La
idea es bastante sencilla. Ni tu ni nadie tienen la excusa de juzgar a alguien
mas, simplemente porque todos somos culpables de las mismas cosas. Tiene
sentido.
Lastima
que esto no previene que la gente lo haga. Lastima que no previene que la gente
lo sienta.
Recientemente
estuve en una situación en donde fui juzgado por algo. En el medio de esa
situación sentí como comencé a defender mis acciones y explicarme por lo que
estaba siendo juzgado. Mi presión sanguínea comenzó a elevarse. Comencé a
sentirme ansioso. Comencé a tratar de anticipar lo que esa persona estaba
pensando y lo que iba a decir. Me comencé a sentir y actuar como si realmente
fuese culpable.
Luego
me di cuenta de algo. No se trataba de mi. No estaba siendo juzgado porque
había hecho algo malo. Estaba siendo juzgado por esta persona porque esa
persona no es saludable. Esa persona estaba viendo mi vida a través de sus
propios temores y luego colocó su carga/basura sobre mi. En ese momento decidí
salir de ese ciclo.
Que
terrible el sentimiento de ser juzgado y aun peor el ser absorbido en el ciclo
de defensa y justificación.
Me
recordó, como lo hizo este versículo, que el juicio es estúpido cuando lo
hacemos. Cuando juzgamos a otras personas generalmente ese juicio viene de
nuestras propias heridas. Comenzamos a sacar conclusiones sobre los demás,
bueno o malo, basados en nuestros miedos y dolor personal. No solo eso, pero el
versículo que le sigue al mencionado continúa explicando que todos somos
culpables de las mismas cosas que solemos juzgar en los demás.
A
quién sueles juzgar? Tal vez no sea a una sola persona sino a un grupo de
personas. Quién te está juzgando a ti y estás viviendo de la manera en que
deberías?
Hoy,
guárdate tus juicios. Si alguien te está juzgando recuerda que su juicio se
trata sobre ellos y no sobre ti. Es problema de ellos, no lo hagas tu problema.
Es como el viejo decir, “cuando señalas un dedo a alguien, tienes tres dedos
señalándote de regreso a ti.”
“Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera
que seas, cuando juzgas a los demás…”
Romanos
2.1