José Vicente Giner
Pétalos
del Pensamiento.
Poemario
Cristiano
El río
(Alegoría
de la vida)
Nace
el río en la montaña
para
morir en la mar.
Y
aunque su vida es tan corta,
él
no deja de cantar.
Yo
quisiera ser poeta
y
con mi tinta grabar
mil
versos y cien estrofas
para
poderle cantar.
Y
murmurando en su cauce
lentamente
el río va,
hazañas
de mil guerreros
que
ya nunca olvidará.
Barcos
que le navegaron,
puentes
cernieron sobre él.
Sus
aguas llevan historia
amarga
y dulce a la vez.
Sonríe
el río, sonríe,
aunque
divisa la mar.
Muchos
creen que allí muere
pero
llega a descansar.
El Señor me dio la
vida
El
Señor me dio la vida
y
por Él yo la conservo.
El
Señor me dio mi cuerpo
y
por Él yo lo preservo.
El
Señor me dio los ojos
para
poder admirar
las
maravillas del mundo
que
a los hombres quiso dar.
Depositó
en mi alma
la
esperanza, la bondad,
y
un raudal de sentimientos
para
que pudiera amar.
En
el mar puso sus peces
y
en la tierra sembró paz,
y
con los brazos abiertos
hizo
la humanidad.
Sus
palabras me edifican,
y
su ejemplo me da fe.
Nos
dice cómo tratarnos
y
el correcto proceder.
Si
esta noche al acostarte
oras
pidiéndole fe,
te
concederá su gracia
y
regalará su bien.
Porque Dios quiere
Caminaba
y me paré
por
ver las cosas que habían;
buscando
ansioso respuesta
al
sentido de mi vida.
Vi
la ladera cercana:
Unas
violetas lozanas
diéronme
una deducción,
al
ver que a tierra se asían
y
que el viento impetuoso
en
ir y venir podía
ajarlas
y arrebatarlas.
Y
sin embargo oreaba,
acariciando
sus pétalos,
silbando
nanas de amores,
sin
llegar a lastimarlas.
Y
yo sé que bien podía...
Y
sé yo que no quería...
Al
igual que dichas flores
yo
me hallo asido a la vida,
y
sé bien que si Dios quiere
permite
en mi cuerpo espinas,
vacíos
o soledades...
También
sé que si Dios quiere
le
da a mi cuerpo la muerte.
Sin
embargo... ¡Me da vida!
Si
Dios quiere mi existencia,
¿qué
reprochar a esta vida?
¿No
es más que suficiente
el
mero hecho de vivirla?
El llanto de Cristo
¿Quién
lanza esa queja
de
dolor y humillación,
en
este ambiente de hostilidad,
cuando
tú y yo nos odiamos?
¿Quién
pide,
con
voz de estar cansado,
un
retazo de amor sincero
en
esta fría guerra de egoísmo?
¿Quién
pierde la sangre
que
corre por nuestros suelos,
teñida
de suplicio,
con
forma de resignación?
Tú
y yo lo sabemos...
Sin
embargo seguimos
en
este trecho del mundo,
oyendo
plañir a un Hombre,
acumulando
el sollozo
de
su inevitable dolor
en
el umbral de nuestra cobardía.
Tú
y yo lo sabemos...
Y
sin embargo dejamos
que
llore Cristo y que sangre.
Criatura hermosa
Criatura
hermosa...
Dos
niñas hay, dos ojitos,
en
tu carita esperando
que
salga el sol, que se ponga,
que
vuelva a lucir
y
que pinte con sus rayos
los
espejitos que hay en ti.
Churumbel
florido...
Tienes
dos rojas rosas
en
tus mejillas tiernas,
esperando
que unas manos
de
jardinero amoroso
las
acaricie... ¡Las bese!
Pequeño
es tu corazón...
Dentro,
¡oh! Jesús vierte
el
agua que ha de regarlo.
¡Espérame!
Si
vas a donde hay manos
que
acarician tiernamente
el
cabello de los niños,
que
cogen piedras
para
construir casas,
que
amasan trigo,
que
se estrechan
con
otras manos,
que
señalan el buen camino...
Si
vas a un lugar
donde
todavía existen flores,
y
arroyos de aguas cristalinas,
y
molinos de viento,
y
ancianos que toman el sol,
y
pájaros de colores,
y
mujeres y hombres
que
no se ruborizan
de
ser lo que son,
y
que aspiran a más,
y
que anhelan tener a Dios
en
sus corazones.
Si
vas allí, caminante,
¡espérame!
¡Voy contigo!
Las manos
Las
manos pueden construir casas,
pero
también derrumbarlas...
Las
manos pueden acariciar un rostro,
pero
también abofetearlo...
Las
manos pueden salvar vidas,
pero
también truncarlas...
Las
manos pueden estrecharse fraternalmente,
pero
también alejarse por el odio...
Las
manos pueden trabajar la tierra,
pero
también herirla...
Las
manos pueden ofrecer flores,
pero
también espinas...
Las
manos pueden llevar mensajes de amor,
pero
también cartas asesinas...
Las
manos pueden usar un arado,
pero
también un arma...
¡Benditas
las manos bienhechoras!
Cristo
Cristo,
algo nuevo ha nacido,
y
en mi alma ha florecido
y
ha brotado para ti.
Riega,
jardinero de mi vida,
la
razón de mi existencia,
que
no se muera jamás.
Tú
que has dado a los gorriones
su
canción y mil rumbos a sus alas,
que
de mí la fragancia
de
tu amor nunca se vaya.
Tal
vez, algún hombre oiga mi canto,
se
sienta conmigo alegre
y
quiera ser de tu jardín.
Quiero
descargar en ti mis penas,
llantos
y tribulaciones,
para
lograr así tu paz.
Coronaste
mi esperanza de valor,
diste
fuego a mis palabras,
y
con voz de estar alegre
me
dijiste: ¡Ama!
Cristo,
seguirte por siempre quiero,
proclamando
tu Evangelio
que
trae la paz al corazón.
Dame
las fuerzas que yo no tengo,
susténtame
con tu Espíritu,
que
pueda a otros ayudar.
¡Qué
gran dicha siento hoy dentro de mí
porque
sé que no estoy solo!
Tus
promesas son seguras
y
estarás siempre conmigo.
Si descubrís
Si
descubrís
que
cada día que pasa
deja
en vuestros corazones
un
nuevo sentimiento de amor;
y
tenéis la seguridad
de
que ayer os querías
mucho
menos que hoy.
Si
presentís que vuestro amor
es
auténticamente hermoso
y
que no se sostiene gracias
a
lo material
sino
a lo espiritual.
Si
sabéis disculparos
las
pequeñas faltas
de
cada día,
sin
guardaros rencor.
Si
creéis que realmente
merece
la pena
construirlo
todo juntos...
Entonces,
llenaos de gozo.
Habéis
depositado vuestro
granito
de arena
en
la inmensa playa del amor.
No te fijes en el
color
No
te fijes en el color de la piel
ni
tampoco en la nación del que te habla.
Ama
como amó Jesús,
sin
distinguir a la gente.
Y
vendrá aquel día en que, juntos,
sin
rencores, convivamos hermanados,
todos
juntos hermanados y con Dios.
Por
encima del color se encuentra el corazón,
no
midamos la distancia del amor.
A
los ojos del bueno Dios
todos
somos semejantes.
Derrumbemos
las barreras del color. (Bis)
(Al
final: Derrumbemos las barreras con amor).
Son
injustas las barreras del color,
marginar
a los que son de otras naciones.
Tal
vez no son como tú, pero son tus semejantes.
Y
vendrá aquel día en que, juntos,
sin
fronteras, convivamos hermanados,
todos
juntos, hermanados y con Dios.
Cuando
todos aprendamos a querer
y
miremos más allá de lo que vemos,
el
mensaje de Jesús, realidad será en nosotros.
Y
vendrá aquel día en que, juntos,
sin
más guerras, convivamos hermanados,
todos
juntos, hermanados y con Dios.
Sin Cristo nada somos
¡Qué
poco somos
lejos
de Cristo!
Polvo
que levanta el viento,
granos
de arena,
puntos
en el Universo...
Somos
terreno árido,
flor
marchita,
cieno.
Pero
al lado de Jesús
crecemos
como
olmos:
recios,
firmes...
Somos
nieve
en
las cumbres,
rumor
en las praderas,
viento
que acaricia
el
agua mansa.
¡Qué
poco somos
lejos
de Cristo!
Llanto,
miedo,
oscuridad;
somos
hojas marchitas,
piedras
toscas,
espinas,
abrojos.
Estamos
vacíos...
No
hay fruto en nosotros.
Somos
muertos.
Pero
al lado de Jesús
todo
cambia.
Brillamos,
tenemos
eco,
hay
calor
en
nuestras manos;
serenos
son los latidos
de
nuestro corazón.
¡Con
Cristo Jesús
podemos!
Él
nos da la fuerza
que
vence
e
inspira
los
cantos más bellos.
¡Con
el Señor
venceremos!
Sin
Cristo,
nada
seremos.
Orando
Esperanza
de oro,
camino
infinito,
orando
en la noche
te
quiero alcanzar.
Ascua
triunfante
en
mis adentros,
aurora
de mis anhelos,
Señor
y dueño de mi vida.
Ente
en cada rincón
de
mi cuerpo,
orando
en la noche
te
quiero alcanzar.
Perfume
en el nenúfar,
brisa
del anochecer.
Melodía
hermosa,
voz
esplendorosa,
orando
en la noche
te
quiero alcanzar.
Tú
has colmado mi vida
de
esperanza.
Diste
rumbo a mis pasos,
llegaste
a morir por mí.
¡Te
amo, Jesús!
y
orando en la noche
te
quiero agradecer.
Se necesitan obreros
(Apoc.
1:7)
Se
necesitan obreros
para
la mies,
si
tú eres uno, ¡alístate!
porque
el Maestro te pagará bien.
Cristo
vendrá
en
las nubes de los cielos
y
todo ojo le verá.
Veranlo
también
los
que le traspasaron,
todo
linaje le verá.
La
vida eterna es la moneda
que
Él te dará.
No
la desprecies, ¡acéptala!
sólo
te exige tu fidelidad.
Alegrémonos,
regocijémonos,
porque
pronto vendrá el Salvador.
Proclamemos
este mensaje:
“¡Cristo
viene ya!”.
En la viña del Señor
En
la viña del Señor
ricos
y pobres cantarán.
No
excluirán a nadie, no.
Los
redimidos gozarán.
No
habrán llantos ni dolor,
ni
discriminaciones.
Oprimidos
y opresores
ya
no existirán allí.
Los
lagos y las montañas,
las
flores y los animales,
todo
aquello que Dios dará,
nadie
lo destruirá.
Nuestro
precioso Jesús
estará
a nuestro lado
y
arpas áureas Él nos dará
y
todos pulsaremos
acordes
de amor.
Retoño
Retoño
en tu cuna,
plácida
sonrisa,
tiernas
manecitas
que
buscan calor.
Retoño
en tu cuna,
lleno
de ternura,
cálidos
bracitos
que
buscan amor.
Retoño
en tu cuna,
quién
te diera besos
impregnando
todo
con
limpio candor.
Retoño
en tu cuna,
regalo
del cielo,
dulce
melodía
toca
el corazón.
Retoño
en tu cuna,
quédate
en silencio,
todo
dormidito
que
te cuida Dios.
Dos caminos
“Entrad
por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es
la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan” (Mat. 7:13-14).
Hay
dos caminos en la vida: El camino ancho y el camino estrecho.
El
camino ancho
El
camino ancho aparentemente es muy atractivo,
pero
conduce a la depravación del ser humano.
En
este camino se escuchan carcajadas, hay fiestas, bullicio... Pasa por las
tabernas medio iluminadas,
donde
se hacinan hombres ebrios y mal olientes.
Pasa
por los clubs nocturnos donde el vicio es el dueño
y
apresa con sus brazos suaves y kilométricos
a
todos los que allí se encuentran.
Pasa
por callejones oscuros, donde se hallan tres o
cuatro
jóvenes pinchándose la dosis de droga habitual.
Pasa
también por mansiones lujosas,
repletas
de riquezas, por casa de ladrones y asesinos,
de
mentirosos, perezosos, irrespetuosos, indecisos, amigos egoístas,
traicioneros...
El
camino ancho te lleva a la perdición.
El
camino ancho conduce a la muerte.
En
este camino no se encuentra a Dios,
solamente
a falsos profetas, engañadores, que quieren
atraparte
con sus sofismas. Son lisonjeros, dulces,
amables,
pero por dentro están podridos.
Satán
es el constructor del ancho camino,
y
él se las ideará, si andas por allí,
para
que te drogues,
para
que te emborraches,
para
que fumes,
para
que odies a tu prójimo,
para
que engañes a tus padres,
para
que critiques a los demás,
para
que no te esfuerces
y
permanezcas siempre
en
el lodo del pecado; para que no pienses,
para
que logres tu “libertad” y así caer,
sin
que tú te des cuenta,
en
la más penosa esclavitud.
Sentirás
muy a menudo angustia, miedo, inseguridad,
enfermedad,
hastío de ti mismo, ganas de morirte.
Pasarás
de todo, pero todo lo que gire en derredor tuyo
no
pasará de ti, sino que acabará
hundiéndote
en la desesperación,
en
la indiferencia, en el ateísmo.
Sonreirás,
pero acabarás llorando.
Gozarás
sin freno, a tope, pero terminarás arruinando
tu
salud y tu vida.
El
camino ancho se estrecha en tu mente
y
a la postre, tus pasos, titubearán y no hallarás
donde
reposar, porque en el camino ancho no hay paz,
No
hay luz...
Te
preguntarás: “¿Dónde está el amor?”.
Y
te contestarán:
“¡En
ti mismo!” “¡Todo el camino ancho es amor!”.
Pero
esto no es cierto. El amor no se halla en el
camino
ancho. Sólo hay rencores, envidias y celos.
Actores
y actrices que hacen ver que aman,
pero
sus corazones están llenos de sequedad.
En
el camino ancho hay música estridente
que
excita la mente, sexo depravado, guerras, abortos,
trampas
comerciales, mentiras piadosas,
religión
de adorno.
En
este camino no se encuentra a Dios,
ni
su ley se nombra; a costa de pisotearla
se
consiguen puestos en el mundo, fama, riqueza y poder.
Joven,
si no lo sabes te diré que en el camino ancho
acabas
muriéndote... de asco, de soledad,
alejado
de Dios y sin encontrar nunca la felicidad.
Yo
quiero contarte la dicha que siento de andar por
el
camino estrecho e invitarte a que tú me acompañes.
El
camino estrecho
El
camino estrecho aparentemente no tiene atractivo.
La
puerta de entrada es angosta.
En
el camino estrecho hay tormentas,
lluvias
torrenciales, vientos huracanados... Pero luego
sale
el arco iris y una brisa suave acaricia tu rostro.
Por
el camino estrecho andan los que anhelan
ser
humildes, los pacientes, hombres esforzados,
que
se superan día a día, que luchan contra sí mismos,
sin
tregua, con verdadero celo.
Que
cuando todo les falla, doblan sus rodillas
y
elevan una súplica al cielo.
Hay
sudor en el camino estrecho; fruto del esfuerzo
que
desarrollan los valientes caminantes
para
llegar a su destino.
También
hay sangre, porque en la vereda nacen rosas
y
al quererlas coger se clavan las espinas.
El
camino estrecho te lleva a la Nueva Jerusalén.
El
camino estrecho conduce a la vida.
En
este camino se encuentra a Dios.
Jesús
es el constructor del estrecho camino,
y
él te ayudará para que no te drogues,
para
que no te emborraches,
para
que no fumes,
para
que ames a tu prójimo,
para
que seas buen hijo...
Jesús
te enseñará a pensar, a discernir entre lo bueno
y
lo malo, y así poder aceptar una cosa
y
rechazar otra.
Hay
perfecta libertad en el camino estrecho,
Hay
perfecta libertad en el camino estrecho,
porque
no se hallan en él cuerdas que te atan al mundo.
Sentirás,
a veces, fatiga, dudas... pero bastará
con
que implores a Dios para que se ilumine
el
horizonte oscuro de tu vida.
Hay
en el camino estrecho ganas de vivir
y
de comunicar a los demás la alegría que sientes;
fuentes
de aguas cristalinas en las cuales beberás
y
jamás volverás a tener sed.
Llorarás,
pero acabarás riendo.
Sufrirás,
pero todo terminará felizmente.
El
camino estrecho se ensancha en tu mente,
y
las dificultades que en él se hallan te ennoblecen,
te
moldean, te hacen hombre...
En
el camino estrecho encontrarás buenos samaritanos,
con
las manos extendidas y miradas bondadosas.
Pídeles
un favor y estarán dispuestos a concedértelo.
El
amor se halla en el camino estrecho.
Hay
respeto humano, misericordia, fe en Dios
y
amor a su santa ley, la cual rige
en
el camino estrecho.
El
camino estrecho conduce a la felicidad.
Y
aunque caminarlo cuesta, cada pisada nos
acerca
más al triunfo final.
Joven,
si no lo sabes te diré que en el camino estrecho
acabas
logrando lo que anhelas... ¡La vida eterna!
Nunca
se te agotará la dicha, sino que irá en aumento.
Si
andas por el camino ancho... ¡Piénsatelo!
Tienes
a un Buen Amigo esperándote en la puerta
del
estrecho camino y con su mano te invita
a
que lo andes.
¡Anímate!
¡No te arrepentirás!
El reino de Dios
El
reino de Dios se acerca,
aceptemos
la cruz.
Desechemos
las tinieblas,
busquemos
siempre la luz.
¡Cuánto
anhelo la gloria
que
en el cielo hallaré.
Conseguiré
la victoria
y
a Cristo yo alabaré!
Lo
que nos parece un sueño
pronto
será realidad.
Seamos
siempre sinceros
proclamando
la verdad.
Aquel
día veremos
cara
a cara a Jesús,
con
su amante rostro
irradiando
su luz.
Acabarán
los llantos
sufrimiento
no habrá,
delicias
miles tendremos
en
la nueva ciudad.
Gozar
no será un sueño
será
una realidad.
Con
Cristo reinaremos
por
toda la eternidad.
El Buen Pastor
El
buen Pastor vino aquí para buscarnos
y
llevarnos con ternura a su redil.
Su
gran amor desplegó para encontrarnos
y
su vida la perdió por ti y por mí.
¿Qué
prueba más, qué prueba más
puedo
pedir, Señor,
Para
caer postrado a tus pies?
Con
gratitud, con gratitud
quiero
pagar, Señor,
esta
deuda que tengo con Jesús.
Al
tropezar nuestros pies en el pecado
la
manada silenciosa se alejó.
Jesús
nos vio sollozar desesperados,
conmovido,
trono y gloria Él dejó.
Viniste
aquí para amar a los perdidos
En
la noche o con sol abrasador
no
te importó rastrear por los caminos,
de
tus hijos, el quejido abrumador.
Agradecer
a Jesús por redimirnos,
deseamos
al cantar esta canción.
Concédenos
la dicha de conducirnos
a
tus pastos abundantes de Sión.
La voz de Jesús
(Canción
de cuna)
“Con
su amor, con su amor,
Jesucristo
me llena,
y
su voz me será
siempre
consolación”.
“Nada
soy, nada soy,
lejos
de mi Maestro.
Quiero
estar, quiero estar,
cerca
de mi Jesús”.
Duérmete,
duérmete,
retoño
felizmente,
que
tus sueños, muy pronto,
muy
profundos serán.
Si
la voz, si la voz,
del
Deseado tú escuchas,
tus
ojos pequeñitos
pronto
se cerrarán.
Crecerás,
crecerás,
pronto
serás muy grande;
y
Jesús, tu Señor,
cuidará
tu corazón.
Me levantaré
Recitado:
Lucas 15:11-20
Me
levantaré e iré a mi Padre,
frío
no tendré, me vestirá.
Muy
lejos anduve, quemé lo que recibí,
mi
conciencia no tiene paz.
Gozo,
gozo siente mi corazón,
porque
el Padre me ofrece su perdón. (Bis)
Me
levantaré e iré a mi Padre
y
confesaré que yo pequé.
No
quiero gastar lo que con tanto dolor
has
ganado tú para mí.
Me
levantaré e iré a mi Padre
y
regresaré hoy a mi hogar.
¡Qué
felicidad, estar en casa otra vez,
y
su abrazo poder sentir!
El perfume de María
Yo
quiero verter
el
perfume de María
en
tus santos pies
como
ella hiciera un día.
Yo
quiero, Señor,
aferrarme
de tu vida,
y
en el Getsemaní
velar
junto a ti,
compartir
tu agonía.
Yo
quiero, Señor,
en
mis fuerzas no confiar,
con
Pedro, el apóstol,
por
mis pecados llorar.
Anhelo,
Señor,
recibir
de ti alegría,
tener
el valor
de
no ser infiel
ni
negarte ningún día.
Yo
quiero, Señor,
acompañarte
al Calvario,
y
bajo tus pies
confesar
mi indignidad.
Yo
quiero, mi Dios,
como
aquel ladrón, perdón,
y
junto a la cruz
destierra
mi yo,
salva
mi vida perdida.
Dormimos
Mi
vida se apaga lentamente
en
el candil.
Mis
años transcurren
raudamente
cual ciclón.
El
hombre joven se pierde,
pujando
están las arrugas.
¿Perecemos?
No.
Dormimos
para despertar un día.
Es
como el grano enterrado
que
pronto germinará.
Es
como el eco que vuelve
cuando
le das voz al viento.
Hondo
y frío antagonismo:
Vida
y muerte,
muerte
y vida...
Morir
para resucitar.
Si
en mi vagar por el mundo
no
hice bien,
sólo
di espinas...
Pereceré
para siempre.
Pero
si a Dios yo enaltezco,
y
siento el arrepentimiento
de
los pecados que abrigué,
cuando
muera, dormiré,
para
despertar un día.
Pedro negó a Cristo
(Mat.
26:69-75; 27:3-10)
Pedro
negó a Cristo
con
sus trémulos labios.
Pedro
negó a Cristo
como
tú y como yo.
Cuán
lejos andamos
de
Jesús, el nazareno,
con
la boca le alabamos,
con
los hechos le negamos.
Cuántos
le proclaman
y
le dicen “el Maestro”,
pero
llegado el momento
ahogan
su parecer.
Pedro
lloró amargamente
y
cambió toda su vida,
desterró
su suficiencia
y
alcanzó el perdón de Dios.
No
hagamos como Judas,
que
temió lo que venía;
no
tuvo arrepentimiento
y
perdió la salvación.
Siempre te busqué
Siempre
te busqué
por
las sendas anchas
de
este mundo
y
no estabas tú,
y
no estabas tú.
Donde
está el odio
no
vivías tú.
Donde
está la guerra
no
estabas tú.
Donde
hay mentira, Señor,
no
morabas tú.
A
los que hacen daño
no
conoces tú.
Un
día busqué
por
la senda angosta
de
la vida,
allí
te encontré,
allí
te encontré.
Donde
se honra tu ley
allí
moras tú.
En
los que te buscan
te
encuentras tú.
En
los que sufren, Señor,
allí
sufres tú.
En
la gente que ama
te
deleitas tú.
Yo
sé que esta luz
que
ilumina la senda
de
mi vida,
eres
tú, Señor,
eres
tú, Señor.
Sin fe
(Luc.
24:13-27, 32)
Cabizbajos,
preocupados,
caminaban
hacia Emaús,
comentando
lo ocurrido
aquellos
pasados días con Jesús.
Proseguían
tristemente
su
viaje hacia Emaús,
la
duda les embargaba
y
las lágrimas rodaron sin querer.
Sin
fe, sin fe, y su esperanza perdida,
con
sus ojos velados, la tristeza viene y va. (Bis)
Un
extraño se les une,
tan
absortos estaban
que
ellos no le conocieron
y
continuaron sus pláticas con Él.
“Le
creímos y esperamos
la
salvación de Israel.
Pero
hace ya tres días
que
en el monte
del
Calvario murió Él”.
Tal
vez, tal vez, a ti te pasa lo mismo,
caminas
por la vida sin esperanza ni fe. (Bis)
El
extraño les recuerda
profecías
de su buen rey,
en
las cuales se decía
que
todo esto iba a acontecer.
Y
sus mentes se iluminan
recobran
su poca fe,
reflexionan
y se alegran
ahora
tienen motivos para creer.
Con
Él, con Él recobraron su alegría,
su
corazón ardía con el amor de Jesús. (Bis)
Y
tú, y tú, caminante de Emaús,
no
olvides que a tu lado camina Cristo, Jesús.
Te
ayudará.
El hombre sediento
Sediento
el hombre senil
deambula
sin parar,
solo,
angustiado y febril,
su
sed no puede calmar.
Busca
su agua, anheloso,
creyendo
poderla hallar
en
este mundo azaroso
de
miseria y de maldad.
Pero
la fuente mundana
sólo
agua amarga destila.
Su
sed no queda aplacada
y
el hombre viejo camina.
Por
la gracia salvadora
llega
al pozo de Jacob,
do
la mujer pecadora
dialoga
con el Señor.
“El
agua que te daré
de
mi fuente emanará.
Calmará
toda tu sed
y
el alma henchida será”.
Contrito
el hombre se arrima
a
los pies del Salvador,
y
con avidez se anima
a
sorber una porción.
¡Qué
agradable sensación!
Su
corazón se emociona.
El
agua del Salvador
paz
y gozo proporciona.
Jesucristo
es Agua Viva,
fuente
de eterno caudal.
Pecador,
Él no te priva,
¡bebe
hoy de su raudal!
No desfallezcas
Si
en la lucha cotidiana
surgen
sombras y no hay luz,
ve
la claridad meridiana
que
dimana de la cruz.
Y
no desfallezcas. (Bis)
Si
tu alma se debate
entre
la vida y la muerte,
no
abandones el combate
permanece
leal y fuerte.
Y
no desfallezcas. (Bis)
Si
por querer al Señor
no
te han aceptado ni amado,
mira
como el Salvador
murió
por ti siendo odiado.
Y
no desfallezcas. (Bis)
Cree
en las promesas de amor
que
de la Biblia provienen,
y
obtendrás el galardón
de
los que así bien proceden.
Y
no desfallezcas. (Bis)
Triste es vivir sin
amor
Triste
es vivir sin amor,
sin
el calor de otro ser.
Cuán
amargo es el dolor
si
no hay nadie a quien querer. (Bis)
La
vida se torna gris,
cesa
el canto melodioso,
no
existe un día feliz
todo
es oscuro y medroso. (Bis)
Sólo
el amor satisface,
el
odio y rencor destruyen.
sólo
el amor deshace
las
penas que al alma fluyen.
el
amor es don de Dios,
no
se adquiere se regala.
Surge
en nuestro corazón
cuando
con fe se demanda.
Surge
en nuestro corazón
cuando
con fe se demanda.
¡Cuán
hermoso es el amor!
Crea
nobles sentimientos,
destruye
la sinrazón,
eleva
los pensamientos. (Bis)
Amor,
amor verdadero,
yo
te anhelo poseer
y
te reclamo sincero:
¡transforma
todo mi ser! (Bis)
¡Despierta joven!
(Ecles.
12:1)
¡Despierta
joven!
Despierta
de tu letargo invernal,
que
la primavera de tu vida
puede
llegar si tú lo deseas.
No
te quedes ahí,
frío,
indiferente,
impermeabilizado
al amor de Dios.
Sé
que es difícil creer para ti...
La
vida te ha defraudado,
las
personas te han decepcionado.
Los
medios de comunicación
te
han presentado una vida “facilona”,
de
héroes inmortales, de guerras justas,
de
amores rosa... De bebidas y tabaco
que
te hacen hombre.
Pero
la realidad es otra muy diferente.
Hay
un Creador.
Un
Dios que gobierna el Universo,
y
que controla sabiamente
el
movimiento de todos los astros.
Aunque
no lo crean...
Aunque
te lo nieguen...
Sé
que tu vista y la mía
no
llega más allá de las estrellas
y
que los grandes telescopios
nunca
lo han detectado,
pero
existe. Es.
Un
Dios bueno y no destructor y severo
como
muchos se esfuerzan en presentar.
Un
Dios justo, un Dios de amor
que
ama a todos los seres humanos
y
a todos los seres que pueblan el Universo.
Sepas
también que ese Dios fue capaz
de
despojarse de lo que más amaba:
su
Hijo Jesucristo,
que
vino a este mundo para buscar y salvar
lo
que se había perdido,
y
que murió en una cruz en el Calvario.
¡Despierta
joven!
Despierta
ahora en tu juventud,
en
tu lozanía;
y
atrévete a creer en Dios.
Será
lo más maravilloso que puedas
hacer
en esta vida.
Despierta
ahora que te sobran fuerzas,
y
observa con tus ojos el mundo que te rodea.
Mira
la sencilla flor del campo,
mira
el revoloteo de los pájaros,
mira
la cándida luz de la mañana,
mira
el cielo en la noche,
mira
al recién nacido,
mira
la inmensidad del mar,
y
oye...
Oye
el gorjeo de las aves,
oye
el rumor del riachuelo,
oye
el imponente trueno en la tormenta,
oye
el fragor de los océanos,
oye
el latir de tu corazón,
y
dime...
¿Te
resulta difícil aún creer en Dios?
¡Despierta
joven!
Despierta
ahora en tu juventud,
en
tu lozanía.
Ahora
que tus ojos pueden distinguir
claramente
los colores.
Ahora
que tus manos no tiemblan.
Ahora
que puedes caminar sin cansarte.
Ahora...
Antes que la senectud
te
envuelva con sus brazos de acero
y
no puedas, aunque quieras,
hacer
muchas cosas.
Despierta
a la voz de Dios
y
demuéstrate a ti mismo que puedes
hacer
cosas muy importantes en la vida.
Tiende
a otros tu mano,
y
ayudando te ayudarás.
Si
te propones ser útil harás falta
a
muchos y serás un conducto
por
el cual fluirán las bendiciones de Dios.
¡Despierta
joven!
Despierta
ahora en tu juventud, en tu lozanía.
Y
alégrate porque Dios te ama;
alégrate,
porque a pesar de lo lejos
que
has estado de El, si tú lo deseas,
puedes
asirte de su mano y andar a su lado.
Alégrate
porque esta vida no termina aquí,
hay
una vida nueva que se proyecta
ante
ti y podrás disfrutarla si tú lo deseas.
Espera
un mundo sin conflictos en el alma,
una
sociedad de gente justa.
Espera,
porque pronto, Cristo
en
persona te dirá:
“Bien
hecho, joven.
Sobre
poco has sido fiel,
sobre
mucho te pondré.
¡Entra
en el gozo de tu Señor!”.
¡Despierta
joven!
¡Despierta!
Y
acuérdate...
Acuérdate
de tu Creador
en
los días de tu juventud.
Afirma mis pies
Afirma
mis pies en tu camino,
que
no titubeen,
que
al final yo pueda llegar.
Como
un niño soy, que necesita
de
tus fuertes manos,
tiernas
manos llenas de amor.
Afirma
mis pies en tu camino
y
aunque esté cansado,
infúndeme
aliento, Señor.
Peligros
habrán en mi sendero,
si
estás a mi lado
nada
he de temer así yo.
(Recitado
con música de fondo):
“Guárdame,
oh Dios,
porque
en ti me refugio.
Dije
al Eterno: 'Tú eres mi Señor.
Fuera
de ti no hay bien para mí'...
Al
Eterno he puesto siempre
ante
mí; porque está a mi diestra
no
seré conmovido...
Sustenta
mis pasos en tus caminos para
que
mis pies no resbalen” (Sal. 16:1, 8; 17:5).
Acepta
mi afán de superarme,
cámbiame
el carácter.
Transforma
mi vil condición.
Afirma
mi fe en la esperanza
de
que allá, en el cielo,
me
darás descanso, Señor.
Peregrino soy
Peregrino,
soy peregrino,
anhelo
estar cerca de Dios.
Diviso
ya en la lontananza
la
hermosa tierra de Sión.
Junto
al Señor estaré un día,
siempre
a su lado gozaré.
La
sed de amor que ahora siento
junto
a mi Dios la saciaré.
Mi
corazón vive deseando
las
cosas que no morirán.
En
este mundo todo es vano,
mi
anhelo es la eternidad.
Ven
pecador y caminemos,
deja
tu lastre de maldad.
En
el camino hacia el cielo,
tú
sentirás felicidad.
Mi voz a ti clama
Mi
voz a ti clama,
¡oh,
buen Dios de amor!
Pon
dentro de mi alma
tu
tierno candor.
Tu
dulce mirada
tan
llena de amor,
transforme
mi vida,
me
quite el dolor.
Mi
voz a ti clama,
caro
Salvador.
Mi
anhelo te llama
refugio
de amor.
Mi
Amigo, mi Hermano,
mi
eterna canción;
tiéndeme
tu mano,
quiebra
mi prisión.
Mi
voz a ti clama,
fiel
Consolador. Desciende y derrama
en
mí tu calor;
la
llama que prenda
mi
vida sin sol
y
alumbre mi senda.
Esta
es mi oración.
En el cielo anhelo
estar
En
el cielo anhelo estar
junto
a Jesús, el amado.
Allí
ansío reposar,
porque
me encuentro cansado.
Nada
espero en esta vida,
sólo
la futura gloria
conforta
mi alma afligida
y
se mantiene en memoria.
Ven
pronto, Jesús querido,
para
llevarme a Sión,
donde
no estaré afligido
y
entonaré tu canción.
Ven
pronto, Rey de mi vida,
y
alivia tú mi dolor;
bálsamo
para mi herida
traerás
contigo Señor.
No
tardes que anhelo verte
sobre
las nubes del cielo.
Pero
si llega la muerte
antes
de verte en mi anhelo,
resucítame,
pues quiero,
correr
del justo la suerte,
y
verte, verte el primero,
truncando
la amarga muerte.
¡Oh,
qué gozo yo tendré
cuando
tú en gloria regreses!
¡Oh,
qué dicha sentiré
cuando
en tus brazos me estreches!
Admirable plan de
redención
Admirable
plan de redención
llevado
por Jesús a la acción;
no
hay palabras para definirlo
ni
mente que pueda concebirlo.
Dejó
la excelsa patria del cielo,
abismarse
quiso en gran desvelo
por
esta humanidad transgresora,
ruin
y perversa pecadora.
Arrostró
una existencia abnegada,
y
dio luz a tu vida apagada.
Él
cargó sobre sí tu ruindad;
es
fuente de eterna caridad.
Y
en el triste ocaso de su vida,
lacerado
su cuerpo y herida
su
sien real, no rehusó el dolor
destinado
para el pecador.
Su
cuerpo gélido, flagelado,
su
costado frágil, horadado,
y
su frente de Rey, lastimada,
hablan
de su oblación abnegada.
Admirable
plan de redención,
que
se escapa a toda comprensión;
para
tan inefable favor
hay
sólo una palabra: ¡Amor!
Recapacita
alma dormida
y
comienza a ser agradecida.
Por
ese amor puro y elevado,
¿oirás
de Cristo su llamado?
No me desampares
No
me desampares
en
estos momentos
de
necesidad.
No
me dejes solo
en
esta batalla
contra
Satanás.
Que
mi alma anhela
recobrar
la calma,
vivir
tu armonía.
Notas
discordantes
mi
instrumento da.
Fuerza
y esperanza
concédeme
tú,
y
en la lucha cruenta
contra
lo carnal,
cumple
tu promesa
de
ofrecer al débil
segura
victoria,
consuelo
y bonanza,
abrigo
y solaz.
Sólo el hombre duda
¿Duda
el pájaro que existes?
¿Duda
la hermosa paloma?
¿Duda
la nube que vistes
o
el sol que por ella asoma?
¿Duda
la lluvia que riega
al
grano que en tierra posa
y
crecerá hasta la siega?
¿O
tal vez duda la rosa?
¿Dudan
los valles y montes
que
Alguien los viste y adorna?
¿Duda
el ágil saltamontes
o
la planta que al sol torna?
¿Dudan
los astros celestes
en
su recorrido fijo?
¿Dudan
del cielo las huestes
que
Dios se ofreció en el Hijo?
Todo
el orbe le venera,
conoce
y ama al Creador.
Sólo
el hombre, en su ceguera,
duda
de su buen Dador.
Cristo redime
Redime
Cristo en Belén,
redime
Cristo en el Templo,
redime
en Jerusalén.
Redime
cuando exhortaba
a
la vasta multitud.
Redime
su amor que daba
henchido
de gran virtud.
Redime
al ser despreciado,
redime
ante el Sanedrín;
frente
a un Pilatos malvado,
redime
Cristo sin fin.
Redime
Cristo juzgado
y
condenado a sufrir.
Redime
Cristo clavado,
redime
orando al morir.
Redime,
redime al hombre,
desde
el pesebre a la Cruz.
Redime
sólo su nombre,
no
hay en el mundo otra luz.
Llena mi vida de
aliento
Llena
mi vida de aliento
tiende
tu mano hacia mí,
que
en este mundo sangriento
no
puedo vivir sin ti.
Límpiame
de mis maldades,
borra
el recuerdo infeliz;
que
me ahogan mis pesares,
y
deseo ser feliz.
No temáis
No
temáis, manada pequeña. (Bis)
Porque
a mi Padre le ha placido
daros
el reino de su amor. (Bis)
Esperad
al que viene pronto, (Bis)
a
compensar vuestras aflicciones,
vuestros
quebrantos y dolor. (Bis)
Cantarán
mis labios tu gloria. (Bis)
Alabaré
tu misericordia,
¡regresa
pronto, Salvador! (Bis)
Confianza
Confiado
a ti vengo
dispuesto
a servirte;
todo
lo que tengo
a
ti te lo doy.
Dudas
y conflictos,
gozos
y esperanzas
en
tus tiernas manos
depositaré.
Miedos
y pesares,
pecados
y yerros,
en
tu atento oído
los
confesaré.
¿Qué le has dado a
Cristo tú?
¿Qué
le has dado a Cristo tú?
¿La
enemistad y el rencor
que
a los humanos separan?
¿O
el respeto y el amor
que
a las personas hermanan?
¿Qué
le has dado a Cristo tú?
¿Un
corazón ocupado
de
riquezas y placeres?
¿O
un afecto consagrado
a
los nobles menesteres?
¿Qué
le has dado a Cristo tú?
¿Manos,
de sangre, manchadas?
¿Hurtos
y ciega codicia?
¿Tus
facultades quemadas?
¿O
tu escondida malicia?
¿Qué
le has dado a Cristo tú?
¿La
bondad que al pobre alivia?
¿Compasión
y abnegación?
¿O
tal vez una fe tibia
en
las promesas de Dios?
¿Qué
le has dado a Cristo tú?
El
bendito Rey de gloria
muy
pronto va a regresar.
¿Serás
sólo vil escoria...?
¡Debes
en ello pensar!
La gracia
Una
joya es la gracia de Cristo,
no
la puedes con oro obtener;
el
regalo que Dios ha provisto
y
al humano le quiere ofrecer.
Si
los ojos de tu fe le han visto
en
la injuriosa cruz perecer,
no
demores más para estar listo;
déjale
tomar todo tu ser.
Alarga
tu mano pecadora
para
aceptar la gran salvación
que
aquistó Jesús en buena hora.
Tesoro
de alta estimación,
bellísima
gracia redentora,
en
la eternidad serás canción.
Tu día sagrado
(Isa.
58:13-14; 66:23)
Tu
día sagrado me gozo en guardar,
tu
sábado santo es todo solaz.
Es
un mandamiento de la ley de Dios,
reposa,
creyente, de tu obligación.
Día
del descanso, día del señor,
deleite
en el alma henchida de amor.
sus
horas son gratas y a tí, mi canción,
asciende
a tu trono en sincera oblación.
En
tu santo día medito, Señor,
cuán
gran sacrificio desplegó tu amor.
Te
diste en Cristo a la humanidad,
¡alabado
seas por la eternidad!
En
la tierra nueva vendremos a ti
cada
siete días a adorarte allí.
Ante
tu presencia el justo estará
rindiéndote
culto y a ti cantará.
Yo no comprendo
No,
no, yo no comprendo
la
inmensidad de tu amor.
No,
no, yo no entiendo
tu
caminar sin rencor.
No,
no, yo no concibo
tu
perdonar sin fingir.
No,
no, yo no percibo
todo
el amor que hay en ti.
Todo
ese amor recibido
me
deja sin palabras,
no
capta mi sentido
y
al fin caigo rendido
pidiéndote
perdón.
No,
no, ¡oh, no he llegado
ni
a vislumbrar tu estimar!
cuando
por mi pecado
tú
te dejaste azotar.
No,
no, yo no pensaba
que
te dejase la luz.
No,
no, yo no esperaba
tu
humillación en la cruz.
Todo
ese amor recibido
me
deja sin palabras,
te
ruego que me ayudes
a
consagrar mi vida
por
siempre a ti, Señor.
Nuestros hijos
Tus
hijos son mis hijos,
mis
hijos tuyos son.
Perfecta
simbiosis de amor,
fruto
de un querer sincero.
En
ellos están nuestras vidas comprimidas;
son
reflejo del cariño que nos profesamos
desde
siempre;
aquel
sueño de antaño
que
se hizo realidad.
Son
tu sangre y mi sangre,
tu
tiempo y mi tiempo unidos,
un
canto de libertad.
¡Oh,
hijos nuestros, son de Dios!
Tus
hijos son parte de mi,
mis
hijos son parte de ti
y
a la vez son ellos mismos.
En
ellos volcamos raudales de afecto,
son
lo más hermoso después de tu amor.
Hijos,
árboles pequeños,
repletos
de vida. Necesitan agua y sol,
el
abono del cariño
y
manos seguras para evitar que se doblen.
Hijos,
alborozo del hogar,
la
corona de alegría.
Siempre
estarán con nosotros,
aunque
falte su presencia.
Sublime redención
Señor
Jesús que has vivido
para
redimir al mundo,
sin
mancha tu vida ha sido
no
hubo en ti nada inmundo.
Sólo
pensaste en sanar
y
librarnos del pecado.
Tu
objetivo fue amar,
ser
el Cordero inmolado.
Señor
Jesús que has comprado
con
tu sangre mi existencia,
oye
mi grito callado,
no
me niegues tu presencia
que
vivir sin ti mi aterra
y
no puedo ser mejor.
El
alma mía se aferra
a
tu justicia y amor.
El pecado
El
pecado da temor
y
la esperanza te quita;
el
pecado te marchita
la
hermosa flor del amor.
Destruye,
corrompe y mata
la
nobleza y la honradez;
toma
cuerpo la altivez
y
las pasiones desata.
¡Cuán
horrendo es el pecado!
A
sus víctimas mortales
conduce
hasta los portales
de
un sino nunca esperado.
Líbrate
de esa desgracia:
¡Mira
con fe al Salvador,
que
es el Verbo Redentor
henchido
de amor y gracia!
El
humano que no quiera
violar
la Ley del amor,
con
el poder del Señor
podrá
vencer a esa fiera.
Perfección
No
reparemos sólo en una cosa,
siempre
hay el lado bueno de la vida.
Aunque
posea espinas nuestra rosa
nos
da fragancia sin que nada pida.
Puede
haber una noche tenebrosa,
pero
al rayar el día se invalida.
Puede
no ser la tormenta armoniosa
mas
fecunda la tierra adormecida.
Lo
que en principio nos parece adverso
algún
día se torna en bendición.
Aquello
que oscurece el universo,
a
la postre, es sólo la creación
de
otro fresco y maravilloso verso
en
el poema de la perfección.
Renueva mi vida
Renueva
mi vida de fe,
tu
aliento me sostenga;
enseñándome
a amar,
aunque
sólo esto obtenga.
Es
tu amor quien nos eleva
porque
es puro, santo y pleno;
cada
mañana nos llega
henchido
de aroma eterno.
Eres
fuente que no cesa,
manantial
inagotable;
grata
influencia que apresa,
sólo
Tú eres adorable.
Imposibilidad humana
Rebosa
el alma humana de ansiedad,
ya
de niños, hasta en la senectud,
¡cuántos
intentan ahogar su inquietud,
y
en su lucha no hay seguridad!
¡Esfuerzos
vanos, todo necedad,
si
alcanzar se pretende la virtud,
paz
interna, piedad y rectitud,
tan
sólo con la pobre humanidad!
De
Dios dimana la gracia que inspira,
la
voz que torna lo humano en divino,
la
noche más negra en luz que se admira,
la
trágica suerte en feliz destino.
Su
Espíritu eleva al que, fiel, aspira
a
andar con Jesús por el buen camino.
Amor del bueno
Amor
que perdona y olvida.
Amor
que no hiere.
Amor
de manos cálidas y firmes.
Amor
de sinceros besos.
Amor
de eternas alegrías.
Amor
preñado de hermosas primaveras.
Amor
del bueno...
Amor
que levanta el vuelo
por
encima del miasma de esta vida.
Amor
que se adentra
en
la aventura del esfuerzo.
Amor
que quema la escoria
de
la incomprensión.
Amor
que se supera.
Amor
que mira sin odio.
Amor
que llora de alegría.
Amor
que bendice.
Amor
que trabaja.
Amor
que mejora el mundo.
Amor
del bueno...
Amor
responsable.
Amor
que no domina.
Amor
que invita sin coaccionar.
Amor
que sacia.
Amor
que inspira.
Amor
que busca siempre
la
hermosa cara de la vida.
Amor
que lucha y no se rinde.
Amor
henchido de esperanza.
Amor
sensible a la desgracia humana.
Amor
del bueno...
Amor
que labra un porvenir.
Amor
que cree.
Amor
que sueña.
Amor
de realidades buenas y malas,
pero
feliz.
Amor
que corre,
camina
y descansa,
pero
que nunca se estanca.
Amor
que alimenta ilusiones propias y ajenas.
Amor
que da comida al hambriento.
Amor
que visita al preso.
Amor
que se ocupa del enfermo.
Amor
del bueno...
Amor
que escucha atentamente.
Amor
dispuesto.
Amor
que respeta.
Amor
que no se ciega.
Amor
que no mata.
Amor
que no genera
divisiones
entre hermanos.
Amor
que apacigua.
Amor
solidario.
Amor
que no espanta.
Amo
que escala cada día
la
montaña del afecto.
Amor
del bueno...
Amor
que respeta las canas del anciano.
Amor
que no abandona a los hijos
y
les nutre de verdad y honestidad.
Amor
que no ahoga en la indiferencia
el
gemido de la guerra y del hambre.
Amor
que no discrimina a los otros.
Amor
que no destruye el propio cuerpo
con
errados hábitos de vida.
Amor
que no daña la naturaleza.
Amor
coherente.
Amor
honesto.
Amor
sincero.
Amor
paciente.
Amor
divino.
Amor
del bueno...
Amor
eterno...
¡Este
es el amor que anhelo conquistar!
Nuestro pequeño bajel
Como
barquitos que bregan
cruzando
el mar encrespado,
nuestras
dos vidas navegan
rumbo
al puerto deseado.
No
habrá tormenta que anegue
nuestro
querer sublimado,
y
aunque el temporal nos niegue
gozar
del día soleado,
remando
juntos podremos
al
mal tiempo combatir,
y
en la eternidad tendremos
un
lugar que compartir.
¿No
vale la pena, amor,
soñar
despiertos que vamos
al
encuentro del Señor?
Es
tanto lo que ganamos
que
no podemos cejar
en
nuestro elevado empeño
de
aborrecer el pecar;
y
aunque el bajel es pequeño,
grande
es el Dios que nos guía,
que
no dejará hundir
el
ideal que aquel día
conseguimos
construir.
Pétalos del
pensamiento
Pétalos
del pensamiento
que
con las alas del viento
surcan
los cielos del alma,
para
colmarnos de calma
las
cámaras de la razón.
Fragancias
que vivifican,
ennoblecen
y edifican
al
humano corazón.
Del
ideal son las luces
y
a veces también las cruces
que
nos torturan y amargan.
De
rencores nos descargan
si
se dicen con amor;
levantan
a los caídos,
orientan
a los perdidos,
mitigan
nuestro dolor.
Acrecientan
la esperanza,
el
valor y la confianza.
Pero
a veces son prisiones
de
sencillas ilusiones,
o
sublimes sentimientos,
que
no dejan aflorar...
Pueden
hacernos llorar
si
se visten de lamentos
o
se engalanan de embustes;
y
aunque la muerte no gustes,
si
están colmadas de hiel,
robarán
la poca miel
que
nos ofrece la vida.
¡Qué
bellas son si con gracia
se
dan a los que en desgracia
penan
por alguna herida!
Tesoro
inconmensurable
si
reflejan lo agradable
y
no niegan la verdad.
Pronunciadas
con bondad,
sapiencia
y solicitud,
edifican
al oyente
y
son el mejor agente
generador
de virtud.
¡Qué
hermoso nuestro lenguaje
si
se le quita el ropaje
de
la pérfida doblez!
Cuanto
hay de lobreguez
en
nuestro penoso andar,
las
palabras que decimos
avivan
lo que sufrimos
o
alimentan nuestro amar.
Frutos cristianos
Despacio
camina
con
paso prudente;
todo
lo examina,
es
muy atrayente.
Se
llama cautela.
Verdes
son sus ojos,
de
amplia sonrisa.
No
tiene cerrojos,
de
soñar precisa.
se
llama esperanza.
Su
cuerpo preserva,
es
equilibrada;
lucidez
conserva,
no
abusa de nada.
Se
llama templanza.
Es
muy admirable,
escala
la cima
de
lo inalcanzable,
y
siempre te anima.
Se
llama confianza.
Perdería
un mundo
por
una mirada;
lo
que da es fecundo
no
escatima nada.
Su
nombre es amor.
Renovación
Tú
renuevas mis fuerzas cada día,
serenas
mi extenuado navegar,
trocando
con tu voz, al increpar,
mi
tormenta mental en melodía.
De
mi ser aniquilas la osadía
del
continuo ofenderte en el pecar,
y
haces nuevo mi hombre viejo al quemar
el
«ego» destructor que me afligía.
Te
deleitas mostrándote amoroso
si,
fracasado, busco en ti bonanza,
transformando
mi canto quejumbroso
en
himnos de victoria y esperanza.
¿Qué
sería de mi, sin ti, Señor?
¿Qué
del mundo, sin luz, en su clamor?
Marinero
Marinero,
marinero,
que
te adentras en el mar
con
tu barquito velero;
¡cuánto
te gusta remar!
Marinero,
marinero,
las
gaviotas al pasar
rozan
tu barco pesquero
queriéndolo
acariciar.
Marinero,
marinero,
las
olas quieren besar
el
casco de tu madero
que
desea descansar.
Las luchas del alma
Las
luchas del alma
son
luchas cruentas;
y
en su mar, sin calma,
las
muchas tormentas,
hunden
esperanzas,
desatan
pasiones,
inspiran
venganzas,
matan
ilusiones.
En
sus aguas turbias
navegan
navíos,
que
cargan lujurias
envidias,
hastíos...
Y
en las soledades
de
aquellos rincones
se
traman ruindades
que
como prisiones,
recluyen
los sanos
principios
divinos;
y
así, los humanos,
yerran
sus caminos.
¡Oh,
recinto santo!
por
Jesús creado,
¡grande
es tu quebranto!
Causólo
el pecado.
El
alma que ansía
la
dulce bonanza,
a
Dios se confía
y
ejerce templanza.
La luz vencerá
Espero
con ansia aquel día augusto
en
el que la luz vencerá a las sombras,
caminos
de espinas se tornen alfombras
de
flores divinas y el llanto del justo
fenezca
y resurjan del árbol vetusto
los
frutos eternos de las buenas obras.
¡Qué
dicha tan alta! ¡Vivir sin zozobras!
Sin
miedos, rencores, quimeras, ni gusto
que
borre del alma, por su perversión,
la
imagen impresa por Dios en el hombre.
¡Qué
gozo inefable! Quebradas, prisión,
tus
frías cadenas de muerte y un nombre
heredar
de Cristo, nuevo y victorioso,
eterna
sonrisa, un cuerpo glorioso...
Ingratitud humana
No
comprendo por qué de tu Calvario
dimana
tanto amor y simpatía,
para
un mundo que ignora tu agonía,
hiriéndote
con su pecar a diario.
Si
no hay maldición para tu adversario,
aunque
en la cruz robó tu lozanía,
¿por
qué sólo hay hedor donde debía
fluir
el aroma de tu incensario?
¿Por
qué el corazón humano rebosa
de
ingratitud, ante la cruz que eleva
de
la basura a la gloria y osa
comer
del árbol prohibido, cual Eva?
¡Oh,
Señor! Que no desprecie tu ofrenda
y
el fuego de tu amor en mi se prenda.
Rostros de cera
Rostros
de cera,
hueca
sonrisa,
voz
que lacera,
locos
con prisa.
Manos
que hieren,
ojos
que matan.
Sueños
que quieren
volar,
les atan.
Odio,
quebranto,
celos
y envidia.
Niños
con llanto,
loca
perfidia.
Armas
que arrasan
casas
y vidas
mientras
se pasan
horas
divinas.
Mundo
perdido...
¿Por
qué se obstina
en
ser nacido
para
su ruina?
Levanta tu vuelo
Levanta
tu vuelo
hacia
nuevos espacios;
surca
el negro cielo
en
busca de palacios
rubí.
Do
la luz divina
no
esconde su fulgor,
que
todo ilumina
con
suave color
marfil.
Los
querubes cantan
ignotas
melodías.
Miríadas
levantan
eternas
sinfonías
de
amor.
Levanta
tu vuelo
hacia
nuevos espacios;
surca
el negro cielo
en
busca de palacios
rubí.
Vibra
el firmamento
pletórico
de vida...
y
no hay sufrimiento.
Sólo
tiene cabida
la
paz.
No
se aja el nardo,
no
muere el ruiseñor
y
el cantar del bardo
inspira
el amor
de
Dios.
Levanta
tu vuelo
hacia
nuevos espacios;
surca
el negro cielo
en
busca de palacios
rubí.
Hombres
y animales
en
armonía perfecta.
Murieron
los males,
Satán
no les afecta
ya
más.
En
Edén restaurado
a
mayor belleza,
dicha
eterna, el salvado,
tendrá
con certeza,
lo
sé.
Levanta
tu vuelo
hacia
nuevos espacios;
surca
el negro cielo
en
busca de palacios
rubí.
Algún día...
Algún
día descansará nuestra alma
del
polvoriento camino de esta vida,
y
perecerá el llanto acíbar de los niños,
la
decrepitud del cuerpo.
Algún
día nos olvidaremos del miedo,
del
odio, del rencor, del egoísmo...
hermanos
todos ellos de la muerte;
engendradores
de la desdicha humana.
Algún
día morirán los sueños
y
la esperanza dará a luz
a
hermosas realidades, pletóricas de vida.
Y
abrazaremos al cansado peregrino,
al
mártir que ofrendó su cuerpo
en
el circo o en la hoguera.
Y
se unirán en unísono canto
todas
las voces hermanas de los tiempos.
Algún
día... Sí, algún día.
Algún
día se truncará el retumbar odioso
de
los tambores de guerra,
y
enmudecerán para siempre
los
rugientes cañones.
Todos
los continentes se fundirán en uno
y
la escoria de las fronteras y el racismo
será
quemada en el crisol de Dios.
Algún
día curarán las heridas profundas
de
la tierra, cesará la endecha
de
los océanos moribundos,
de
los enlutados cielos...
Y
la primavera no se marchará de nuestro lado.
Nos
envolverá, cual nodriza amante,
con
sus brazos de colores y flores
aromáticas
y eternas;
y
con nanas de trinos de pájaros
y
rumores de riachuelos,
nos
dormirá en su pecho
de
fresca hierba y algodón.
Algún
día triunfará la vida sobre la muerte,
la
verdad sobre la mentira y la calumnia,
y
no estarán allí los acusadores.
Algún
día... Sí, algún día.
Algún
día amanecerá para nunca anochecer
y
despertaremos de nuestra pesadilla milenaria
en
el seno de nuestro Creador;
acariciados
tiernamente por sus manos divinas,
delicadas....
poderosas...
marcadas
por los clavos del Calvario.
Y
allí descansará nuestra alma
de
su fatigoso vuelo.
Sí,
algún día... Algún día.
Yo
lo creo... Yo lo espero...
Vivencia
¿Qué
son los caminos
si
no los andamos?
¿Qué
las esperanzas
que
no alimentamos?
¿Qué
el cantar sublime
si
no llega el alma?
¿Qué
es la armonía
si
cierro mi oído?
¿Qué
son los aromas
si
no los olemos?
¿Qué
es la belleza
si
no la percibo
porque
estoy cegado?
¿Qué
es la ternura
si
somos tan toscos...
tan
fríos... tan rudos...?
¿Qué
son las victorias
si
sólo pensamos
en
que no podemos?
¿Para
qué ser grande
si
no se es pequeño?
¿Para
qué el dinero
si
nos embrutece?
¿Y
qué, ser un alma
que
anhela la dicha,
si
no comulgamos
con
Dios en silencio?
El amor no caduca
El
amor no caduca jamás,
nunca
se muere;
aunque
caiga la nieve sobre él
nunca
se enfría.
No
se ahoga en las aguas profundas,
siempre
perdura,
es
sempiterno...
y
no, y no, y no
una
simple aventura.
El
amor es sufrido
y
en su benignidad
no
halla lugar el egoísmo.
El
amor nunca odia,
paciente,
al caminar,
no
piensa el mal,
todo
lo espera.
Si
este amor vive en ti
siempre
será primavera.
El
amor no se rinde jamás,
no
da la espalda,
aunque
toque a su puerta el dolor,
nunca
sucumbe;
porque
está arraigado en la fe
y
en la ternura,
es
sempiterno...
y
no, y no, y no
una
simple aventura.
Trabaja en el campo
Trabaja
en el campo
esparciendo
el grano,
a
pobres y ricos
el
mensaje da.
Lleva
la esperanza
a
hogares hundidos;
y
a todo perdido
dirige
a Jesús.
No
hay obra tan noble,
tan
grande y hermosa,
como
la que hace
el
buen colportor.
No
le abate el viento,
ni
la oscura noche;
confía
en la gracia
que
Cristo le da.
Y
un día, las almas,
por
él ayudadas,
en
la eterna gloria
lo
agradecerán.
Despunta el alba
Despunta
el alba de la verdad
en
la conciencia de los que buscan
a
Dios.
Suenan
trompetas de victoria
en
las bóvedas del alma
que
se aferran a la gracia
divina.
Ríos
de aguas argentinas
riegan
el campo
de
la templanza fertilizando
el
valor.
Y
crece, crece la fe
cual
recio árbol que hunde
sus
raíces en la profunda tierra
de
la oración.
Luz,
sólo luz para el que ama.
Paz,
sólo paz para el que espera.
Muy cerca
Es
de mi esperanza, el canto,
alas
con plumón de oro;
de
mi luchar, el quebranto,
yunque
donde clamo y lloro.
Y
a la par se forja mi alma.
Volando
me acerco al cielo,
caído,
viene hasta mí.
Es
de mi agravio, el perdón,
bálsamo
para mi alma;
una
dulce sensación
envolviéndome
de calma.
Y
a la par se forja mi alma.
Volando
me acerco al cielo,
caído,
viene hasta mí.
Es,
en mi orgullo, humillarme,
martillo
y cincel divino
cuya
obra es moldearme,
darle
vida a mi destino.
Y
a la par se forja mi alma.
Volando
me acerco al cielo,
caído,
viene hasta mí.
Eterno, eterno
Len-to,
len-to
el
tiem-po
ací-bar.
Laaaaaaaaaargo,
laaaaaaaaaargo
como prisión de cadenas y de llantos.
Insoportable
si no hay
esperanza.
Incomprensible
siempre.
Breve...
breve...
la
sonrisa
y
el amigo.
Corto,
muy corto
el
camino de la primavera.
Raudo,
raudo
el
paso
de
la felicidad,
como
relampagueo,
como
eco...
eco...
eco...
¡Oh!
¿Sólo
sufrir?
No.
Eterno,
eterno
el
gozo
de
los
redimidos.
Polvo sublimado
(Dudas
de carácter existencial)
Cuando
se haga la noche
en
tu camino,
y
se llene de sombras
y
misterio
lo
que estaba iluminado...
(Problemas
en el hogar)
Cuando
se yerga, poderoso,
el
invierno en tu morada
y
estruje con sus
gélidos
brazos
tu
vida grácil...
(Enfermedad)
Cuando
lo sano enferme
y
te lacere el dolor
imantándote
a tu lecho...
(Vejez)
Cuando,
exhausto, tu cuerpo,
de
cargar soles y lunas
se
marchite y deforme
lo
que antes fue lozano...
(Pérdida
de los amados)
Cuando
se marchen
los
amados
y
se quede su hueco
lleno
de soledades
y
recuerdos...
(Muerte)
Cuando
por la esquina
de
cualquier año
se
asome
la
odiada muerte
y
te salude
sonriendo...
Recuerda,
¡sólo
eres polvo!
Pero
polvo sublimado
por
la sangre de Jesús.
Vida
Yo
vivo si muero al “yo”;
yo
muero si el “yo” pervive.
Recibo
si doy al otro;
empobrezco
si le niego de lo mío.
Tengo
vida pletórica
si
el viejo hombre está muerto;
sólo
soy polvo pisado
si
me aferro a mi naturaleza caída.
Ensalzo
el nombre de Dios
cuando
creo y hago;
le
niego cuando olvido y peco.
Volar... volar...
Volar...
volar...
en
busca del infinito,
hacia
la casa del Padre
yo
quiero volar.
Y
asirme,
cuando
esté exhausto
mi
cuerpo,
e
ineluctable sea
la
hora amarga,
de
su mano poderosa,
vacía
de tiempo,
repleta
de ternura.
Volar...
volar...
surcando
el miedo
y
el odio;
batiendo
mis alas
sin
la renuencia
del
desesperanzado,
sólo
impulsado
por
el cálido viento
del
amor.
Volar...
volar...
sin
el bagaje
del
triste recuerdo;
henchido
mi pecho del gozo
del
que encuentra lo buscado
y
recibe lo pedido...
¡Oh,
libre del barro del pecado!
Limpias
mis alas,
limpio
mi cuerpo,
impregnados
del
olor
del Universo.
Volar...
Volar...
y
en la ciudad del Eterno
descansar
a la sombra
del
Árbol de la Vida.
Volar...
Volar...
Esperanza
“Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos
de
ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá
más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras
cosas pasaron” (Apoc. 21:4).
Cuando
el odio se muera y nazca el amor,
madurará
el hombre;
surgirán,
frescas e inocentes, alegrías eternas.
Cuando
muera el egoísmo
retoñarán
las flores sempiternas
de
la entrega absoluta,
de
aromas celestiales e incorruptibles.
Cuando
la envidia fenezca,
resucitará
la pura fraternidad,
ciega
para las razas y castas sociales,
pero
ávida de encuentros entrañables.
Cuando
desaparezcan todas las miserias
que
carcomen la naturaleza divina
implantada
por Dios en el hombre,
brotará
poderosa la vida,
pletórica
de goces, de infinitud...
y
una canción de notas angelicales
será
puesta en los labios de los redimidos,
y
nadie les robará
su
derecho a la gloria.
La cosecha celestial
“Porque
el Hijo del Hombre vendrá en
la
gloria de su Padre con sus ángeles,
y
entonces pagará a cada uno conforme
a
sus obras” (Mat. 16:27).
Presa
del miedo la Tierra convulsiona;
islas
desaparecen y el cielo oscuro
vierte
su cáliz de hiel, sin mezcla, puro,
sobre
hombres que la maldad aprisiona.
“¿Qué
es lo que tanta desgracia ocasiona?”
-pregunta
el gentío en su terrible apuro.
El
grano de los campos está maduro,
la
cosecha divina al mundo alecciona:
La
sangre de Cristo salva y perfecciona;
perdición
provoca la desobediencia.
El
amor eterniza, mas nos traiciona
la
maldad que se abriga; porque apariencia
de
exquisitos manjares tiene el pecado,
pero
sólo la muerte es su consecuencia.
Inspiración
¿Qué
sería del mundo
si
tú no existieras?
Se
marchitaría la flor de la ternura
en
la atmósfera irrespirable
de
la melancolía.
Los
caminos serían polvorientos,
sin
trinos, ni destinos donde arribar.
Si
tú no existieras
no
habrían estrellas que engalanasen
el
cabello azabache del universo,
ni
luna de plata que se mirase,
coqueta,
en los espejos de los estanques.
No
habrían aromas eternos,
ni
mares de cristal.
Si
tú no existieras
los
riachuelos no cantarían
en
la cuna de sus cauces;
los
valles no podrían
vestirse
de verdes mantos reales
y
el viento juguetón
no
agitaría los brazos de los árboles.
Si
tú no existieras
no
me podría ver
en
los ojos de mi amada,
ni
estrechar sus manos de terciopelo.
Las
notas más bellas estarían viudas,
las
nubes más altas estarían solas;
No
habrían momentos de ensueño,
y
el pensamiento estaría desnudo,
muerto
de frío.
Si
tú no existieras
nunca
brotaría del vientre la vida,
y
la muerte no podría ser como un sueño.
Nuestros
hijos
no
serían como brotes de olivo,
y
el amor no sería la exaltación del alma.
Si
Dios no te hubiese creado, poesía,
no
podríamos sublimar las palabras
y
todo estaría pintado de negro.
Contigo,
poesía, puedo levantar el vuelo
y
ascender por el espacio
infinito
de la expresión,
buscando
el traje más bello
para
vestir lo que imagino y veo
La
inspiración aviva tu llama,
robustece
tu espíritu,
gestando
así los versos de la vida.
Poesía,
regalo del cielo.
A Budapest
Todo
en silencio,
frío
en la calle
y
el verde valle
dormido
está.
Bajo
su manta
de
blanca lana
la
vida humana
¿a
dónde va?
Budapest
quedo,
la
noche avanza
envuelta
en danza
de
niebla y luz.
Luz
de farolas
que
se asemejan,
cuando
reflejan
su
brillantez
en
el Danubio,
pepitas
de oro,
como
un tesoro
que
alguien guardó.
Como
un camino
de
mil estrellas,
sutiles,
bellas,
que
alguien pintó.
Budapest
duerme,
sólo
la calma
envuelve
mi alma
de
eterna paz.
Y
me pregunto:
bajo
esos techos,
con
buenos lechos,
¿existe
fe?
Crecimiento
Si
no das por perdido
el
tiempo que has gastado
en
buscar lo alcanzado
y
vivir lo que ha sido.
Si
después que has sufrido
no
maldices tu hado,
ni
te hundes airado
a
mitad del camino.
Si
no das al olvido
la
fe que has abrazado;
el
momento anhelado
o
el amigo caído.
Si
te duele el quejido
del
que ha sido humillado
y
ayudas con agrado
al
que ha sido vencido.
No
quemas lo vivido,
no
vives rebajado
hollando
lo sagrado.
Estás
siendo curtido.
El fruto de la vida
Cada
uno, cual árbol,
da
su fruto en la vida;
y
por éste se sabe
si
es ganada o perdida
la
existencia del alma.
El
azar no es comida
que
sustente miserias;
no
es la suerte que anida
en
el pecho del hombre
germen
de su caída
o
glorioso destino.
Si
la dicha es fallida,
no
busquemos la causa
en
voluntad divina;
porque
el gozo es semilla
que
alimento y bebida
obtuvo
en la oración,
la
fe en Dios no fingida,
su
Palabra de amor.
Por
la senda prohibida
no
aventuró sus pasos,
y
aunque débil, no olvida
que
en Cristo hay fortaleza
y
la esencial medida
que
requiere su ley.
La
fruta que es podrida
o
de sabor amargo,
buscó
su propia ruina.
“No
os engañéis; Dios no puede ser burlado:
pues
todo lo que el hombre sembrare,
eso
también segará” (Gálatas 6:7).
Confianza
Por
el buen camino anda aquel que espera
que
a la noche oscura la traspase el alba
fresca
y luminosa, y en los mares calma
surja,
profunda, tras la Voz que atempera,
poderosa,
la tormenta.
Que
aguarda paciente ver la primavera,
después
del invierno, llenar toda el alma
de
flores y aromas; que en la siembra clama
a
Dios por el fruto, porque considera
que
su mano le alimenta.
La despedida
El
adiós de los hermanos
es
un adiós de esperanza.
Las
lágrimas
son
las perlas del afecto,
que
se regalan como presente
del
amor manifiesto.
La verdadera ciencia
¡Qué
me importa que los hombres me den gloria
o
me encomien por mis buenas actuaciones,
si
a la postre no consigo la victoria
en
mi lucha contra las fieras pasiones!
Todo
es nada y aun lo mejor es escoria,
si
el motivo que me impulsa en mis acciones
no
está lleno de amor puro. Como noria,
que
regalo el agua viva en reflexiones,
me
convierto, mas no me sacio de vida.
Arrancarle
años puedo a la existencia,
tal
vez muchos, mas terminar mi partida
no
gozando de la eternidad su esencia.
Es
de sabios no considerar perdida
la
tarea realizada con paciencia
por
el alma que está sin Dios y afligida.
Amar...
Amar... es la verdadera ciencia.
Mi alma te alaba
Mi
alma te alaba
desde
su contento.
Te
alaba en el llanto
y
en cualquier momento
no
cesan mis labios
de
alzar monumento
con
sincero canto
a
tan gran portento
mostrado
en Calvario.
Dios
mío, ¡te adoro!
Limpia
mis pecados,
con
fe te lo imploro
fiando
en Jesús.
Y
con arpa de oro
junto
a los salvados
cantaré
en el coro
que
exalte tu cruz.
El tronco seco
Frente
a mi puerta
se
yergue, noble,
un
tronco seco
de
tiempo añejo.
Robusto
y firme
enfrentó
al viento,
soportó
lluvias,
y
el sol, su espejo,
donde
se mira
cada
mañana,
le
fue agrietando
con
sus destellos
cada
sonrisa,
cada
palabra,
cualquier
aliento.
Está
tan lejos,
que
sus miradas
se
pierden todas
en
el recuerdo.
El
tronco seco
deja
a las aves
hacer
su nido
en
su regazo
de
musgo viejo;
y
en el silencio
de
cada noche,
en
sus entrañas,
se
oyen los ecos
de
historias miles,
de
odio y miedo,
de
paz y guerra
de
amor sincero.
Hoy
no está triste,
su
cuerpo cruje
como
sonriendo.
Tiene
en su pecho
un
brote tierno,
el
brote tierno
de
la esperanza.
El agua de vida
Agua
que naces silente
de
las entrañas oscuras,
para
crear en tu lecho
abundantes
hermosuras.
Brotando
ofreces provecho
al
sediento peregrino;
y
no cesando tu pecho
de
regalar tanta vida,
te
transformas en un río.
Agua
rauda y cantarina,
danzando
de roca en roca;
besando
ramas y flores
con
el dulzor de tu boca.
Pura
y cristalina corres
fertilizando
desiertos
y
valles con tus amores.
Discurriendo,
discurriendo,
desembocas
en el mar.
Agua
de poder profundo,
elevas
canto glorioso
en
el fragor de tus olas.
Un
canto excelso y grandioso,
que
en paz y en tormenta entonas
con
ignotas melodías.
Y
en tu entrega, tú te inmolas
otra
vez y te evaporas
para
convertirte en nube.
Agua
de lluvia bendita,
de
mil formas caprichosas,
a
lomo del viento alado
cabalgas
bella y rebosas
cayendo
sobre el sembrado,
que
haces crecer y sazonas
con
el sol que es tu aliado.
Agua
del cielo caída,
tú
renuevas la existencia.
Así
es la gracia divina
como
una abundante fuente
que
sacia la sed del alma;
y
al no cesar su corriente
perfeccionada
en la calma,
la
fe como un mar se torna
que
al humano alienta y salva,
y
lo exalta al infinito
para
convertirlo en santo.
El camino
¿Cuál
es el camino cierto?
Tomás
preguntó una vez,
en
su craso desconcierto,
para
salir del desierto
que
espoleaba su sed.
No
está en vanas ilusiones,
contestó
Cristo amoroso,
ni
en las meras opiniones;
tampoco
en las tradiciones
o
en la apariencia de hermoso.
El
camino de la vida
es
aceptar mi enseñanza,
que
es verdadera comida.
Creída
y obedecida
la
verdad es esperanza.
No
hay aquí mayor contento
que
cultivar la fe pura
y
acatar el mandamiento.
Yo
le daré de mi aliento
a
quien mi amistad procura.
Cada
camino que escojo
determina
mi destino.
Si
en mi selección fui flojo,
al
final, sólo el enojo
y
el chasco serán mi sino.
Mas
si elijo aquel que es bueno
perseverando
hasta el fin,
lo
que acaricié en mi sueño
dará
frutos en mi seno
y
en mi paz no habrá confín.
Ofrenda
Dios
mío, quiero ofrendarte mi vida;
que
es lo único que tengo para darte.
Mi
vida, que no es vida sin amarte,
mi
sangre, por tu gracia convertida
de
hediondo estanque en rama florecida.
Quiero
caer de hinojos y adorarte
en
la excelsitud de tu cruz y loarte
por
tanta y tanta merced recibida.
Quiero,
Señor, reposar en tu seno,
porque
sólo tu paz me reconforta.
Y
en mi turbulento mar, tú, sereno,
despójame
de mis brumas y acorta
mi
dolor, porque fío en tu amor pleno,
que
es en verdad lo único que me importa.
A mi hija
Te
desarrollas
en
el espacio
de
tu silencio;
al
compás del corazón
que
te ampara;
al
abrigo del frío
que
te amenaza;
acunada,
en
la calidez
de
tu espera,
por
el arrullo de mamá.
En
tu noche grata
no
hay temores
que
te alteren,
no
hay disonancias
ni
estruendos
que
te aflijan.
Todo
es paz y bien,
todo
está en calma...
Y
te preparas
para
bañarte en la luz
de
la existencia,
de
una existencia cruda
pero
a la vez
maravillosa.
Cuando me vaya
Algún
día me habré ido
y
quedará el silencio de mi ausencia,
los
acordes de mi vieja guitarra,
abrazados
a los ecos de mi voz.
Algún
día me habré ido
y
restarán mis obras nobles
almacenadas
en los corazones
de
los que pasaron por mi puerta,
las
palabras de aliento y esperanza
que
el Espíritu puso en mi boca.
Algún
día me habré ido
quedamente
por las veredas
de
la muerte hacia el sueño
plácido
de la espera.
Y
esperaré la resurrección
a
la voz del Dueño de la vida
para
ver la luz sempiterna.
Proclamo el Evangelio
Anuncio
el Evangelio
porque
es camino eterno
de
sagrada verdad;
do
sublimes principios
ennoblecen
el alma
y
la elevan al trono
de
la excelsa bondad.
¡Oh,
bendito Evangelio!
Tú
transformas al hombre
y
lo llenas de paz,
una
paz como un río
que
discurre en silencio,
repleta
de justicia
cual
las ondas del mar.
Proclamo
la esperanza
sinfonía
divina
que
disipa el pesar.
Y
al mirar al Calvario,
ensalzo
con mi canto
a
Dios, que en Jesucristo,
su
amor me quiso dar.
Humillación
Deseo
humillar mi orgullo
porque
me impide ser tuyo;
caer
a tus pies postrado,
libre
del yo entronizado.
Mas
esta total renuncia,
que
en Evangelio se anuncia
como
el estado del alma
que
ha alcanzado plena calma,
sólo
es tu obra en mi vida.
Ese
germen que se anida
en
lo más hondo del ser,
esa
fuente de poder,
no
está en mí, sino que es tuya.
¡Oh!
que tu gracia atribuya
a
mi esfuerzo deficiente
tu
justicia suficiente.
Que
negar mi yo consiga
y
cargar mi cruz persiga,
Jesús
mío, con fe fuerte,
hasta
que vea la muerte.
El sueño del charco
Charco,
que frío tenéis,
porque
cada día, el hielo,
cristaliza
vuestro cielo
y
manantiales no veis.
Soñáis
en ser agua viva,
río
pródigo que riegue
tierra
sedienta y que siegue,
el
hombre, mies que perviva.
Y
cuando el invierno arrecie,
alimento
haya en la casa
para
convertir la masa
en
sabroso pan que aprecie.
Soñáis
con vestir campiñas
de
ramilletes de flores
que
regalen sus olores
a
las juguetonas niñas.
Sé
que soñáis con brincar
brillante
por las praderas,
llevando
en vuestras riberas
fertilidad
para dar.
Saciar
la sed del humano,
de
las bestias y las aves,
y
que sobre vos, las naves,
lleguen
hasta el mar hermano.
Anheláis
alzar el vuelo,
como
el agua de la mar,
que
en su arrobado cantar
se
muda en nube del cielo.
Mas,
en fin, sólo sois charco;
un
charco helado y pequeño
cuya
esperanza es empeño
que
os tiene vivo y sin chasco.
¿Soñáis
que en la Primavera,
cuando
el astro rey derrita
las
nieves, será bendita
la
realidad que os espera?
No
os reprocho vuestro sueño,
porque
en el vasto Universo,
aunque
soy nada, converso
con
mi Creador y Dueño.
99
Pétalos del Pensamiento. Poemas.
Y
sé que me aguarda el día
en
el que la eternidad,
con
toda seguridad,
según
Cristo, será mía.
Fe y obras
No
hay gloria sin gracia,
no
hay gracia sin fe.
No
hay fe sin que el Padre
este
don nos de.
No
hay dicha sin obras,
no
hay obras que dé
el
árbol cristiano
sino
por la fe.
Fe
y obras unidas,
unidas
por ser
de
Dios el regalo
que
sublima el ser.
Oración
Al
verme tan seco,
como
árido suelo,
mi
alma sedienta
busca
en ti consuelo.
Asido
al sahumerio
de
tu perfección,
te
imploro, contrito,
tu
ansiado perdón.
Enjuga
mi llanto,
tu
bálsamo aplica
a
mi herida abierta,
mi
fe te suplica.
Son ya muchos años
Son
ya muchos años caminando unidos
por
este sendero que nos tiene asidos
de
espíritu y cuerpos, de fe y esperanza.
Nuestro
amor es recio, sin sufrir mudanza,
se
eleva a la cima de la plenitud
y
allí se reviste de toda virtud.
Lo
que hemos vivido, aun lo negativo,
unió
nuestras almas con hilo divino,
y
al fin aprendimos valiosa lección:
que
la primavera trae nueva canción,
que
en la siega hay fruto si siembras primero;
que
sin Dios no hay dicha, todo es pasajero.
Que
vivir pecando produce quebrantos
y
que el matrimonio tiene sus encantos
si
los dos esposos andan de la mano,
si
no hay egoísmo, si nadie es tirano.
Caminamos
juntos, sin miedo al futuro,
porque
nuestra meta es amar lo puro,
aquello
que es justo y en honestidad
levantar
en alto la hermosa verdad.
Son
ya muchos años compartiendo sueños,
forjando
ideales, para ser los dueños
de
nuestras pasiones y lograr buen sino.
Y
esos hijos nuestros, que son del Divino
regalo
precioso, nos han madurado,
y
han sido cinceles de amor sublimado.
¡Gracias
compañera, mi querida esposa!
por
ser en mi cielo estrella preciosa,
de
la flor, fragancia; del río el murmullo,
del
mar su bonanza, del ave el arrullo.
Te
amo, pues tú eres en mi gran concierto,
la
nota más dulce, mi mejor acierto.
Al
Señor le pido que nuestro hogar cuide,
que
en sus sacras manos nuestra llama anide
y
un día hasta el cielo nos lleve a morar
donde
viviremos un gozo sin par.
Reverdecerá un día la
sonrisa
Reverdecerá
un día la sonrisa,
como
si nunca hubiese fenecido,
en
los labios de un niño adormecido,
será
una apacible y eterna brisa.
Sonarán
en los atrios celestiales
músicas
que el humano no ha escuchado.
Y
las manos del Ser más exaltado,
dirigirán
majestuosas corales.
El orgullo
El
orgullo cabalga
como
ladrón en la noche,
a
galope tendido,
jinete
obstinado,
se
adentra en ciudades
para
quebrar corazones,
sonrisas
e ideales.
No
ceja en su empeño
y
cabeza altiva,
riendas
en mano,
espolea
al odio,
hijo
de rencores antiguos.
Indefectible
sigue su rumbo
entre
tinieblas,
rechinando
dientes
se
enfrenta a fantasmas
y
enemista a amigos.
Sus
ojos vidriosos
buscan
en las sombras
el
defecto ajeno;
critican
las cosas baladíes,
minimizan
lo grave.
El
orgullo cabalga
como
ladrón en la noche,
y
lo hace erguido,
porque
es incapaz de encorvarse.
En
su cabalgar frenético
enajena
y nubla la razón,
para
lanzar en el foso
cenagoso
de la degradación
a
padres e hijos,
a
ricos y pobres,
a
simples y a sabios.
¡Ay,
orgullo!
Quién
te temiera
hasta
tal extremo que te evitara
y
jamás pactase contigo;
porque
eres la causa
de
la miseria humana.
¡Vete
orgullo,
no
te quiero en mi vida
porque
aprisionas al alma
en
cárceles invisibles!
¡Muere
orgullo,
y
en mi corazón sólo reine
Cristo
amado!
La redención del alma
(Inspirado
en el salmo 130)
Cuántas
veces se torna fatigoso
el
vuelo en nuestro paso por la vida.
El
corazón, en batalla reñida,
lidia
por aquistar el buen reposo.
Mas
batiendo alas, ineluctable,
el
viento nos derriba de la altura,
sumiéndonos
en la amarga espesura
de
un dolor cruel inimaginable.
Hundido
en el abismo, sin aliento,
todo
el ser pareciera consumirse.
Pecho
y alas heridas, ¿dónde asirse?
Sólo
a la oscuridad del desaliento.
Herido
es sin piedad aquel que peca,
aquel
ciego que del “yo” hace su centro;
porque
transgredir sólo causa engendro
y
derriba en el barro al que se obceca.
No
obstante de haber llegado a este estado,
¿será
posible remontar el vuelo,
hallar
la paz, perdurable consuelo,
sanar
el corazón atribulado?
Alma
abatida, ¡clama a Aquel que escucha!
a
Aquel que tiene oídos atentos,
que
rebosa de amor y de portentos
y
nunca abandona en la cruenta lucha.
Espera,
por la fe, alma sufriente,
la
redención que Dios ha prometido,
y
mira a Jesucristo que ha vertido
su
sangre que es de la gracia la fuente.
Divinas vislumbres
Yo
no quiero la basura de esta vida,
quiero
el aire puro de las cumbres;
donde
el alma de la gloria es embebida
y
recibe divinas vislumbres.
Yo
no quiero el lodo infecto del pantano,
quiero
del manantial agua clara;
donde
no se desarrolla lo mundano
y
la virtud, como en el cieno, no es rara.
Yo
no quiero del océano el estruendo,
quiero
el silbo suave y apacible
que
orea el Espíritu, robusteciendo
el
ser del creyente inmarcesible.
Yo
no quiero la caverna tenebrosa
quiero
el fulgurante sol del día;
porque
lo fosco de pecado rebosa,
lo
puro es divina melodía.
Yo
no quiero de la bestia su fiereza,
quiero
la mansedad del cordero
porque
el orgullo destruye la entereza
y
al ser sume, a postre, en desespero.
No
quiero ruido de sables y cañones,
quiero
la eclosión de amores puros,
que
impregnando de su aroma corazones
la
vileza extinga de los duros.
Quiero,
en fin, un mundo lleno de armonías;
vivir
sin angustias ni quimeras
una
vida henchida de ignotas melodías;
gozar
de inmortales primaveras.
Y
después de haber vivido lo vivido,
que
ha sido disfrute y sufrimiento,
cuando
mi vida toda haya concluido,
sólo
quiero recibir de Cristo aliento.
La oveja perdida
Lejos
del aprisco, sin consuelo,
vaga
en noche fría y tenebrosa;
sola
en la penumbra, quejumbrosa,
llora
cual si fuera un pequeñuelo.
No
sabe dónde ir, inhábil ella,
deambula
en lugares peligrosos,
por
doquier tristeza y misteriosos
ruidos
hacen en su mente mella.
“¿Dónde
estará?”, el pastor se pregunta,
con
un gran empeño por hallarla.
Recorre
mucho para encontrarla,
prosigue
hasta que el día despunta.
Bien
podría haber harto pensado:
“Yo
tengo otras muchas todavía.
¿Para
qué perder, con la que había
errado,
tiempo y quedar cansado?”.
Pero
el egoísmo no le mueve;
muévele
el aprecio por la oveja
que
desvalida exhala su queja
distante
de las noventa y nueve.
Por
fin escucha un débil gemido.
Se
dice: “¿será mi oveja amada?”.
En
unas peñas, encaramada,
hállala
trémula, cuerpo herido.
Al
verla se regocija el dueño,
y
en sus brazos fuertes la acaricia;
De
vuelta el camino a casa inicia
y
su oveja duerme grato sueño.
Jesús,
Buen Pastor, nos has buscado.
Dejando
tu patria venturosa,
te
adentraste en el mundo, penosa
y
ardua tarea has desarrollado.
Muchos
como ovejas desvalidas;
deambulan
muy lejos del aprisco.
Llorando
en un peligroso risco,
ven
la inutilidad de sus vidas.
Al
ver su alma tan deforme y sucia
embárgales
un dolor agudo.
¿Quién
irá a su busca, en concienzudo
trabajo
y amor en su renuncia?
Las
almas te esperan temblorosas,
en
sus casas, calles y talleres.
¿Irás
a buscarlas sin que esperes
mirarlas
por más tiempo ruinosas?
Sueño bendito
Sueño
bendito que tanto anhelo tenerte,
en
cada noche, cuando me duermo, sentirte
palpitando
dentro de mi momento inerte;
cuando
todo está quieto y tranquilo, no irte.
Sueño
bendito, de la gloria y de lo eterno,
de
lo que nunca perece; que no degrada,
que
transformas la gran congoja del averno
en
cánticos bellos de vida y alborada.
Sueño
bendito del paraíso perdido,
donde,
el hombre regocijado, perdió el norte
y
abrumado por el aguijón, el caído,
escuchó
bella promesa con su consorte.
Sueño
bendito de completa redención
que
nada de quimeras tiene sino alba,
norte
fiel, que devuelve a Adán la posición,
que
no extravía sino que conduce y salva.
Sueño
bendito en el que veo al ser humano
romper
sus cadenas de miedo y soledad,
cristalizando
en su corazón, con la mano
de
un Dios piadoso, la imagen de su bondad.
El me ayudará
Yo
sé que en este mundo
las
pruebas me vendrán;
que
grandes tentaciones
me
tocará enfrentar.
Sé
que habrán muchas cosas
que
no podré entender
y
cálices amargos
que
tendré que beber.
Mas
yo confío en El,
mi
Dios, mi Salvador.
Me
ha dado tantas pruebas
de
su inmenso poder.
Me
ama hasta lo sumo,
me
quiere sostener,
en
mar brava o en sombras
yo
nada he de temer.
Yo
sé que Jesucristo
por
mí regresará
para
llevarme al cielo
do
nadie sufrirá.
En
mi hogar bendito
por
fin reposaré,
sin
pruebas ni temores,
con
Jesús reinaré.
Petición
Si
llega el desamparo, Cristo amado,
de
aquellos que dijeron ser amigos;
si
gusto soledades y en peligros
mi
canto de esperanza es consumado.
Si
mil azotes en mi espalda siento,
y
mis sienes espinas las perforan;
si
me escupen, insultan y devoran
usurpándome
hasta el último aliento.
Si
siento esos dolores, Cristo amado,
de
la acrimonia hiel que la mentira
destila
de la boca donde expira
todo
honor y el pudor es olvidado.
Dame,
Dios mío, de tu santa llaga,
esa
miel que ofreces incorruptible;
que
es tu sangre salvadora, inmarcesible,
por
amor vertida y que el ansia apaga.
Dame
el saber que estás a cada instante,
muy
cerca de mí y que nunca te olvidas
de
aquellos que te ofrendaron sus vidas
en
un servicio de abnegación constante.
Y
que también el que es defectuoso,
puede
hallar en ti un verdadero Hermano.
Hazme
saber que cualquier ser humano,
si
en ti fía, es más que victorioso.
La siega
Cantaba
en la mañana veraniega
el
pájaro, en su rama, vigilante;
mirando
desde su balcón la siega
de
los campos dorados del levante.
Su
gorjear armónico alegraba
al
sudado y curtido campesino,
que
ducho con la hoz que manejaba
a
todo grano daba su destino.
Las
espigas de trigo las juntaba,
separaba
la cizaña del buen fruto
y
luego, con ahínco, la quemaba
hasta
vestirse la tierra de luto.
Cuando
Cristo a por nosotros regrese,
su
mano empuñará la hoz del juicio
y
quemará del campo, aunque le pese,
los
granos dominados por el vicio.
Las
semillas fructuosas salvará,
las
malas hierbas dejará de lado
y
como labriego acabará
con
la espiga manchada del pecado.
¿Serás
trigo o cizaña cuando venga
la
siega del divino Campesino?
Tu
vida inmaculada se sostenga
si
no quieres, cual cizaña, triste sino.
La muerte
¿Qué
tendrá esa dama
que
sin ser llamada
a
todos reclama?
Nos
duele mirarla
y
la mayoría
tiende
a repudiarla.
¿Qué
tendrá su mano
que
da tanto miedo
a
cualquier humano?
Y
es que un día todos
caeremos
rendidos,
sí,
de todos modos.
Señora
y plebeya,
doctos
y sin letras
no
escaparán de ella.
Mejor
conocerla,
preparar
camino
para
no temerla.
Confusión humana
¿Por
qué tanta obcecación
en
callar lo que es decible
y
decirnos sin embargo
lo
que debemos callar.
¿Por
qué aplaudir al que engaña?
por
qué al infame encomiar?
¿Por
qué olvidarse del pobre
habiendo
tanto que dar?
¿Por
qué levantar altares
a
personajes vacíos,
sólo
porque les dejaron
su
payasada mostrar?
¿Por
qué etiquetar al hombre
con
el «don» o «señor mío»,
por
tener cuenta en el banco
con
dinero en cantidad?
¿Por
qué insultar o agredirnos
habiendo
un hermoso idioma?
¿Por
qué recurrir al golpe
poseyendo
la razón?
¿Por
qué dañar el planeta
si
es nuestro hogar y los hijos
tendrán
que pagar factura
de
la contaminación?
¿Por
qué legitimar odios?
¿Matarse
unos a otros,
en
tiempo de paz o en guerra,
no
es algo terrible, atroz?
¿Qué
clase de confusión
es
la que padece el hombre?
Pareciera
que las bestias
son
más humanas que nos.
¿Por
qué no ofrecer sonrisas
en
vez de adustas miradas?
¿Por
qué no tender la mano,
no
zancadilla poner?
¿En
vez de cerrar el alma,
qué
cuesta ser solidarios?
¿Por
qué no ser pacifistas
en
medio de la agresión?
El
mundo tal vez no cambie,
no
obstante nosotros sí.
Con
mi flor y vuestras flores
se
puede hacer un jardín.
Cristo salva
En
hora buena vino el Redentor
para
salvar al pecador de perecer.
Proclamaba
el mensaje del amor,
la
redención del hombre que vive por fe.
En
Él mi llanto se apagó
se
consumió mi aflicción.
En
Él hallé un gozo sin par,
promesa
de restauración,
y
soy feliz, sí, muy feliz.
La
noche en el Calvario se cernió,
la
cruz sin Él, vacía está, descansa ya.
Pero
al tercer día resucitó
y
al cielo fue a preparar nuestra mansión.
De
allí triunfante volverá
para
llevarnos a Sión.
Miríadas
de ángeles vendrán
acompañando
al Salvador,
la
eternidad será su don.
Bendición
¿No
es estar unidos lo que más alienta
a
todo cristiano?
¿No
es profunda dicha cantar alabanzas
unido
al hermano?
¡Qué
bella experiencia, amar a los otros
y
sentirse amado!
Verdad
absoluta que nuestra concordia
tesoro
es preciado.
La
lluvia tardía caerá sobre aquellos
que
estén amor dando.
David
lo ha expresado en lengua divina
con
un áureo salmo.
Eterno
es el gozo si reina en la iglesia
la
paz entre hermanos.
Razones miles para
vivir
¿Que
no basta con saberte vivo?
¿Que
no ves suficiente belleza?
¿No
te satisface ver el trigo,
de
la rosa su aroma y viveza?
¿No
te embelesan las altas cumbres
o
el fragor de las olas del mar?
¿No
son sorprendentes las costumbres
de
muchas aves en su emigrar?
Árboles
pequeños o frondosos,
Praderías,
ríos y cascadas...
¿no
arroban tu mente en deliciosos
acordes
de emociones aladas?
¿No
ves las estrellas, qué portento,
alegrando
el cielo con su danza?
¿O
al amanecer, el sol contento,
como
pinta todo de esperanza?
¿Oír
puedes el viento muchos días,
él
con la amable lluvia abrazados,
formar
extasiantes melodías?
¿Viste
luna y poeta enamorados?
¿O
al recién nacido en el regazo
de
su madre afectuosa confiado?
¿Pudiste
ver el perfecto lazo
que
hay entre ella y el bebé soñado?
Razones
miles para vivir
no
faltan por dondequiera mires.
Puedes
espaciarte en el sufrir
o
lo bello gozar, tú decides.
Amor sincero
Amor
sincero renueva el alma,
Eleva
el tono de la alegría,
Combate
el temor e infunde calma.
Amor
cabal, bella melodía
que
inspira al dador y a aquel que clama
por
su vivo aroma cada día.
Amor
que lo malo no percibe,
sólo
aquello que nutre y edifica;
que
con profunda humildad recibe
en
su interior al que justifica:
Jesús,
que con sangre nos escribe
su
carta de amor que santifica.
Sólo un sueño
La
muerte es sólo un sueño
del
cual despertaré
y
a Cristo cara a cara
feliz
contemplaré.
Mis
manos temblorosas
las
suyas tomarán,
y
con gozo inefable
mis
cantos se alzarán
hacia
el trono bendito
do
reina mi Jesús,
y
que un día, en el tiempo,
lo
cambió por la cruz.
La
muerte es sólo un sueño
del
cual despertaré
y
a Cristo cara a cara
feliz
contemplaré.
Con
sus labios benditos,
mi
rostro besará
y
mi llanto infinito
por
siempre cesará.
En
la futura vida
nadie
más morirá,
porque
Cristo ha vencido
y
al fiel redimirá.
La
muerte es sólo un sueño
del
cual despertaré
y
a Cristo cara a cara
feliz
contemplaré.
Mi canto
Yo
canto a Dios que me ha dado
esta
voz para adorarle
y
por haberme salvado
gloria
quiero tributarle.
Con
acordes de esperanza
su
senda muestro a la gente
y
llevo a Dios mi alabanza
por
ser de todos la fuente.
Fuente
de eterno consuelo,
de
amor y sublime gracia,
que
sed apaga y del suelo
levanta
al alma en desgracia.
En
la eternidad veremos
más
de su amor y grandeza.
Y
aunque aquí nos agotemos
y
gustemos la aspereza,
vale
la pena la brega.
Por
eso yo canto y oro
y
agradezco por la entrega
de
Jesús, que apaga el lloro.
Don inconmensurable
¡Oh,
don inconmensurable
que
me alcanzas en mi pobreza,
para
convertir mi bajeza
en
un cantar inefable!
¡Oh
mirífico presente
que
transformas lo vil en oro,
espinos
en flores y el lloro
enjugas
de toda gente!
Gracia
de Dios redentora
manifestada
en el Calvario,
por
Jesucristo, fiel vicario;
del
alma consoladora.
En procura de lo
eterno
Elévate
alma joven
por
encima del miasma del pecado,
¡Vuela
alto!
Hasta
perder de vista lo terreno.
Porque
tu sitio está entre las estrellas.
Tus
horizontes son la eternidad.
Estar contigo
Si
en el barco de mi vida estás conmigo,
de
las olas y del viento yo me olvido.
Si
me hieren en la senda los espinos,
no
me importa porque sé que estás conmigo.
Si
tormenta me sorprende sin abrigo,
no
me turbo porque sé que eres mi Amigo.
Si
la muerte me encontrare en el camino,
sólo
quiero despertar y estar contigo.
Verás...
Verás
que un día todo,
aunque
haya estado
profundamente
oscurecido,
vendrá
a ser intensamente iluminado.
Verás
que al fin, un día,
aunque
haya habido
dolor
y muerte en abundancia,
el
mal será totalmente consumido.
Verás
que un día, al alba,
no
más fragor
se
oirá de bombas ni cañones,
ni
niños que sufran del hambre su horror.
Verás,
querido hermano,
que
la pobreza
no
se adueñará de ninguno
y
nadie será esclavo de la bajeza.
Con
fe será posible
lo
que anhelamos;
poniendo
todo nuestro empeño
en
ser fieles, veremos al Dios que amamos.
Muchas gracias
Muchas
gracias, Dios mío,
por
tenerla a mi lado,
por
haber compartido
tantos
años de amor.
Muchas
gracias, Dios mío,
por
la fe que abrazamos,
por
los días hermosos
y
también de dolor.
Muchas
gracias, Dios mío,
por
el don que nos diste,
nuestros
tres hijos buenos,
que
son todo primor.
Muchas
gracias, Dios mío,
por
el sol que tuvimos,
por
la lluvia, las aves,
por
los campos en flor.
Muchas
gracias, Dios mío,
por
la noche y el día,
por
el mar y el riachuelo
por
la bella creación.
Gracias
miles, Dios mío,
porque,
en fin, sólo veo
que
al lado de mi esposa
la
existencia es mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario