En Holanda, país culto, tolerante, maduro, y con una larga e interesante
historia, donde tuve el honor de vivir durante unos años, existe un refrán
popular que dice lo siguiente: "La brizna de hierba más rápida en crecer
suele ser la primera en ser cortada." Metafóricamente hablando, tales
palabras implican que si los demás no están intentando hundirte por envidia,
seguramente te estás moviendo en la dirección equivocada.
Las
sabias palabras del poema de Bartazar Gracian: "A Mis Enemigos" -
escrito hace aproximadamente 400 años y que encabezan este articulo - nos
confirman que la envidia es, y siempre será, una emoción dañina y corrosiva,
que además está muy arraigada en las mayores profundidades de la naturaleza
humana.
Es socialmente
peligroso - y de hecho suele estar muy mal visto - ser una alta y saludable
"brizna de hierba" entre todas las demás. Mediante el inevitable y
omnipresente proceso de comparación y contraste, es muy difícil ser una persona
noble, autentica, creativa, y sobresaliente en nuestras sociedades. Esto es así
porque tales valores son sumamente difíciles de lograr y no abundan, y porque
gran parte de la sociedad sencillamente no lo tolera y actúa en consecuencia.
Enlodar, o sea manchar, difamar, envilecer al otro, es muy fácil y está a la
orden del día. Como bien expresa Baltazar Gracián, los enemigos, los
envidiosos, las calumnias, y los vituperios abundan. Calumnia que algo queda,
dice el refrán…
No hay
más que leer la excelente obra literaria de José Ingenieros titulada: "El
Hombre Mediocre" - escrita en el año 1913 - para comprender todo lo dicho
anteriormente de una manera clara, sencilla, directa, y procedente de la pluma
de una personalidad culta, brillante, y polifacética. La severa belleza de su
vida, por la ejemplar rectitud de su conducta, por el amor entusiasmado hacia
la verdad, y por la valentía indomable con la que vivía, creó el alma de toda
una generación de estudiantes y futuros profesores, con solo dejar hablar la
suya libremente.
Ingenieros
era esencialmente un gran educador y vivió siempre con la obsesión constante de
orientar y educar a las generaciones de la época así como las futuras. Médico
destacado, especializado en la patología del sistema nervioso y de la salud
mental; catedrático universitario, estudioso de materias tales como
psiquiatría, filosofía, y sociología, desarrolló una actividad amplia y fecunda
en todas estas disciplinas, además de ser un excelente escritor y respetado crítico.
En
referencia a su obra: "El Hombre Mediocre," la integridad y la
dignidad representaban en Ingenieros, el verdadero y viejo honor en su sentido legítimo,
que se identificaba con la consciencia de una intensa solidez de carácter
interno y personal. Por todo esto José Ingenieros fue muy reconocido y alabado.
Pero por ser una "brizna de hierba" cuyo rápido crecimiento sobrepasó
a muchos colegas y colaboradores de su época ... también fue muy envidiado.
Las
tristes y lastimosas acciones que se relacionan con la envidia y la mediocridad
suelen configurar un patrón común. Cuando las personas sobresalientes,
creativas, e innovadoras intentan producir cambios en la sociedad, primero se
les responde con indiferencia, después con sorna, a continuación con agravios,
luego con difamaciones, y finalmente con opresión. Por último se les presenta
el mayor desafío de todos, se les trata con respeto, esa es con mucho la etapa más
peligrosa. En esta última etapa, el enemigo externo se ve superado y comienza a
tratar las nuevas iniciativas más positivamente y a responder a las metas,
objetivos, e ideales que instigan el cambio. En ese momento, es fácil creer que
la tarea ha terminado, cuando en realidad apenas ha comenzado.
La
envidia es querer poseer lo que otros tienen; el celo es querer que otros no
posean lo que uno tiene. Ambas situaciones se caracterizan por una profunda
inseguridad y sentimiento de inferioridad. En esencia, la envidia consiste en
una defensa contra la percepción de la propia inferioridad ante otro, donde se
odia y ataca al otro para no tener que hacerlo contra las limitaciones que
radican en uno mismo. De manera simultánea se experimenta dolor y rabia ante la
capacidad, autenticidad, creatividad, libertad, y éxito del otro, con el cual
el envidioso se compara se siente limitado y pierde. Por todo esto el individuo
mediocre y envidioso sufre sus limitaciones profundamente, tanto en silencio
como en soledad, sabiendo muy bien que: "contra el éxito bien logrado, no
existe discusión."
Aristóteles
(384-322 A.C.) contribuyo enormemente en las áreas de lógica, filosofía,
historia natural, ética, política, y retórica. No obstante, y porque el público
creía ciegamente en todo lo que él decía, sus enseñanzas - la mayoría
incorrectas - permanecieron intactas casi dos mil años. Durante ese tiempo,
toda nueva iniciativa era sistemáticamente rechazada y los maestros respondían
a las dudas de sus alumnos con “Ipse Dixit,” que en Latín significa “El mismo
lo ha dicho.” Para complicar más las cosas, en el siglo XIII la Iglesia adopto
las enseñanzas de Aristóteles como doctrina, de manera que poner en duda su
palabra constituía un pecado.
La
transición de la era medieval a la moderna, que culmino durante los siglos XV y
XVI, fue conocida como el Renacimiento. En esa época el mundo estaba cansado de
repetir siempre lo mismo, y por lo tanto dispuesto a dar la bienvenida a nuevas
ideas. Muchas mentes creativas se enfrentaron a la censura, la reprimenda, la
sorna, la difamación, e incluso a severos castigos donde sus propias vidas
corrían peligro. Aparte de esto, cada uno de ellos se enfrentaba a un grave
dilema: su capacidad para realizar descubrimientos y modificar la forma de
pensar del mundo; y la posibilidad de ser descalificados, insultados y
posiblemente linchados por una sociedad mediocre y cruel. Por todo esto los artistas
y científicos adelantados preferían no dar a conocer sus descubrimientos.
Algunos de ellos no se percataron de la gravedad de esta situación y hablaron
sin inhibiciones. Quizá debieran haber sido más prudentes y comedidos.
Leonardo
da Vinci (1452-1519) fue un destacado pintor italiano nacido en Florencia que
vivió en los inicios del Renacimiento. Pero al mismo tiempo que fue artista,
Leonardo también fue anatomista, arquitecto, botánico, científico, escritor,
escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta, y urbanista. Por todo
esto es considerado como uno de los más grandes genios de todos los tiempos. No
obstante su asociación histórica es la pintura, siendo dos de sus obras más
celebres, La Ultima Cena y La Gioconda. Estas dos extraordinarias obras han
sido reiteradamente copiadas y parodiadas en múltiples ocasiones por individuos
limitados y mediocres. Su extensivo legado en el orden creativo llego a ser
igualado únicamente por Miguel Ángel.
No
obstante, jamás publicó sus trabajos – quizá por miedo a ser ridiculizado, y de
sufrir consecuencias peores por destacarse de los demás. Sus escritos fueron
descubiertos y publicados cien años después de su fallecimiento – solo después
de ser descifrados. Da Vinci había registrado sus descubrimientos mediante una
caligrafía encriptada especularmente, donde las imágenes se asemejaban al
reflejo en un espejo.
Nicolás
Copérnico (1473-1543) fue un astrónomo Polaco que descubrió que la tierra no
era el centro del universo. Este nuevo concepto constituía una contradicción a
las enseñanzas de Aristóteles y la Biblia. Copérnico comenzó a formular sus
teorías antes de cumplir los cuarenta años, pero por el mismo temor espero más
de treinta años para publicarlas.
Algunos
años más tarde el filósofo Italiano Giordano Bruno (1548-1600) quedo fascinado
por las ideas de Copérnico. Al poco tiempo anuncio públicamente que dichas
teorías podrían disentir de las de Aristóteles y la Biblia. Por este hecho
Bruno fue proclamado hereje por el Cardenal Bellarmine y quemado en la hoguera.
Galileo
Galilei (1564-1642) fue quizá la persona más creativa y practica de sus tiempos
– y quizá de todos. No tenía temor a la innovación o al descubrimiento. Galileo
fue el primero en descubrir que el telescopio (inventado como juguete en Flandes)
podía ser utilizado con fines militares y astronómicos. Gracias a este juguete
observo el movimiento de los cuerpos celestes más de cerca y logro determinar
con mayor exactitud el movimiento de la tierra, afirmo que Aristóteles y la
Biblia estaban equivocados y que Nicolás Copérnico tenía razón, pero cometió el
grave error de intentar convencer al Papa sobre lo inadecuado de la doctrina
Aristotélica en tiempos en que la autoridad de la Iglesia no admitía ninguna
duda o confrontación.
En 1632
Galileo publicó un libro a favor de las ideas de Nicolás Copérnico titulado:
“Diálogos sobre los grandes sistemas del mundo.” Al año siguiente el Papa llevo
a Galileo ante la inquisición donde fue amenazado con tortura, forzado a
arrodillarse ante diez Cardenales Dominicanos, y retractarse de sus teorías y
creencias, debiendo admitir que estaba equivocado, finalmente fue sentenciado a
arresto domiciliario por el resto de su vida.
Desde los
tiempos del Renacimiento, los científicos han tenido sus buenas razones para temer
las consecuencias del descubrimiento. El físico y matemático británico Issac
Newton (1642-1727) temía que otros plagiaran sus ideas. Su solución fue simple:
no las compartía con nadie. Antes de cumplir los treinta años, Newton formulo
sus tres leyes del movimiento, así como la ley universal de la gravitación –
leyes básicas de la mecánica que elevarían al ser humano a un nivel superior de
conocimiento. No obstante espero veinte años para anunciar sus descubrimientos.
Quizá jamás lo hubiese hecho a no ser por temor a que otros las plagiasen y se
llevaran el crédito.
El camino
que Newton eligió para compartir sus “nuevas ideas" fue la publicación de
su libro “Principia” en el año 1687. No obstante, y para limitar el número de
lectores, lo escribió en Latín, y lo hizo a un nivel matemático tan elevado y
complejo que pocos fueron capaces de comprender. Newton, como muchos otros, se adelantó
a sus tiempos, y fue incomprendido y maltratado por sus colegas y el público en
general. Al final de su vida sufrió lo mismo que otras mentes preclaras que le
precedieron, del temor y el desprecio de los demás hacia su autenticidad y
creatividad.
A lo
largo de los años, han existido buenas razones para que estas personas
sintiesen temor al descubrimiento y a la innovación. El problema esencial
radica en las limitaciones de los colegas y más que todo en las del público en
general. Toda novedad o innovación remueve los cimientos de aquello que hasta
entonces era aceptado como verdad, o bien desacredita a las personas que lo enseñaron
equivocadamente, o ambas cosas a la vez.
Hoy en
día no existen motivos para que las personas auténticas y creativas se
preocupen por tener que ir ante un tribunal de la inquisición, ser severamente
e injustamente juzgados, o ser quemados en una hoguera. Pero hete ahí que hoy
en día tenemos una “inquisición” quizá mucho peor, la que ejerce de manera
impune e indiscriminadamente el cuarto poder. Gracias a algunos medios de
comunicación, nuestra sociedad actual ha logrado desarrollar velados y/o semivelados
métodos de castigo y descalificación basados en el bulo, el vituperio, y la
calumnia.
No se
queden con las realidades parciales y opiniones subjetivas de otros. Por
definición, todas las realidades son parciales. Ejerzan un alto grado de
independencia intelectual objetiva y busquen la verdad detrás de los hechos
hasta que la encuentren. Ante todo, y esto es muy importante, no cometan el
grave error de acudir a Internet o a otros métodos similares como única fuente
de auto información para verificar datos; además de peligrosos e inexactos,
suelen ser altamente ineficaces. Contrasten con otras fuentes serias, creíbles
y veraces. En todos los casos, la mejor forma de desterrar tabúes, mitos, y
bulos es la información fundamentada y bien referenciada.
Cada día
hay más cosas por aprender y descubrir. No teman cultivarse y buscar nuevas
ideas en sus propias mentes o en las de los demás. Publiquen, hablen, y
compártanlas abiertamente. Investiguen, verifiquen, y no teman a los errores, a
la crítica, o a los envidiosos.
A pesar
del inexorable paso del tiempo, en realidad nada ha cambiado. Cada vez se
necesitan más personas libres, autenticas, y creativas. Personas con el don
raro y eminentemente creativo del ingenio ingenuo, y el coraje para continuar
avanzando a pesar de la crítica destructiva y la envidia.
Así que,
adelante y sin miedo ... el mundo actual os necesita.
Guillermo
A. Laich