar.
Si en mi vagar por el mundo
no hice bien,
sólo di espinas...
Pereceré para siempre.
Pero si a Dios yo enaltezco,
y siento el arrepentimiento
de los pecados que abrigué,
cuando muera, dormiré,
para despertar un día.

Pedro negó a Cristo
(Mat. 26:69-75; 27:3-10)
Pedro negó a Cristo
con sus trémulos labios.
Pedro negó a Cristo
como tú y como yo.
Cuán lejos andamos
de Jesús, el nazareno,
con la boca le alabamos,
con los hechos le negamos.
Cuántos le proclaman
y le dicen “el Maestro”,
pero llegado el momento
ahogan su parecer.
Pedro lloró amargamente
y cambió toda su vida,
desterró su suficiencia
y alcanzó el perdón de Dios.
No hagamos como Judas,
que temió lo que venía;
no tuvo arrepentimiento
y perdió la salvación.

Siempre te busqué
Siempre te busqué
por las sendas anchas
de este mundo
y no estabas tú,
y no estabas tú.
Donde está el odio
no vivías tú.
Donde está la guerra
no estabas tú.
Donde hay mentira, Señor,
no morabas tú.
A los que hacen daño
no conoces tú.
Un día busqué
por la senda angosta
de la vida,
allí te encontré,
allí te encontré.
Donde se honra tu ley
allí moras tú.
En los que te buscan
te encuentras tú.
En los que sufren, Señor,
allí sufres tú.
En la gente que ama
te deleitas tú.
Yo sé que esta luz
que ilumina la senda
de mi vida,
eres tú, Señor,
eres tú, Señor.


Sin fe
(Luc. 24:13-27, 32)
Cabizbajos, preocupados,
caminaban hacia Emaús,
comentando lo ocurrido
aquellos pasados días con Jesús.
Proseguían tristemente
su viaje hacia Emaús,
la duda les embargaba
y las lágrimas rodaron sin querer.
Sin fe, sin fe, y su esperanza perdida,
con sus ojos velados, la tristeza viene y va. (Bis)
Un extraño se les une,
tan absortos estaban
que ellos no le conocieron
y continuaron sus pláticas con Él.
“Le creímos y esperamos
la salvación de Israel.
Pero hace ya tres días
que en el monte
del Calvario murió Él”.
Tal vez, tal vez, a ti te pasa lo mismo,
caminas por la vida sin esperanza ni fe. (Bis)
El extraño les recuerda
profecías de su buen rey,
en las cuales se decía
que todo esto iba a acontecer.
Y sus mentes se iluminan
recobran su poca fe,
reflexionan y se alegran
ahora tienen motivos para creer.
Con Él, con Él recobraron su alegría,
su corazón ardía con el amor de Jesús. (Bis)
Y tú, y tú, caminante de Emaús,
no olvides que a tu lado camina Cristo, Jesús.
Te ayudará.

El hombre sediento
Sediento el hombre senil
deambula sin parar,
solo, angustiado y febril,
su sed no puede calmar.
Busca su agua, anheloso,
creyendo poderla hallar
en este mundo azaroso
de miseria y de maldad.
Pero la fuente mundana
sólo agua amarga destila.
Su sed no queda aplacada
y el hombre viejo camina.
Por la gracia salvadora
llega al pozo de Jacob,
do la mujer pecadora
dialoga con el Señor.
“El agua que te daré
de mi fuente emanará.
Calmará toda tu sed
y el alma henchida será”.
Contrito el hombre se arrima
a los pies del Salvador,
y con avidez se anima
a sorber una porción.
¡Qué agradable sensación!
Su corazón se emociona.
El agua del Salvador
paz y gozo proporciona.
Jesucristo es Agua Viva,
fuente de eterno caudal.
Pecador, Él no te priva,
¡bebe hoy de su raudal!


No desfallezcas
Si en la lucha cotidiana
surgen sombras y no hay luz,
ve la claridad meridiana
que dimana de la cruz.
Y no desfallezcas. (Bis)
Si tu alma se debate
entre la vida y la muerte,
no abandones el combate
permanece leal y fuerte.
Y no desfallezcas. (Bis)
Si por querer al Señor
no te han aceptado ni amado,
mira como el Salvador
murió por ti siendo odiado.
Y no desfallezcas. (Bis)
Cree en las promesas de amor
que de la Biblia provienen,
y obtendrás el galardón
de los que así bien proceden.
Y no desfallezcas. (Bis)

Triste es vivir sin amor
Triste es vivir sin amor,
sin el calor de otro ser.
Cuán amargo es el dolor
si no hay nadie a quien querer. (Bis)
La vida se torna gris,
cesa el canto melodioso,
no existe un día feliz
todo es oscuro y medroso. (Bis)
Sólo el amor satisface,
el odio y rencor destruyen.
sólo el amor deshace
las penas que al alma fluyen.
el amor es don de Dios,
no se adquiere se regala.
Surge en nuestro corazón
cuando con fe se demanda.
Surge en nuestro corazón
cuando con fe se demanda.
¡Cuán hermoso es el amor!
Crea nobles sentimientos,
destruye la sinrazón,
eleva los pensamientos. (Bis)
Amor, amor verdadero,
yo te anhelo poseer
y te reclamo sincero:
¡transforma todo mi ser! (Bis)


¡Despierta joven!
(Ecles. 12:1)
¡Despierta joven!
Despierta de tu letargo invernal,
que la primavera de tu vida
puede llegar si tú lo deseas.
No te quedes ahí,
frío, indiferente,
impermeabilizado al amor de Dios.
Sé que es difícil creer para ti...
La vida te ha defraudado,
las personas te han decepcionado.
Los medios de comunicación
te han presentado una vida “facilona”,
de héroes inmortales, de guerras justas,
de amores rosa... De bebidas y tabaco
que te hacen hombre.
Pero la realidad es otra muy diferente.
Hay un Creador.
Un Dios que gobierna el Universo,
y que controla sabiamente
el movimiento de todos los astros.
Aunque no lo crean...
Aunque te lo nieguen...
Sé que tu vista y la mía
no llega más allá de las estrellas
y que los grandes telescopios
nunca lo han detectado,
pero existe. Es.
Un Dios bueno y no destructor y severo
como muchos se esfuerzan en presentar.
Un Dios justo, un Dios de amor
que ama a todos los seres humanos
y a todos los seres que pueblan el Universo.
Sepas también que ese Dios fue capaz
de despojarse de lo que más amaba:
su Hijo Jesucristo,
que vino a este mundo para buscar y salvar
lo que se había perdido,
y que murió en una cruz en el Calvario.
¡Despierta joven!
Despierta ahora en tu juventud,
en tu lozanía;
y atrévete a creer en Dios.
Será lo más maravilloso que puedas
hacer en esta vida.
Despierta ahora que te sobran fuerzas,
y observa con tus ojos el mundo que te rodea.
Mira la sencilla flor del campo,
mira el revoloteo de los pájaros,
mira la cándida luz de la mañana,
mira el cielo en la noche,
mira al recién nacido,
mira la inmensidad del mar,
y oye...
Oye el gorjeo de las aves,
oye el rumor del riachuelo,
oye el imponente trueno en la tormenta,
oye el fragor de los océanos,
oye el latir de tu corazón,
y dime...
¿Te resulta difícil aún creer en Dios?
¡Despierta joven!
Despierta ahora en tu juventud,
en tu lozanía.
Ahora que tus ojos pueden distinguir
claramente los colores.
Ahora que tus manos no tiemblan.
Ahora que puedes caminar sin cansarte.
Ahora... Antes que la senectud
te envuelva con sus brazos de acero
y no puedas, aunque quieras,
hacer muchas cosas.
Despierta a la voz de Dios
y demuéstrate a ti mismo que puedes
hacer cosas muy importantes en la vida.
Tiende a otros tu mano,
y ayudando te ayudarás.
Si te propones ser útil harás falta
a muchos y serás un conducto
por el cual fluirán las bendiciones de Dios.
¡Despierta joven!
Despierta ahora en tu juventud, en tu lozanía.
Y alégrate porque Dios te ama;
alégrate, porque a pesar de lo lejos
que has estado de El, si tú lo deseas,
puedes asirte de su mano y andar a su lado.
Alégrate porque esta vida no termina aquí,
hay una vida nueva que se proyecta
ante ti y podrás disfrutarla si tú lo deseas.
Espera un mundo sin conflictos en el alma,
una sociedad de gente justa.
Espera, porque pronto, Cristo
en persona te dirá:
“Bien hecho, joven.
Sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré.
¡Entra en el gozo de tu Señor!”.
¡Despierta joven!
¡Despierta!
Y acuérdate...
Acuérdate de tu Creador
en los días de tu juventud.


Afirma mis pies
Afirma mis pies en tu camino,
que no titubeen,
que al final yo pueda llegar.
Como un niño soy, que necesita
de tus fuertes manos,
tiernas manos llenas de amor.
Afirma mis pies en tu camino
y aunque esté cansado,
infúndeme aliento, Señor.
Peligros habrán en mi sendero,
si estás a mi lado
nada he de temer así yo.
(Recitado con música de fondo):
“Guárdame, oh Dios,
porque en ti me refugio.
Dije al Eterno: 'Tú eres mi Señor.
Fuera de ti no hay bien para mí'...
Al Eterno he puesto siempre
ante mí; porque está a mi diestra
no seré conmovido...
Sustenta mis pasos en tus caminos para
que mis pies no resbalen” (Sal. 16:1, 8; 17:5).
Acepta mi afán de superarme,
cámbiame el carácter.
Transforma mi vil condición.
Afirma mi fe en la esperanza
de que allá, en el cielo,
me darás descanso, Señor.


Peregrino soy
Peregrino, soy peregrino,
anhelo estar cerca de Dios.
Diviso ya en la lontananza
la hermosa tierra de Sión.
Junto al Señor estaré un día,
siempre a su lado gozaré.
La sed de amor que ahora siento
junto a mi Dios la saciaré.
Mi corazón vive deseando
las cosas que no morirán.
En este mundo todo es vano,
mi anhelo es la eternidad.
Ven pecador y caminemos,
deja tu lastre de maldad.
En el camino hacia el cielo,
tú sentirás felicidad.


Mi voz a ti clama
Mi voz a ti clama,
¡oh, buen Dios de amor!
Pon dentro de mi alma
tu tierno candor.
Tu dulce mirada
tan llena de amor,
transforme mi vida,
me quite el dolor.
Mi voz a ti clama,
caro Salvador.
Mi anhelo te llama
refugio de amor.
Mi Amigo, mi Hermano,
mi eterna canción;
tiéndeme tu mano,
quiebra mi prisión.
Mi voz a ti clama,
fiel Consolador. Desciende y derrama
en mí tu calor;
la llama que prenda
mi vida sin sol
y alumbre mi senda.
Esta es mi oración.

En el cielo anhelo estar
En el cielo anhelo estar
junto a Jesús, el amado.
Allí ansío reposar,
porque me encuentro cansado.
Nada espero en esta vida,
sólo la futura gloria
conforta mi alma afligida
y se mantiene en memoria.
Ven pronto, Jesús querido,
para llevarme a Sión,
donde no estaré afligido
y entonaré tu canción.
Ven pronto, Rey de mi vida,
y alivia tú mi dolor;
bálsamo para mi herida
traerás contigo Señor.
No tardes que anhelo verte
sobre las nubes del cielo.
Pero si llega la muerte
antes de verte en mi anhelo,
resucítame, pues quiero,
correr del justo la suerte,
y verte, verte el primero,
truncando la amarga muerte.
¡Oh, qué gozo yo tendré
cuando tú en gloria regreses!
¡Oh, qué dicha sentiré
cuando en tus brazos me estreches!



Admirable plan de redención
Admirable plan de redención
llevado por Jesús a la acción;
no hay palabras para definirlo
ni mente que pueda concebirlo.
Dejó la excelsa patria del cielo,
abismarse quiso en gran desvelo
por esta humanidad transgresora,
ruin y perversa pecadora.
Arrostró una existencia abnegada,
y dio luz a tu vida apagada.
Él cargó sobre sí tu ruindad;
es fuente de eterna caridad.
Y en el triste ocaso de su vida,
lacerado su cuerpo y herida
su sien real, no rehusó el dolor
destinado para el pecador.
Su cuerpo gélido, flagelado,
su costado frágil, horadado,
y su frente de Rey, lastimada,
hablan de su oblación abnegada.
Admirable plan de redención,
que se escapa a toda comprensión;
para tan inefable favor
hay sólo una palabra: ¡Amor!
Recapacita alma dormida
y comienza a ser agradecida.
Por ese amor puro y elevado,
¿oirás de Cristo su llamado?


No me desampares
No me desampares
en estos momentos
de necesidad.
No me dejes solo
en esta batalla
contra Satanás.
Que mi alma anhela
recobrar la calma,
vivir tu armonía.
Notas discordantes
mi instrumento da.
Fuerza y esperanza
concédeme tú,
y en la lucha cruenta
contra lo carnal,
cumple tu promesa
de ofrecer al débil
segura victoria,
consuelo y bonanza,
abrigo y solaz.


Sólo el hombre duda
¿Duda el pájaro que existes?
¿Duda la hermosa paloma?
¿Duda la nube que vistes
o el sol que por ella asoma?
¿Duda la lluvia que riega
al grano que en tierra posa
y crecerá hasta la siega?
¿O tal vez duda la rosa?
¿Dudan los valles y montes
que Alguien los viste y adorna?
¿Duda el ágil saltamontes
o la planta que al sol torna?
¿Dudan los astros celestes
en su recorrido fijo?
¿Dudan del cielo las huestes
que Dios se ofreció en el Hijo?
Todo el orbe le venera,
conoce y ama al Creador.
Sólo el hombre, en su ceguera,
duda de su buen Dador.


Cristo redime
Redime Cristo en Belén,
redime Cristo en el Templo,
redime en Jerusalén.
Redime cuando exhortaba
a la vasta multitud.
Redime su amor que daba
henchido de gran virtud.
Redime al ser despreciado,
redime ante el Sanedrín;
frente a un Pilatos malvado,
redime Cristo sin fin.
Redime Cristo juzgado
y condenado a sufrir.
Redime Cristo clavado,
redime orando al morir.
Redime, redime al hombre,
desde el pesebre a la Cruz.
Redime sólo su nombre,
no hay en el mundo otra luz.


Llena mi vida de aliento
Llena mi vida de aliento
tiende tu mano hacia mí,
que en este mundo sangriento
no puedo vivir sin ti.
Límpiame de mis maldades,
borra el recuerdo infeliz;
que me ahogan mis pesares,
y deseo ser feliz.


No temáis
No temáis, manada pequeña. (Bis)
Porque a mi Padre le ha placido
daros el reino de su amor. (Bis)
Esperad al que viene pronto, (Bis)
a compensar vuestras aflicciones,
vuestros quebrantos y dolor. (Bis)
Cantarán mis labios tu gloria. (Bis)
Alabaré tu misericordia,
¡regresa pronto, Salvador! (Bis)



Confianza
Confiado a ti vengo
dispuesto a servirte;
todo lo que tengo
a ti te lo doy.
Dudas y conflictos,
gozos y esperanzas
en tus tiernas manos
depositaré.
Miedos y pesares,
pecados y yerros,
en tu atento oído
los confesaré.


¿Qué le has dado a Cristo tú?
¿Qué le has dado a Cristo tú?
¿La enemistad y el rencor
que a los humanos separan?
¿O el respeto y el amor
que a las personas hermanan?
¿Qué le has dado a Cristo tú?
¿Un corazón ocupado
de riquezas y placeres?
¿O un afecto consagrado
a los nobles menesteres?
¿Qué le has dado a Cristo tú?
¿Manos, de sangre, manchadas?
¿Hurtos y ciega codicia?
¿Tus facultades quemadas?
¿O tu escondida malicia?
¿Qué le has dado a Cristo tú?
¿La bondad que al pobre alivia?
¿Compasión y abnegación?
¿O tal vez una fe tibia
en las promesas de Dios?
¿Qué le has dado a Cristo tú?
El bendito Rey de gloria
muy pronto va a regresar.
¿Serás sólo vil escoria...?
¡Debes en ello pensar!


La gracia
Una joya es la gracia de Cristo,
no la puedes con oro obtener;
el regalo que Dios ha provisto
y al humano le quiere ofrecer.
Si los ojos de tu fe le han visto
en la injuriosa cruz perecer,
no demores más para estar listo;
déjale tomar todo tu ser.
Alarga tu mano pecadora
para aceptar la gran salvación
que aquistó Jesús en buena hora.
Tesoro de alta estimación,
bellísima gracia redentora,
en la eternidad serás canción.


Tu día sagrado
(Isa. 58:13-14; 66:23)
Tu día sagrado me gozo en guardar,
tu sábado santo es todo solaz.
Es un mandamiento de la ley de Dios,
reposa, creyente, de tu obligación.
Día del descanso, día del señor,
deleite en el alma henchida de amor.
sus horas son gratas y a tí, mi canción,
asciende a tu trono en sincera oblación.
En tu santo día medito, Señor,
cuán gran sacrificio desplegó tu amor.
Te diste en Cristo a la humanidad,
¡alabado seas por la eternidad!
En la tierra nueva vendremos a ti
cada siete días a adorarte allí.
Ante tu presencia el justo estará
rindiéndote culto y a ti cantará.


Yo no comprendo
No, no, yo no comprendo
la inmensidad de tu amor.
No, no, yo no entiendo
tu caminar sin rencor.
No, no, yo no concibo
tu perdonar sin fingir.
No, no, yo no percibo
todo el amor que hay en ti.
Todo ese amor recibido
me deja sin palabras,
no capta mi sentido
y al fin caigo rendido
pidiéndote perdón.
No, no, ¡oh, no he llegado
ni a vislumbrar tu estimar!
cuando por mi pecado
tú te dejaste azotar.
No, no, yo no pensaba
que te dejase la luz.
No, no, yo no esperaba
tu humillación en la cruz.
Todo ese amor recibido
me deja sin palabras,
te ruego que me ayudes
a consagrar mi vida
por siempre a ti, Señor.


Nuestros hijos
Tus hijos son mis hijos,
mis hijos tuyos son.
Perfecta simbiosis de amor,
fruto de un querer sincero.
En ellos están nuestras vidas comprimidas;
son reflejo del cariño que nos profesamos
desde siempre;
aquel sueño de antaño
que se hizo realidad.
Son tu sangre y mi sangre,
tu tiempo y mi tiempo unidos,
un canto de libertad.
¡Oh, hijos nuestros, son de Dios!
Tus hijos son parte de mi,
mis hijos son parte de ti
y a la vez son ellos mismos.
En ellos volcamos raudales de afecto,
son lo más hermoso después de tu amor.
Hijos, árboles pequeños,
repletos de vida. Necesitan agua y sol,
el abono del cariño
y manos seguras para evitar que se doblen.
Hijos, alborozo del hogar,
la corona de alegría.
Siempre estarán con nosotros,
aunque falte su presencia.


Sublime redención
Señor Jesús que has vivido
para redimir al mundo,
sin mancha tu vida ha sido
no hubo en ti nada inmundo.
Sólo pensaste en sanar
y librarnos del pecado.
Tu objetivo fue amar,
ser el Cordero inmolado.
Señor Jesús que has comprado
con tu sangre mi existencia,
oye mi grito callado,
no me niegues tu presencia
que vivir sin ti mi aterra
y no puedo ser mejor.
El alma mía se aferra
a tu justicia y amor.


El pecado
El pecado da temor
y la esperanza te quita;
el pecado te marchita
la hermosa flor del amor.
Destruye, corrompe y mata
la nobleza y la honradez;
toma cuerpo la altivez
y las pasiones desata.
¡Cuán horrendo es el pecado!
A sus víctimas mortales
conduce hasta los portales
de un sino nunca esperado.
Líbrate de esa desgracia:
¡Mira con fe al Salvador,
que es el Verbo Redentor
henchido de amor y gracia!
El humano que no quiera
violar la Ley del amor,
con el poder del Señor
podrá vencer a esa fiera.



Perfección
No reparemos sólo en una cosa,
siempre hay el lado bueno de la vida.
Aunque posea espinas nuestra rosa
nos da fragancia sin que nada pida.
Puede haber una noche tenebrosa,
pero al rayar el día se invalida.
Puede no ser la tormenta armoniosa
mas fecunda la tierra adormecida.
Lo que en principio nos parece adverso
algún día se torna en bendición.
Aquello que oscurece el universo,
a la postre, es sólo la creación
de otro fresco y maravilloso verso
en el poema de la perfección.


Renueva mi vida
Renueva mi vida de fe,
tu aliento me sostenga;
enseñándome a amar,
aunque sólo esto obtenga.
Es tu amor quien nos eleva
porque es puro, santo y pleno;
cada mañana nos llega
henchido de aroma eterno.
Eres fuente que no cesa,
manantial inagotable;
grata influencia que apresa,
sólo Tú eres adorable.


Imposibilidad humana
Rebosa el alma humana de ansiedad,
ya de niños, hasta en la senectud,
¡cuántos intentan ahogar su inquietud,
y en su lucha no hay seguridad!
¡Esfuerzos vanos, todo necedad,
si alcanzar se pretende la virtud,
paz interna, piedad y rectitud,
tan sólo con la pobre humanidad!
De Dios dimana la gracia que inspira,
la voz que torna lo humano en divino,
la noche más negra en luz que se admira,
la trágica suerte en feliz destino.
Su Espíritu eleva al que, fiel, aspira
a andar con Jesús por el buen camino.


Amor del bueno
Amor que perdona y olvida.
Amor que no hiere.
Amor de manos cálidas y firmes.
Amor de sinceros besos.
Amor de eternas alegrías.
Amor preñado de hermosas primaveras.
Amor del bueno...
Amor que levanta el vuelo
por encima del miasma de esta vida.
Amor que se adentra
en la aventura del esfuerzo.
Amor que quema la escoria
de la incomprensión.
Amor que se supera.
Amor que mira sin odio.
Amor que llora de alegría.
Amor que bendice.
Amor que trabaja.
Amor que mejora el mundo.
Amor del bueno...
Amor responsable.
Amor que no domina.
Amor que invita sin coaccionar.
Amor que sacia.
Amor que inspira.
Amor que busca siempre
la hermosa cara de la vida.
Amor que lucha y no se rinde.
Amor henchido de esperanza.
Amor sensible a la desgracia humana.
Amor del bueno...
Amor que labra un porvenir.
Amor que cree.
Amor que sueña.
Amor de realidades buenas y malas,
pero feliz.
Amor que corre,
camina y descansa,
pero que nunca se estanca.
Amor que alimenta ilusiones propias y ajenas.
Amor que da comida al hambriento.
Amor que visita al preso.
Amor que se ocupa del enfermo.
Amor del bueno...
Amor que escucha atentamente.
Amor dispuesto.
Amor que respeta.
Amor que no se ciega.
Amor que no mata.
Amor que no genera
divisiones entre hermanos.
Amor que apacigua.
Amor solidario.
Amor que no espanta.
Amo que escala cada día
la montaña del afecto.
Amor del bueno...
Amor que respeta las canas del anciano.
Amor que no abandona a los hijos
y les nutre de verdad y honestidad.
Amor que no ahoga en la indiferencia
el gemido de la guerra y del hambre.
Amor que no discrimina a los otros.
Amor que no destruye el propio cuerpo
con errados hábitos de vida.
Amor que no daña la naturaleza.
Amor coherente.
Amor honesto.
Amor sincero.
Amor paciente.
Amor divino.
Amor del bueno...
Amor eterno...
¡Este es el amor que anhelo conquistar!


Nuestro pequeño bajel
Como barquitos que bregan
cruzando el mar encrespado,
nuestras dos vidas navegan
rumbo al puerto deseado.
No habrá tormenta que anegue
nuestro querer sublimado,
y aunque el temporal nos niegue
gozar del día soleado,
remando juntos podremos
al mal tiempo combatir,
y en la eternidad tendremos
un lugar que compartir.
¿No vale la pena, amor,
soñar despiertos que vamos
al encuentro del Señor?
Es tanto lo que ganamos
que no podemos cejar
en nuestro elevado empeño
de aborrecer el pecar;
y aunque el bajel es pequeño,
grande es el Dios que nos guía,
que no dejará hundir
el ideal que aquel día
conseguimos construir.


Pétalos del pensamiento
Pétalos del pensamiento
que con las alas del viento
surcan los cielos del alma,
para colmarnos de calma
las cámaras de la razón.
Fragancias que vivifican,
ennoblecen y edifican
al humano corazón.
Del ideal son las luces
y a veces también las cruces
que nos torturan y amargan.
De rencores nos descargan
si se dicen con amor;
levantan a los caídos,
orientan a los perdidos,
mitigan nuestro dolor.
Acrecientan la esperanza,
el valor y la confianza.
Pero a veces son prisiones
de sencillas ilusiones,
o sublimes sentimientos,
que no dejan aflorar...
Pueden hacernos llorar
si se visten de lamentos
o se engalanan de embustes;
y aunque la muerte no gustes,
si están colmadas de hiel,
robarán la poca miel
que nos ofrece la vida.
¡Qué bellas son si con gracia
se dan a los que en desgracia
penan por alguna herida!
Tesoro inconmensurable
si reflejan lo agradable
y no niegan la verdad.
Pronunciadas con bondad,
sapiencia y solicitud,
edifican al oyente
y son el mejor agente
generador de virtud.
¡Qué hermoso nuestro lenguaje
si se le quita el ropaje
de la pérfida doblez!
Cuanto hay de lobreguez
en nuestro penoso andar,
las palabras que decimos
avivan lo que sufrimos
o alimentan nuestro amar.


Frutos cristianos
Despacio camina
con paso prudente;
todo lo examina,
es muy atrayente.
Se llama cautela.
Verdes son sus ojos,
de amplia sonrisa.
No tiene cerrojos,
de soñar precisa.
se llama esperanza.
Su cuerpo preserva,
es equilibrada;
lucidez conserva,
no abusa de nada.
Se llama templanza.
Es muy admirable,
escala la cima
de lo inalcanzable,
y siempre te anima.
Se llama confianza.
Perdería un mundo
por una mirada;
lo que da es fecundo
no escatima nada.
Su nombre es amor.



Renovación
Tú renuevas mis fuerzas cada día,
serenas mi extenuado navegar,
trocando con tu voz, al increpar,
mi tormenta mental en melodía.
De mi ser aniquilas la osadía
del continuo ofenderte en el pecar,
y haces nuevo mi hombre viejo al quemar
el «ego» destructor que me afligía.
Te deleitas mostrándote amoroso
si, fracasado, busco en ti bonanza,
transformando mi canto quejumbroso
en himnos de victoria y esperanza.
¿Qué sería de mi, sin ti, Señor?
¿Qué del mundo, sin luz, en su clamor?


Marinero
Marinero, marinero,
que te adentras en el mar
con tu barquito velero;
¡cuánto te gusta remar!
Marinero, marinero,
las gaviotas al pasar
rozan tu barco pesquero
queriéndolo acariciar.
Marinero, marinero,
las olas quieren besar
el casco de tu madero
que desea descansar.


Las luchas del alma
Las luchas del alma
son luchas cruentas;
y en su mar, sin calma,
las muchas tormentas,
hunden esperanzas,
desatan pasiones,
inspiran venganzas,
matan ilusiones.
En sus aguas turbias
navegan navíos,
que cargan lujurias
envidias, hastíos...
Y en las soledades
de aquellos rincones
se traman ruindades
que como prisiones,
recluyen los sanos
principios divinos;
y así, los humanos,
yerran sus caminos.
¡Oh, recinto santo!
por Jesús creado,
¡grande es tu quebranto!
Causólo el pecado.
El alma que ansía
la dulce bonanza,
a Dios se confía
y ejerce templanza.


La luz vencerá
Espero con ansia aquel día augusto
en el que la luz vencerá a las sombras,
caminos de espinas se tornen alfombras
de flores divinas y el llanto del justo
fenezca y resurjan del árbol vetusto
los frutos eternos de las buenas obras.
¡Qué dicha tan alta! ¡Vivir sin zozobras!
Sin miedos, rencores, quimeras, ni gusto
que borre del alma, por su perversión,
la imagen impresa por Dios en el hombre.
¡Qué gozo inefable! Quebradas, prisión,
tus frías cadenas de muerte y un nombre
heredar de Cristo, nuevo y victorioso,
eterna sonrisa, un cuerpo glorioso...


Ingratitud humana
No comprendo por qué de tu Calvario
dimana tanto amor y simpatía,
para un mundo que ignora tu agonía,
hiriéndote con su pecar a diario.
Si no hay maldición para tu adversario,
aunque en la cruz robó tu lozanía,
¿por qué sólo hay hedor donde debía
fluir el aroma de tu incensario?
¿Por qué el corazón humano rebosa
de ingratitud, ante la cruz que eleva
de la basura a la gloria y osa
comer del árbol prohibido, cual Eva?
¡Oh, Señor! Que no desprecie tu ofrenda
y el fuego de tu amor en mi se prenda.

Rostros de cera
Rostros de cera,
hueca sonrisa,
voz que lacera,
locos con prisa.
Manos que hieren,
ojos que matan.
Sueños que quieren
volar, les atan.
Odio, quebranto,
celos y envidia.
Niños con llanto,
loca perfidia.
Armas que arrasan
casas y vidas
mientras se pasan
horas divinas.
Mundo perdido...
¿Por qué se obstina
en ser nacido
para su ruina?


Levanta tu vuelo
Levanta tu vuelo
hacia nuevos espacios;
surca el negro cielo
en busca de palacios
rubí.
Do la luz divina
no esconde su fulgor,
que todo ilumina
con suave color
marfil.
Los querubes cantan
ignotas melodías.
Miríadas levantan
eternas sinfonías
de amor.
Levanta tu vuelo
hacia nuevos espacios;
surca el negro cielo
en busca de palacios
rubí.
Vibra el firmamento
pletórico de vida...
y no hay sufrimiento.
Sólo tiene cabida
la paz.
No se aja el nardo,
no muere el ruiseñor
y el cantar del bardo
inspira el amor
de Dios.
Levanta tu vuelo
hacia nuevos espacios;
surca el negro cielo
en busca de palacios
rubí.
Hombres y animales
en armonía perfecta.
Murieron los males,
Satán no les afecta
ya más.
En Edén restaurado
a mayor belleza,
dicha eterna, el salvado,
tendrá con certeza,
lo sé.
Levanta tu vuelo
hacia nuevos espacios;
surca el negro cielo
en busca de palacios
rubí.


Algún día...
Algún día descansará nuestra alma
del polvoriento camino de esta vida,
y perecerá el llanto acíbar de los niños,
la decrepitud del cuerpo.
Algún día nos olvidaremos del miedo,
del odio, del rencor, del egoísmo...
hermanos todos ellos de la muerte;
engendradores de la desdicha humana.
Algún día morirán los sueños
y la esperanza dará a luz
a hermosas realidades, pletóricas de vida.
Y abrazaremos al cansado peregrino,
al mártir que ofrendó su cuerpo
en el circo o en la hoguera.
Y se unirán en unísono canto
todas las voces hermanas de los tiempos.
Algún día... Sí, algún día.
Algún día se truncará el retumbar odioso
de los tambores de guerra,
y enmudecerán para siempre
los rugientes cañones.
Todos los continentes se fundirán en uno
y la escoria de las fronteras y el racismo
será quemada en el crisol de Dios.
Algún día curarán las heridas profundas
de la tierra, cesará la endecha
de los océanos moribundos,
de los enlutados cielos...
Y la primavera no se marchará de nuestro lado.
Nos envolverá, cual nodriza amante,
con sus brazos de colores y flores
aromáticas y eternas;
y con nanas de trinos de pájaros
y rumores de riachuelos,
nos dormirá en su pecho
de fresca hierba y algodón.
Algún día triunfará la vida sobre la muerte,
la verdad sobre la mentira y la calumnia,
y no estarán allí los acusadores.
Algún día... Sí, algún día.
Algún día amanecerá para nunca anochecer
y despertaremos de nuestra pesadilla milenaria
en el seno de nuestro Creador;
acariciados tiernamente por sus manos divinas,
delicadas.... poderosas...
marcadas por los clavos del Calvario.
Y allí descansará nuestra alma
de su fatigoso vuelo.
Sí, algún día... Algún día.
Yo lo creo... Yo lo espero...


Vivencia
¿Qué son los caminos
si no los andamos?
¿Qué las esperanzas
que no alimentamos?
¿Qué el cantar sublime
si no llega el alma?
¿Qué es la armonía
si cierro mi oído?
¿Qué son los aromas
si no los olemos?
¿Qué es la belleza
si no la percibo
porque estoy cegado?
¿Qué es la ternura
si somos tan toscos...
tan fríos... tan rudos...?
¿Qué son las victorias
si sólo pensamos
en que no podemos?
¿Para qué ser grande
si no se es pequeño?
¿Para qué el dinero
si nos embrutece?
¿Y qué, ser un alma
que anhela la dicha,
si no comulgamos
con Dios en silencio?

El amor no caduca
El amor no caduca jamás,
nunca se muere;
aunque caiga la nieve sobre él
nunca se enfría.
No se ahoga en las aguas profundas,
siempre perdura,
es sempiterno...
y no, y no, y no
una simple aventura.
El amor es sufrido
y en su benignidad
no halla lugar el egoísmo.
El amor nunca odia,
paciente, al caminar,
no piensa el mal,
todo lo espera.
Si este amor vive en ti
siempre será primavera.
El amor no se rinde jamás,
no da la espalda,
aunque toque a su puerta el dolor,
nunca sucumbe;
porque está arraigado en la fe
y en la ternura,
es sempiterno...
y no, y no, y no
una simple aventura.



Trabaja en el campo
Trabaja en el campo
esparciendo el grano,
a pobres y ricos
el mensaje da.
Lleva la esperanza
a hogares hundidos;
y a todo perdido
dirige a Jesús.
No hay obra tan noble,
tan grande y hermosa,
como la que hace
el buen colportor.
No le abate el viento,
ni la oscura noche;
confía en la gracia
que Cristo le da.
Y un día, las almas,
por él ayudadas,
en la eterna gloria
lo agradecerán.


Despunta el alba
Despunta el alba de la verdad
en la conciencia de los que buscan
a Dios.
Suenan trompetas de victoria
en las bóvedas del alma
que se aferran a la gracia
divina.
Ríos de aguas argentinas
riegan el campo
de la templanza fertilizando
el valor.
Y crece, crece la fe
cual recio árbol que hunde
sus raíces en la profunda tierra
de la oración.
Luz, sólo luz para el que ama.
Paz, sólo paz para el que espera.

Muy cerca
Es de mi esperanza, el canto,
alas con plumón de oro;
de mi luchar, el quebranto,
yunque donde clamo y lloro.
Y a la par se forja mi alma.
Volando me acerco al cielo,
caído, viene hasta mí.
Es de mi agravio, el perdón,
bálsamo para mi alma;
una dulce sensación
envolviéndome de calma.
Y a la par se forja mi alma.
Volando me acerco al cielo,
caído, viene hasta mí.
Es, en mi orgullo, humillarme,
martillo y cincel divino
cuya obra es moldearme,
darle vida a mi destino.
Y a la par se forja mi alma.
Volando me acerco al cielo,
caído, viene hasta mí.


Eterno, eterno
Len-to,
len-to
el tiem-po
ací-bar.
Laaaaaaaaaargo,
laaaaaaaaaargo como prisión de cadenas y de llantos.
Insoportable si no hay
esperanza.
Incomprensible siempre.
Breve...
breve...
la sonrisa
y el amigo.
Corto, muy corto
el camino de la primavera.
Raudo,
raudo
el paso
de la felicidad,
como
relampagueo,
como eco...
eco...
eco...
¡Oh!
¿Sólo sufrir?
No.
Eterno,
eterno
el gozo
de los
redimidos.


Polvo sublimado
(Dudas de carácter existencial)
Cuando se haga la noche
en tu camino,
y se llene de sombras
y misterio
lo que estaba iluminado...
(Problemas en el hogar)
Cuando se yerga, poderoso,
el invierno en tu morada
y estruje con sus
gélidos brazos
tu vida grácil...
(Enfermedad)
Cuando lo sano enferme
y te lacere el dolor
imantándote a tu lecho...
(Vejez)
Cuando, exhausto, tu cuerpo,
de cargar soles y lunas
se marchite y deforme
lo que antes fue lozano...
(Pérdida de los amados)
Cuando se marchen
los amados
y se quede su hueco
lleno de soledades
y recuerdos...
(Muerte)
Cuando por la esquina
de cualquier año
se asome
la odiada muerte
y te salude
sonriendo...
Recuerda,
¡sólo eres polvo!
Pero polvo sublimado
por la sangre de Jesús.


Vida
Yo vivo si muero al “yo”;
yo muero si el “yo” pervive.
Recibo si doy al otro;
empobrezco si le niego de lo mío.
Tengo vida pletórica
si el viejo hombre está muerto;
sólo soy polvo pisado
si me aferro a mi naturaleza caída.
Ensalzo el nombre de Dios
cuando creo y hago;
le niego cuando olvido y peco.


Volar... volar...
Volar... volar...
en busca del infinito,
hacia la casa del Padre
yo quiero volar.
Y asirme,
cuando esté exhausto
mi cuerpo,
e ineluctable sea
la hora amarga,
de su mano poderosa,
vacía de tiempo,
repleta de ternura.
Volar... volar...
surcando el miedo
y el odio;
batiendo mis alas
sin la renuencia
del desesperanzado,
sólo impulsado
por el cálido viento
del amor.
Volar... volar...
sin el bagaje
del triste recuerdo;
henchido mi pecho del gozo
del que encuentra lo buscado
y recibe lo pedido...
¡Oh, libre del barro del pecado!
Limpias mis alas,
limpio mi cuerpo,
impregnados del
olor del Universo.
Volar... Volar...
y en la ciudad del Eterno
descansar a la sombra
del Árbol de la Vida.
Volar... Volar...


Esperanza
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos
de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4).
Cuando el odio se muera y nazca el amor,
madurará el hombre;
surgirán, frescas e inocentes, alegrías eternas.
Cuando muera el egoísmo
retoñarán las flores sempiternas
de la entrega absoluta,
de aromas celestiales e incorruptibles.
Cuando la envidia fenezca,
resucitará la pura fraternidad,
ciega para las razas y castas sociales,
pero ávida de encuentros entrañables.
Cuando desaparezcan todas las miserias
que carcomen la naturaleza divina
implantada por Dios en el hombre,
brotará poderosa la vida,
pletórica de goces, de infinitud...
y una canción de notas angelicales
será puesta en los labios de los redimidos,
y nadie les robará
su derecho a la gloria.


La cosecha celestial
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en
la gloria de su Padre con sus ángeles,
y entonces pagará a cada uno conforme
a sus obras” (Mat. 16:27).
Presa del miedo la Tierra convulsiona;
islas desaparecen y el cielo oscuro
vierte su cáliz de hiel, sin mezcla, puro,
sobre hombres que la maldad aprisiona.
“¿Qué es lo que tanta desgracia ocasiona?”
-pregunta el gentío en su terrible apuro.
El grano de los campos está maduro,
la cosecha divina al mundo alecciona:
La sangre de Cristo salva y perfecciona;
perdición provoca la desobediencia.
El amor eterniza, mas nos traiciona
la maldad que se abriga; porque apariencia
de exquisitos manjares tiene el pecado,
pero sólo la muerte es su consecuencia.


Inspiración
¿Qué sería del mundo
si tú no existieras?
Se marchitaría la flor de la ternura
en la atmósfera irrespirable
de la melancolía.
Los caminos serían polvorientos,
sin trinos, ni destinos donde arribar.
Si tú no existieras
no habrían estrellas que engalanasen
el cabello azabache del universo,
ni luna de plata que se mirase,
coqueta, en los espejos de los estanques.
No habrían aromas eternos,
ni mares de cristal.
Si tú no existieras
los riachuelos no cantarían
en la cuna de sus cauces;
los valles no podrían
vestirse de verdes mantos reales
y el viento juguetón
no agitaría los brazos de los árboles.
Si tú no existieras
no me podría ver
en los ojos de mi amada,
ni estrechar sus manos de terciopelo.
Las notas más bellas estarían viudas,
las nubes más altas estarían solas;
No habrían momentos de ensueño,
y el pensamiento estaría desnudo,
muerto de frío.
Si tú no existieras
nunca brotaría del vientre la vida,
y la muerte no podría ser como un sueño.
Nuestros hijos
no serían como brotes de olivo,
y el amor no sería la exaltación del alma.
Si Dios no te hubiese creado, poesía,
no podríamos sublimar las palabras
y todo estaría pintado de negro.
Contigo, poesía, puedo levantar el vuelo
y ascender por el espacio
infinito de la expresión,
buscando el traje más bello
para vestir lo que imagino y veo
La inspiración aviva tu llama,
robustece tu espíritu,
gestando así los versos de la vida.
Poesía, regalo del cielo.


A Budapest
Todo en silencio,
frío en la calle
y el verde valle
dormido está.
Bajo su manta
de blanca lana
la vida humana
¿a dónde va?
Budapest quedo,
la noche avanza
envuelta en danza
de niebla y luz.
Luz de farolas
que se asemejan,
cuando reflejan
su brillantez
en el Danubio,
pepitas de oro,
como un tesoro
que alguien guardó.
Como un camino
de mil estrellas,
sutiles, bellas,
que alguien pintó.
Budapest duerme,
sólo la calma
envuelve mi alma
de eterna paz.
Y me pregunto:
bajo esos techos,
con buenos lechos,
¿existe fe?

Crecimiento
Si no das por perdido
el tiempo que has gastado
en buscar lo alcanzado
y vivir lo que ha sido.
Si después que has sufrido
no maldices tu hado,
ni te hundes airado
a mitad del camino.
Si no das al olvido
la fe que has abrazado;
el momento anhelado
o el amigo caído.
Si te duele el quejido
del que ha sido humillado
y ayudas con agrado
al que ha sido vencido.
No quemas lo vivido,
no vives rebajado
hollando lo sagrado.
Estás siendo curtido.

El fruto de la vida
Cada uno, cual árbol,
da su fruto en la vida;
y por éste se sabe
si es ganada o perdida
la existencia del alma.
El azar no es comida
que sustente miserias;
no es la suerte que anida
en el pecho del hombre
germen de su caída
o glorioso destino.
Si la dicha es fallida,
no busquemos la causa
en voluntad divina;
porque el gozo es semilla
que alimento y bebida
obtuvo en la oración,
la fe en Dios no fingida,
su Palabra de amor.
Por la senda prohibida
no aventuró sus pasos,
y aunque débil, no olvida
que en Cristo hay fortaleza
y la esencial medida
que requiere su ley.
La fruta que es podrida
o de sabor amargo,
buscó su propia ruina.
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará” (Gálatas 6:7).


Confianza
Por el buen camino anda aquel que espera
que a la noche oscura la traspase el alba
fresca y luminosa, y en los mares calma
surja, profunda, tras la Voz que atempera,
poderosa, la tormenta.
Que aguarda paciente ver la primavera,
después del invierno, llenar toda el alma
de flores y aromas; que en la siembra clama
a Dios por el fruto, porque considera
que su mano le alimenta.


La despedida
El adiós de los hermanos
es un adiós de esperanza.
Las lágrimas
son las perlas del afecto,
que se regalan como presente
del amor manifiesto.


La verdadera ciencia
¡Qué me importa que los hombres me den gloria
o me encomien por mis buenas actuaciones,
si a la postre no consigo la victoria
en mi lucha contra las fieras pasiones!
Todo es nada y aun lo mejor es escoria,
si el motivo que me impulsa en mis acciones
no está lleno de amor puro. Como noria,
que regalo el agua viva en reflexiones,
me convierto, mas no me sacio de vida.
Arrancarle años puedo a la existencia,
tal vez muchos, mas terminar mi partida
no gozando de la eternidad su esencia.
Es de sabios no considerar perdida
la tarea realizada con paciencia
por el alma que está sin Dios y afligida.
Amar... Amar... es la verdadera ciencia.


Mi alma te alaba
Mi alma te alaba
desde su contento.
Te alaba en el llanto
y en cualquier momento
no cesan mis labios
de alzar monumento
con sincero canto
a tan gran portento
mostrado en Calvario.
Dios mío, ¡te adoro!
Limpia mis pecados,
con fe te lo imploro
fiando en Jesús.
Y con arpa de oro
junto a los salvados
cantaré en el coro
que exalte tu cruz.


El tronco seco
Frente a mi puerta
se yergue, noble,
un tronco seco
de tiempo añejo.
Robusto y firme
enfrentó al viento,
soportó lluvias,
y el sol, su espejo,
donde se mira
cada mañana,
le fue agrietando
con sus destellos
cada sonrisa,
cada palabra,
cualquier aliento.
Está tan lejos,
que sus miradas
se pierden todas
en el recuerdo.
El tronco seco
deja a las aves
hacer su nido
en su regazo
de musgo viejo;
y en el silencio
de cada noche,
en sus entrañas,
se oyen los ecos
de historias miles,
de odio y miedo,
de paz y guerra
de amor sincero.
Hoy no está triste,
su cuerpo cruje
como sonriendo.
Tiene en su pecho
un brote tierno,
el brote tierno
de la esperanza.


El agua de vida
Agua que naces silente
de las entrañas oscuras,
para crear en tu lecho
abundantes hermosuras.
Brotando ofreces provecho
al sediento peregrino;
y no cesando tu pecho
de regalar tanta vida,
te transformas en un río.
Agua rauda y cantarina,
danzando de roca en roca;
besando ramas y flores
con el dulzor de tu boca.
Pura y cristalina corres
fertilizando desiertos
y valles con tus amores.
Discurriendo, discurriendo,
desembocas en el mar.
Agua de poder profundo,
elevas canto glorioso
en el fragor de tus olas.
Un canto excelso y grandioso,
que en paz y en tormenta entonas
con ignotas melodías.
Y en tu entrega, tú te inmolas
otra vez y te evaporas
para convertirte en nube.
Agua de lluvia bendita,
de mil formas caprichosas,
a lomo del viento alado
cabalgas bella y rebosas
cayendo sobre el sembrado,
que haces crecer y sazonas
con el sol que es tu aliado.
Agua del cielo caída,
tú renuevas la existencia.
Así es la gracia divina
como una abundante fuente
que sacia la sed del alma;
y al no cesar su corriente
perfeccionada en la calma,
la fe como un mar se torna
que al humano alienta y salva,
y lo exalta al infinito
para convertirlo en santo.


El camino
¿Cuál es el camino cierto?
Tomás preguntó una vez,
en su craso desconcierto,
para salir del desierto
que espoleaba su sed.
No está en vanas ilusiones,
contestó Cristo amoroso,
ni en las meras opiniones;
tampoco en las tradiciones
o en la apariencia de hermoso.
El camino de la vida
es aceptar mi enseñanza,
que es verdadera comida.
Creída y obedecida
la verdad es esperanza.
No hay aquí mayor contento
que cultivar la fe pura
y acatar el mandamiento.
Yo le daré de mi aliento
a quien mi amistad procura.
Cada camino que escojo
determina mi destino.
Si en mi selección fui flojo,
al final, sólo el enojo
y el chasco serán mi sino.
Mas si elijo aquel que es bueno
perseverando hasta el fin,
lo que acaricié en mi sueño
dará frutos en mi seno
y en mi paz no habrá confín.


Ofrenda
Dios mío, quiero ofrendarte mi vida;
que es lo único que tengo para darte.
Mi vida, que no es vida sin amarte,
mi sangre, por tu gracia convertida
de hediondo estanque en rama florecida.
Quiero caer de hinojos y adorarte
en la excelsitud de tu cruz y loarte
por tanta y tanta merced recibida.
Quiero, Señor, reposar en tu seno,
porque sólo tu paz me reconforta.
Y en mi turbulento mar, tú, sereno,
despójame de mis brumas y acorta
mi dolor, porque fío en tu amor pleno,
que es en verdad lo único que me importa.


A mi hija
Te desarrollas
en el espacio
de tu silencio;
al compás del corazón
que te ampara;
al abrigo del frío
que te amenaza;
acunada,
en la calidez
de tu espera,
por el arrullo de mamá.
En tu noche grata
no hay temores
que te alteren,
no hay disonancias
ni estruendos
que te aflijan.
Todo es paz y bien,
todo está en calma...
Y te preparas
para bañarte en la luz
de la existencia,
de una existencia cruda
pero a la vez
maravillosa.

Cuando me vaya
Algún día me habré ido
y quedará el silencio de mi ausencia,
los acordes de mi vieja guitarra,
abrazados a los ecos de mi voz.
Algún día me habré ido
y restarán mis obras nobles
almacenadas en los corazones
de los que pasaron por mi puerta,
las palabras de aliento y esperanza
que el Espíritu puso en mi boca.
Algún día me habré ido
quedamente por las veredas
de la muerte hacia el sueño
plácido de la espera.
Y esperaré la resurrección
a la voz del Dueño de la vida
para ver la luz sempiterna.


Proclamo el Evangelio
Anuncio el Evangelio
porque es camino eterno
de sagrada verdad;
do sublimes principios
ennoblecen el alma
y la elevan al trono
de la excelsa bondad.
¡Oh, bendito Evangelio!
Tú transformas al hombre
y lo llenas de paz,
una paz como un río
que discurre en silencio,
repleta de justicia
cual las ondas del mar.
Proclamo la esperanza
sinfonía divina
que disipa el pesar.
Y al mirar al Calvario,
ensalzo con mi canto
a Dios, que en Jesucristo,
su amor me quiso dar.


Humillación
Deseo humillar mi orgullo
porque me impide ser tuyo;
caer a tus pies postrado,
libre del yo entronizado.
Mas esta total renuncia,
que en Evangelio se anuncia
como el estado del alma
que ha alcanzado plena calma,
sólo es tu obra en mi vida.
Ese germen que se anida
en lo más hondo del ser,
esa fuente de poder,
no está en mí, sino que es tuya.
¡Oh! que tu gracia atribuya
a mi esfuerzo deficiente
tu justicia suficiente.
Que negar mi yo consiga
y cargar mi cruz persiga,
Jesús mío, con fe fuerte,
hasta que vea la muerte.



El sueño del charco
Charco, que frío tenéis,
porque cada día, el hielo,
cristaliza vuestro cielo
y manantiales no veis.
Soñáis en ser agua viva,
río pródigo que riegue
tierra sedienta y que siegue,
el hombre, mies que perviva.
Y cuando el invierno arrecie,
alimento haya en la casa
para convertir la masa
en sabroso pan que aprecie.
Soñáis con vestir campiñas
de ramilletes de flores
que regalen sus olores
a las juguetonas niñas.
Sé que soñáis con brincar
brillante por las praderas,
llevando en vuestras riberas
fertilidad para dar.
Saciar la sed del humano,
de las bestias y las aves,
y que sobre vos, las naves,
lleguen hasta el mar hermano.
Anheláis alzar el vuelo,
como el agua de la mar,
que en su arrobado cantar
se muda en nube del cielo.
Mas, en fin, sólo sois charco;
un charco helado y pequeño
cuya esperanza es empeño
que os tiene vivo y sin chasco.
¿Soñáis que en la Primavera,
cuando el astro rey derrita
las nieves, será bendita
la realidad que os espera?
No os reprocho vuestro sueño,
porque en el vasto Universo,
aunque soy nada, converso
con mi Creador y Dueño.
99 Pétalos del Pensamiento. Poemas.
Y sé que me aguarda el día
en el que la eternidad,
con toda seguridad,
según Cristo, será mía.


Fe y obras
No hay gloria sin gracia,
no hay gracia sin fe.
No hay fe sin que el Padre
este don nos de.
No hay dicha sin obras,
no hay obras que dé
el árbol cristiano
sino por la fe.
Fe y obras unidas,
unidas por ser
de Dios el regalo
que sublima el ser.


Oración
Al verme tan seco,
como árido suelo,
mi alma sedienta
busca en ti consuelo.
Asido al sahumerio
de tu perfección,
te imploro, contrito,
tu ansiado perdón.
Enjuga mi llanto,
tu bálsamo aplica
a mi herida abierta,
mi fe te suplica.


Son ya muchos años
Son ya muchos años caminando unidos
por este sendero que nos tiene asidos
de espíritu y cuerpos, de fe y esperanza.
Nuestro amor es recio, sin sufrir mudanza,
se eleva a la cima de la plenitud
y allí se reviste de toda virtud.
Lo que hemos vivido, aun lo negativo,
unió nuestras almas con hilo divino,
y al fin aprendimos valiosa lección:
que la primavera trae nueva canción,
que en la siega hay fruto si siembras primero;
que sin Dios no hay dicha, todo es pasajero.
Que vivir pecando produce quebrantos
y que el matrimonio tiene sus encantos
si los dos esposos andan de la mano,
si no hay egoísmo, si nadie es tirano.
Caminamos juntos, sin miedo al futuro,
porque nuestra meta es amar lo puro,
aquello que es justo y en honestidad
levantar en alto la hermosa verdad.
Son ya muchos años compartiendo sueños,
forjando ideales, para ser los dueños
de nuestras pasiones y lograr buen sino.
Y esos hijos nuestros, que son del Divino
regalo precioso, nos han madurado,
y han sido cinceles de amor sublimado.
¡Gracias compañera, mi querida esposa!
por ser en mi cielo estrella preciosa,
de la flor, fragancia; del río el murmullo,
del mar su bonanza, del ave el arrullo.
Te amo, pues tú eres en mi gran concierto,
la nota más dulce, mi mejor acierto.
Al Señor le pido que nuestro hogar cuide,
que en sus sacras manos nuestra llama anide
y un día hasta el cielo nos lleve a morar
donde viviremos un gozo sin par.


Reverdecerá un día la sonrisa
Reverdecerá un día la sonrisa,
como si nunca hubiese fenecido,
en los labios de un niño adormecido,
será una apacible y eterna brisa.
Sonarán en los atrios celestiales
músicas que el humano no ha escuchado.
Y las manos del Ser más exaltado,
dirigirán majestuosas corales.


El orgullo
El orgullo cabalga
como ladrón en la noche,
a galope tendido,
jinete obstinado,
se adentra en ciudades
para quebrar corazones,
sonrisas e ideales.
No ceja en su empeño
y cabeza altiva,
riendas en mano,
espolea al odio,
hijo de rencores antiguos.
Indefectible sigue su rumbo
entre tinieblas,
rechinando dientes
se enfrenta a fantasmas
y enemista a amigos.
Sus ojos vidriosos
buscan en las sombras
el defecto ajeno;
critican las cosas baladíes,
minimizan lo grave.
El orgullo cabalga
como ladrón en la noche,
y lo hace erguido,
porque es incapaz de encorvarse.
En su cabalgar frenético
enajena y nubla la razón,
para lanzar en el foso
cenagoso de la degradación
a padres e hijos,
a ricos y pobres,
a simples y a sabios.
¡Ay, orgullo!
Quién te temiera
hasta tal extremo que te evitara
y jamás pactase contigo;
porque eres la causa
de la miseria humana.
¡Vete orgullo,
no te quiero en mi vida
porque aprisionas al alma
en cárceles invisibles!
¡Muere orgullo,
y en mi corazón sólo reine
Cristo amado!

La redención del alma
(Inspirado en el salmo 130)
Cuántas veces se torna fatigoso
el vuelo en nuestro paso por la vida.
El corazón, en batalla reñida,
lidia por aquistar el buen reposo.
Mas batiendo alas, ineluctable,
el viento nos derriba de la altura,
sumiéndonos en la amarga espesura
de un dolor cruel inimaginable.
Hundido en el abismo, sin aliento,
todo el ser pareciera consumirse.
Pecho y alas heridas, ¿dónde asirse?
Sólo a la oscuridad del desaliento.
Herido es sin piedad aquel que peca,
aquel ciego que del “yo” hace su centro;
porque transgredir sólo causa engendro
y derriba en el barro al que se obceca.
No obstante de haber llegado a este estado,
¿será posible remontar el vuelo,
hallar la paz, perdurable consuelo,
sanar el corazón atribulado?
Alma abatida, ¡clama a Aquel que escucha!
a Aquel que tiene oídos atentos,
que rebosa de amor y de portentos
y nunca abandona en la cruenta lucha.
Espera, por la fe, alma sufriente,
la redención que Dios ha prometido,
y mira a Jesucristo que ha vertido
su sangre que es de la gracia la fuente.


Divinas vislumbres
Yo no quiero la basura de esta vida,
quiero el aire puro de las cumbres;
donde el alma de la gloria es embebida
y recibe divinas vislumbres.
Yo no quiero el lodo infecto del pantano,
quiero del manantial agua clara;
donde no se desarrolla lo mundano
y la virtud, como en el cieno, no es rara.
Yo no quiero del océano el estruendo,
quiero el silbo suave y apacible
que orea el Espíritu, robusteciendo
el ser del creyente inmarcesible.
Yo no quiero la caverna tenebrosa
quiero el fulgurante sol del día;
porque lo fosco de pecado rebosa,
lo puro es divina melodía.
Yo no quiero de la bestia su fiereza,
quiero la mansedad del cordero
porque el orgullo destruye la entereza
y al ser sume, a postre, en desespero.
No quiero ruido de sables y cañones,
quiero la eclosión de amores puros,
que impregnando de su aroma corazones
la vileza extinga de los duros.
Quiero, en fin, un mundo lleno de armonías;
vivir sin angustias ni quimeras
una vida henchida de ignotas melodías;
gozar de inmortales primaveras.
Y después de haber vivido lo vivido,
que ha sido disfrute y sufrimiento,
cuando mi vida toda haya concluido,
sólo quiero recibir de Cristo aliento.


La oveja perdida
Lejos del aprisco, sin consuelo,
vaga en noche fría y tenebrosa;
sola en la penumbra, quejumbrosa,
llora cual si fuera un pequeñuelo.
No sabe dónde ir, inhábil ella,
deambula en lugares peligrosos,
por doquier tristeza y misteriosos
ruidos hacen en su mente mella.
“¿Dónde estará?”, el pastor se pregunta,
con un gran empeño por hallarla.
Recorre mucho para encontrarla,
prosigue hasta que el día despunta.
Bien podría haber harto pensado:
“Yo tengo otras muchas todavía.
¿Para qué perder, con la que había
errado, tiempo y quedar cansado?”.
Pero el egoísmo no le mueve;
muévele el aprecio por la oveja
que desvalida exhala su queja
distante de las noventa y nueve.
Por fin escucha un débil gemido.
Se dice: “¿será mi oveja amada?”.
En unas peñas, encaramada,
hállala trémula, cuerpo herido.
Al verla se regocija el dueño,
y en sus brazos fuertes la acaricia;
De vuelta el camino a casa inicia
y su oveja duerme grato sueño.
Jesús, Buen Pastor, nos has buscado.
Dejando tu patria venturosa,
te adentraste en el mundo, penosa
y ardua tarea has desarrollado.
Muchos como ovejas desvalidas;
deambulan muy lejos del aprisco.
Llorando en un peligroso risco,
ven la inutilidad de sus vidas.
Al ver su alma tan deforme y sucia
embárgales un dolor agudo.
¿Quién irá a su busca, en concienzudo
trabajo y amor en su renuncia?
Las almas te esperan temblorosas,
en sus casas, calles y talleres.
¿Irás a buscarlas sin que esperes
mirarlas por más tiempo ruinosas?


Sueño bendito
Sueño bendito que tanto anhelo tenerte,
en cada noche, cuando me duermo, sentirte
palpitando dentro de mi momento inerte;
cuando todo está quieto y tranquilo, no irte.
Sueño bendito, de la gloria y de lo eterno,
de lo que nunca perece; que no degrada,
que transformas la gran congoja del averno
en cánticos bellos de vida y alborada.
Sueño bendito del paraíso perdido,
donde, el hombre regocijado, perdió el norte
y abrumado por el aguijón, el caído,
escuchó bella promesa con su consorte.
Sueño bendito de completa redención
que nada de quimeras tiene sino alba,
norte fiel, que devuelve a Adán la posición,
que no extravía sino que conduce y salva.
Sueño bendito en el que veo al ser humano
romper sus cadenas de miedo y soledad,
cristalizando en su corazón, con la mano
de un Dios piadoso, la imagen de su bondad.


El me ayudará
Yo sé que en este mundo
las pruebas me vendrán;
que grandes tentaciones
me tocará enfrentar.
Sé que habrán muchas cosas
que no podré entender
y cálices amargos
que tendré que beber.
Mas yo confío en El,
mi Dios, mi Salvador.
Me ha dado tantas pruebas
de su inmenso poder.
Me ama hasta lo sumo,
me quiere sostener,
en mar brava o en sombras
yo nada he de temer.
Yo sé que Jesucristo
por mí regresará
para llevarme al cielo
do nadie sufrirá.
En mi hogar bendito
por fin reposaré,
sin pruebas ni temores,
con Jesús reinaré.


Petición
Si llega el desamparo, Cristo amado,
de aquellos que dijeron ser amigos;
si gusto soledades y en peligros
mi canto de esperanza es consumado.
Si mil azotes en mi espalda siento,
y mis sienes espinas las perforan;
si me escupen, insultan y devoran
usurpándome hasta el último aliento.
Si siento esos dolores, Cristo amado,
de la acrimonia hiel que la mentira
destila de la boca donde expira
todo honor y el pudor es olvidado.
Dame, Dios mío, de tu santa llaga,
esa miel que ofreces incorruptible;
que es tu sangre salvadora, inmarcesible,
por amor vertida y que el ansia apaga.
Dame el saber que estás a cada instante,
muy cerca de mí y que nunca te olvidas
de aquellos que te ofrendaron sus vidas
en un servicio de abnegación constante.
Y que también el que es defectuoso,
puede hallar en ti un verdadero Hermano.
Hazme saber que cualquier ser humano,
si en ti fía, es más que victorioso.



La siega
Cantaba en la mañana veraniega
el pájaro, en su rama, vigilante;
mirando desde su balcón la siega
de los campos dorados del levante.
Su gorjear armónico alegraba
al sudado y curtido campesino,
que ducho con la hoz que manejaba
a todo grano daba su destino.
Las espigas de trigo las juntaba,
separaba la cizaña del buen fruto
y luego, con ahínco, la quemaba
hasta vestirse la tierra de luto.
Cuando Cristo a por nosotros regrese,
su mano empuñará la hoz del juicio
y quemará del campo, aunque le pese,
los granos dominados por el vicio.
Las semillas fructuosas salvará,
las malas hierbas dejará de lado
y como labriego acabará
con la espiga manchada del pecado.
¿Serás trigo o cizaña cuando venga
la siega del divino Campesino?
Tu vida inmaculada se sostenga
si no quieres, cual cizaña, triste sino.


La muerte
¿Qué tendrá esa dama
que sin ser llamada
a todos reclama?
Nos duele mirarla
y la mayoría
tiende a repudiarla.
¿Qué tendrá su mano
que da tanto miedo
a cualquier humano?
Y es que un día todos
caeremos rendidos,
sí, de todos modos.
Señora y plebeya,
doctos y sin letras
no escaparán de ella.
Mejor conocerla,
preparar camino
para no temerla.


Confusión humana
¿Por qué tanta obcecación
en callar lo que es decible
y decirnos sin embargo
lo que debemos callar.
¿Por qué aplaudir al que engaña?
por qué al infame encomiar?
¿Por qué olvidarse del pobre
habiendo tanto que dar?
¿Por qué levantar altares
a personajes vacíos,
sólo porque les dejaron
su payasada mostrar?
¿Por qué etiquetar al hombre
con el «don» o «señor mío»,
por tener cuenta en el banco
con dinero en cantidad?
¿Por qué insultar o agredirnos
habiendo un hermoso idioma?
¿Por qué recurrir al golpe
poseyendo la razón?
¿Por qué dañar el planeta
si es nuestro hogar y los hijos
tendrán que pagar factura
de la contaminación?
¿Por qué legitimar odios?
¿Matarse unos a otros,
en tiempo de paz o en guerra,
no es algo terrible, atroz?
¿Qué clase de confusión
es la que padece el hombre?
Pareciera que las bestias
son más humanas que nos.
¿Por qué no ofrecer sonrisas
en vez de adustas miradas?
¿Por qué no tender la mano,
no zancadilla poner?
¿En vez de cerrar el alma,
qué cuesta ser solidarios?
¿Por qué no ser pacifistas
en medio de la agresión?
El mundo tal vez no cambie,
no obstante nosotros sí.
Con mi flor y vuestras flores
se puede hacer un jardín.


Cristo salva
En hora buena vino el Redentor
para salvar al pecador de perecer.
Proclamaba el mensaje del amor,
la redención del hombre que vive por fe.
En Él mi llanto se apagó
se consumió mi aflicción.
En Él hallé un gozo sin par,
promesa de restauración,
y soy feliz, sí, muy feliz.
La noche en el Calvario se cernió,
la cruz sin Él, vacía está, descansa ya.
Pero al tercer día resucitó
y al cielo fue a preparar nuestra mansión.
De allí triunfante volverá
para llevarnos a Sión.
Miríadas de ángeles vendrán
acompañando al Salvador,
la eternidad será su don.

Bendición
¿No es estar unidos lo que más alienta
a todo cristiano?
¿No es profunda dicha cantar alabanzas
unido al hermano?
¡Qué bella experiencia, amar a los otros
y sentirse amado!
Verdad absoluta que nuestra concordia
tesoro es preciado.
La lluvia tardía caerá sobre aquellos
que estén amor dando.
David lo ha expresado en lengua divina
con un áureo salmo.
Eterno es el gozo si reina en la iglesia
la paz entre hermanos.


Razones miles para vivir
¿Que no basta con saberte vivo?
¿Que no ves suficiente belleza?
¿No te satisface ver el trigo,
de la rosa su aroma y viveza?
¿No te embelesan las altas cumbres
o el fragor de las olas del mar?
¿No son sorprendentes las costumbres
de muchas aves en su emigrar?
Árboles pequeños o frondosos,
Praderías, ríos y cascadas...
¿no arroban tu mente en deliciosos
acordes de emociones aladas?
¿No ves las estrellas, qué portento,
alegrando el cielo con su danza?
¿O al amanecer, el sol contento,
como pinta todo de esperanza?
¿Oír puedes el viento muchos días,
él con la amable lluvia abrazados,
formar extasiantes melodías?
¿Viste luna y poeta enamorados?
¿O al recién nacido en el regazo
de su madre afectuosa confiado?
¿Pudiste ver el perfecto lazo
que hay entre ella y el bebé soñado?
Razones miles para vivir
no faltan por dondequiera mires.
Puedes espaciarte en el sufrir
o lo bello gozar, tú decides.


Amor sincero
Amor sincero renueva el alma,
Eleva el tono de la alegría,
Combate el temor e infunde calma.
Amor cabal, bella melodía
que inspira al dador y a aquel que clama
por su vivo aroma cada día.
Amor que lo malo no percibe,
sólo aquello que nutre y edifica;
que con profunda humildad recibe
en su interior al que justifica:
Jesús, que con sangre nos escribe
su carta de amor que santifica.

Sólo un sueño
La muerte es sólo un sueño
del cual despertaré
y a Cristo cara a cara
feliz contemplaré.
Mis manos temblorosas
las suyas tomarán,
y con gozo inefable
mis cantos se alzarán
hacia el trono bendito
do reina mi Jesús,
y que un día, en el tiempo,
lo cambió por la cruz.
La muerte es sólo un sueño
del cual despertaré
y a Cristo cara a cara
feliz contemplaré.
Con sus labios benditos,
mi rostro besará
y mi llanto infinito
por siempre cesará.
En la futura vida
nadie más morirá,
porque Cristo ha vencido
y al fiel redimirá.
La muerte es sólo un sueño
del cual despertaré
y a Cristo cara a cara
feliz contemplaré.


Mi canto
Yo canto a Dios que me ha dado
esta voz para adorarle
y por haberme salvado
gloria quiero tributarle.
Con acordes de esperanza
su senda muestro a la gente
y llevo a Dios mi alabanza
por ser de todos la fuente.
Fuente de eterno consuelo,
de amor y sublime gracia,
que sed apaga y del suelo
levanta al alma en desgracia.
En la eternidad veremos
más de su amor y grandeza.
Y aunque aquí nos agotemos
y gustemos la aspereza,
vale la pena la brega.
Por eso yo canto y oro
y agradezco por la entrega
de Jesús, que apaga el lloro.


Don inconmensurable
¡Oh, don inconmensurable
que me alcanzas en mi pobreza,
para convertir mi bajeza
en un cantar inefable!
¡Oh mirífico presente
que transformas lo vil en oro,
espinos en flores y el lloro
enjugas de toda gente!
Gracia de Dios redentora
manifestada en el Calvario,
por Jesucristo, fiel vicario;
del alma consoladora.


En procura de lo eterno
Elévate alma joven
por encima del miasma del pecado,
¡Vuela alto!
Hasta perder de vista lo terreno.
Porque tu sitio está entre las estrellas.
Tus horizontes son la eternidad.


Estar contigo
Si en el barco de mi vida estás conmigo,
de las olas y del viento yo me olvido.
Si me hieren en la senda los espinos,
no me importa porque sé que estás conmigo.
Si tormenta me sorprende sin abrigo,
no me turbo porque sé que eres mi Amigo.
Si la muerte me encontrare en el camino,
sólo quiero despertar y estar contigo.


Verás...
Verás que un día todo,
aunque haya estado
profundamente oscurecido,
vendrá a ser intensamente iluminado.
Verás que al fin, un día,
aunque haya habido
dolor y muerte en abundancia,
el mal será totalmente consumido.
Verás que un día, al alba,
no más fragor
se oirá de bombas ni cañones,
ni niños que sufran del hambre su horror.
Verás, querido hermano,
que la pobreza
no se adueñará de ninguno
y nadie será esclavo de la bajeza.
Con fe será posible
lo que anhelamos;
poniendo todo nuestro empeño
en ser fieles, veremos al Dios que amamos.



Muchas gracias
Muchas gracias, Dios mío,
por tenerla a mi lado,
por haber compartido
tantos años de amor.
Muchas gracias, Dios mío,
por la fe que abrazamos,
por los días hermosos
y también de dolor.
Muchas gracias, Dios mío,
por el don que nos diste,
nuestros tres hijos buenos,
que son todo primor.
Muchas gracias, Dios mío,
por el sol que tuvimos,
por la lluvia, las aves,
por los campos en flor.
Muchas gracias, Dios mío,
por la noche y el día,
por el mar y el riachuelo
por la bella creación.
Gracias miles, Dios mío,
porque, en fin, sólo veo
que al lado de mi esposa
la existencia es mejor.

























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