lunes, 18 de marzo de 2013

Carta de una mujer deprimida

Carta de una mujer deprimida:
Estos son párrafos escogidos del apéndice A del Libro: MENTE, CARACTER Y PERSONALIDAD tomo 2.
 
Usted decía una y otra vez: “Mire ese feo arbusto, ese árbol deforme, ese pobre botón de rosa sin desarrollar. Me hacen sentir mal, porque me parece que representan mi vida y la situación en que me encuentro delante de Dios”
Me pareció que una forma esbelta caminaba justamente delante de nosotros y decía: “Junten las rosas, los lirios y los claveles, y dejen a un lado las espinas y los feos arbustos, y no hieran las almas que están a su cuidado”.

Ahora quiero que considere esto y ponga a un lado su desconfianza, sus preocupaciones y sus temores. Aparte la vista de sí misma y mire a Jesús; retire la vista de su esposo y mire a Jesús.
No escuche las mentiras de Sata-nás; por el contrario, enumere las promesas de Dios. Junte las rosas, los lirios y los claveles. Hable acerca de las promesas de Dios y de la fe. Su vida es preciosa a la vista del Señor. Tiene una obra que quiere que usted haga. Todavía no se la ha revelado, pero limítese a avanzar confiadamente sin decir una sola palabra porque podría contristar al querido Jesús manifestándole que teme confiar en él. Deposite su mano en la de él.

 Las promesas de la Biblia son los claveles, las rosas y los lirios del jardín del Señor.

Oh, cuántos avanzan por la senda oscura, mientras miran lo objetable, las cosas ingratas que hay a cada lado, cuando un paso más arriba están las flores.
Usted nació con una herencia de desánimo y necesita fomentar en sí misma constantemente sentimientos de esperanza. Recibió tanto de su padre como de su madre una peculiar actitud concienzuda, y también heredó de su madre la disposición a desmerecer el yo en lugar de exaltarlo. Una sola palabra la conmueve, cuando solo una severa reprensión podría conmover a alguien que tuviera otro temperamento.
Dios la ayudará a triunfar sobre Sata- nás si sencillamente confía en Jesús para librar esas duras batallas que usted es totalmente incapaz de llevar adelante con sus propias fuerzas finitas.
Usted ama a Jesús, y él la ama. Ahora bien, confíe con toda paciencia en él, diciéndole una y otra vez: Señor, soy tuya. Entréguese de todo corazón a Cristo. No es el gozo la evidencia de que es cristiana. Su evidencia se encuentra en un “Así dice Jehová”.

“!Alaba, alma mía, al Señor,
Y alabe mi ser su santo Nombre!
¡Alaba, alma mía, ala Señor,
Y no olvides ninguno de sus beneficios!
El perdona todos tus pecados,
Sana todas tus dolencias,
Rescata del hoyo tu vida,
te corona de amor y de ternura,
sacia de bienes tus anhelos,
y te rejuvenece como el águila.
Salmo 103:1-5




 

 

 

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